Camino de El Pueyo. Echinops ritro. "cardo yesquero"

En una ocasión tuve la oportunidad de presenciar cómo se hace el fuego con pedernal y yesca natural. En pleno siglo XXI, me pareció arte de magia. ¿Qué otro significado podría tener hace 20.000 años? En esa demostración se utilizaba como yesca un hongo de los que crecen en los chopos, cortado con el grosor de una fina tela. Echinops ritro es llamado cardo yesquero porque con sus tallos, debidamente secos, machacados y retorcidos, se formaba la yesca con la que también se conseguía prender fuego a partir de la chispa. A este cardo, de la familia de las Compuestas,lo vamos a encontrar fácilmente ahora, en  pleno verano, desafiando al sol y la aridez en suelos pobres de la cunetas y baldíos. Las hojas están aceradas con largas púas, al igual que las cabezuelas florales, que cuando maduran adquieren un bonito tono azulado.






Como son flores de ésta época del año en que se prodigan las fiestas locales, ahí va mi contribución a la alegría general con unos "fuegos de artificio" florales

Camino de El Pueyo. Delphinium gracile

Cuando era crío,se nos enseñaba que la flor consta de cáliz y corola; y para ello, la ilustración que acompañaba a la explicación era la de una flor tal y como la dibujaría cualquier persona que quisiera dibujar lo que es considerado el  prototipo de flor. Sí, una de esas que sirven para decir "me quiere, no me quiere". Poco más nos enseñaban, de manera que en el imaginario quedaba grabado esa idea esquemática y simplista de lo que es una flor.  
Algo parecido sucede cuando se toman posturas alicortas, hechas de simplicidades y moldes que parecen representar una realidad siempre infantilizada, donde sólo hay una respuesta válida para cada pregunta, y una solución , la única válida, para cada problema. Por fortuna, la naturaleza, tozuda ella, contínuamente  nos está diciendo todo lo contrario: la realidad es mucho más compleja, aunque nadie nos la enseñe. Hermoso ejemplo de lo anterior es Delphinium gracile, pequeña planta de unos 40 cms. en ocasiones casi el doble ,  que encontraremos en las faldas de El Pueyo,  junto a los sembrados que ya se han segado, márgenes del camino  y tierras pobres en general.
 Perteneciente a la familia de las ranunculáceas, llama la atención por la forma irregular de la flor, original en su forma.  Un largo espolón se estira hacia atrás. En su interior guarda el néctar codiciado por algún insecto que deberá utilizar su larga trompa para extraerlo, y de paso, favorecer la reproducción de la flor. A nada que el caminante se detenga un poco quizá pueda contemplar las flores inmaduras, verdosas, pero que ya tienen en su silueta la forma definitiva de la flor, y tan diferente del consabido estereotipo de capullo.
No conozco que  los humanos le hallamos dado alguna utilidad a esta flor , pero en estos tiempos en los que imperan las simplicidades, me ayuda a recordar que no todas las flores son como las margaritas, que no me puedo contentar con una sola respuesta, con una sola solución a los problemas.