Camino de El Pueyo. Helicrhysum stoechas. "Siempreviva, hierba perpetua, bocha, manzanilla basta"




Si no se ha elegido bien la hora para vagar por estas tierras, el caminante se verá expuesto al agobiante calor que comienza a apurar este comienzo de junio. En sintonía con su estado de ánimo verá cómo la vegetación comienza a acusar los estragos de la sed, y lo que tan apenas hace un mes era verdor, ahora comienza a aparecer pajizo. 
Una planta especializada en estos rigores del clima es la siempreviva. Nos enseña cómo resistir al sol,  pues ella misma desarrolla  buena parte de las estrategias para sobrevivir al calor. 
Primera lección: evitar la transpiración. Cuanto más sudor, más necesidad de agua. El estrés hídrico se evita reduciendo al mínimo la exposición al sol. En la siempreviva veremos las hojas escasas y estrechas, con el margen revuelto. El mínimo para sintetizar los azúcares a través de la fotosíntesis.  Segunda lección: utilizar un protector solar. Siguiendo la máxima aquella de que lo que quita el frío quita el calor, la siempreviva se viste con fina borra blanca. El blanco refleja el máximo del espectro de la luz solar y los tejidos absorben menos energía. Tercera norma: aprovechar la sombra. En la siempreviva puede parecer que ésto no es así, pues la vemos crecer en los lugares más expuestos. Sin embargo observaremos cómo al formar grupos apretados y globosos se crea un leve pero eficaz espacio de sombra en la base que permite la protección de la humedad  en el subsuelo. Cuarta lección: utilizar materiales aislantes. El aspecto más llamativo de esta planta reside en las cabezuelas florales. Como en otras Compuestas, buscaremos las flores agrupadas en capítulos. No hay lígulas llamativas que capten la atención de los insectos. Confían en el aroma para atraer a los chupadores de néctar. Estas flores, esenciales para garantizar la perpetuación de la especie, están protegidas por sucesivas capas de brácteas. Al tocar las brácteas notaremos su consistencia papirácea. Leves capas de papel  que aíslan los ovarios de las flores de la radiación calorífica que asciende desde el suelo. 
Al pasar los días las minúsculas  flores madurarán. Al final sólo quedarán del capítulo las brácteas, que adquieren un tono dorado. Parecerá que la planta conserva siempre la flor, cuando en realidad las flores ya han desaparecido. Con razón en el habla común se le llama hierba perpetua, siempreviva.
















El Montsec de L'Estall y las peonias.

Está claro que subir al Montsec de L'Estall se puede hacer en cualquier época del año, pero mi ilusión era estar allí cuando las peonias estuviesen en flor, que suele ser a principios de mayo. Si se sube en esta época, y más aún si se va acompañado de alguien que conozca su flora, la excursión se convierte en una auténtica delicia. Para mi fortuna me acompañó José Vicente Ferrandez ( siempre animo a visitar su blog Pasos), por lo que se comprenderá que a este reportaje acompañen tantas reseñas de plantas.


Junto a la balsa desde la que comenzamos el camino aparece una nutrida población de Fragaria viridis. Aparentemente una matita de fresas como cualquier otra, pero que representa una especie muy rara en la provincia de Huesca.


Genista teretifolia, aliaga que carece de espinas, y que es un endemismo pirenaico cantábrico.

Herniaria glabra, hierba rastrera, de florecillas verdosas,  vive en  los suelos ácidos. En el Pirineo se localiza en el sector oriental.

Llamativo carex (Carex liparocarpus) que muestra la espiga masculina ahusada al final del tallo, y debajo anchas espigas femeninas.



Iberis ciliata, especie rara en el Pirineo y escasa en la depresión del Ebro. Tiene las hojas lineares y gusta de suelos básicos.


Hemos caminado siguiendo la pista que se adentra en estos parajes abiertos y pedregosos. Ha aparecido algún ejemplar de peonia, pero ya fructificadas. La pista va ganando altura suavemente. En un paraje desolado por el fuego aparecen los esqueletos de sabinas quemadas en un incendio.  Detrás comienzan a verse las paredes verticales del Montsec y la suave loma que presenta esta montaña en su cara oeste.


Algunos ejemplares de Tulipa sylvestris todavía no se han agostado.




Por fin aparecen ejemplares todavía frescos de Paeonia officinalis. Planta de interés especial en Aragón por ser sus poblaciones escasas y muy dispersas.
El Montsec de L'Estall es un enclave principal de su presencia en Huesca.

Paeonia officinales coloniza terrenos pedreosos, en ocasiones en claros de carrascales y quejigales. En el Montsec convive con el boj, en espacios bien soleados.


En estos rellanos soleados y rocosos también crece Genista hispanica subs. hispanica.


Aunque ya ha perdido la lozanía, no me resisto a fotografiar a Fritillaria lusitanica, especie poco frecuente y que todavía no había podido ver.


Estamos a 1.290 metros de altitud, allá abajo se extienden las tierras de Montañana, excavadas en amplio valle por el río Noguera Ribagorzana.La cola del embalse de Canelles llega a sus cotas más altas.

El castillo de Chiriveta, alzado sobre estratos casi horizontales




 Helianthemum apenninum, propio dee tomillares y montes bajos y soleados, en suelos calizos.







Helianthemum  oelandicum subs. canum, a 1320 mts, recubierto de densa pelosidad.


La suave ladera por la que ascendemos se interrumpe bruscamente, paredes verticales de 200 metros ponen fin al trayecto. El Montsec de Arés, de la vecina Cataluña, separado del Montsec de Aragón por el congosto de Montrebei. Paso excavado por el Noguera Ribagorzana hoy en día convertido en embalse.




Parada para posar delante de la cámara antes de seguir por la sierra.

Continuamos el cordal de la sierra, en dirección este, para inspeccionar qué vegetación aparece.
Alyssum serpyllifolium





Antirrhinum molle, endemismo pirenaico, escaso en Aragón que forma matas de grupos de individuos.


También aprovechando las fisuras de la caliza, Arenaria grandiflora.





Una joya del Montsec, Petrocoptis montsicciana, endemismo exclusivo del prepirineo central.


Viejas carrascas se cobijan en la sombra de las paredes, es un buen lugar donde renovar las fuerzas y conversar apaciblemente.

























Aunque ya de vuelta, en realidad continúa la exploración, siguiendo el cordal de la loma del Montsec,


Apretado ramo de Sarcocapnos enneaphylla






Thymelaea dioica, pequeña leñosa que aprovecha fisuras y rellanos en la roca.


 Escaladores natos, la sabina acompañada por una mata esférica de Erinacea anthyllis

El erizón azul era otra de las plantas que tenía verdadera ilusión por ver. Erinacea anthyllis


 Cabezuelas de Plantago argentea

Fuertemente armada, Rosa pimpinellifolia


 Polygonatum odoratum. Las flores tulipas alargadas, terminan en suaves verdes.
Algunas matas estaban atacadas por escarabajos nectarífagos, que incapaces de pasar por la boca de la campana no dudan en comer las paredes de la flor.



Detalle de la flor de Erinacea anthyllis, el erizón azul.





























Datos de la excursión.
Distancia recorrida: 10,5km
Ascensión: 368 m.
Enlace del track para GPS:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6884242



Camino de El Pueyo. Ligustrum vulgare. "Aligustre, yerba de las andaderas"

Las oliveras ya llevan varios días mostrando sus pequeñas flores verde pálido. Es el momento de echar un vistazo a uno de sus parientes, el aligustre. Cualquiera que esté familiarizado con la flor de la olivera, verá en el aligustre, una versión soberbia en la floración, aunque modesta en el porte. Tienen en común olivera y aligustre la hoja algo coriácea, dispuestas por pares opuestos, las flores formando un pequeño tubo abierto en cuatro gajos y agrupadas en cimas piramidales. En la olivera las flores son modestas y las inflorescencias  laxas, las hojas cubiertas de borra mate. El aligustre, en cambio forma cimas llamativas de numerosas, apretadas  y más grandes  flores, adornadas además con  fragante aroma. Las hojas , verde oscuras, tienen un brillante lustre. La olivera se impone con su nudoso tronco. El aligustre no pasa de enmarañado arbusto.
La olivera cubre en formación los campos soleados, el aligustre se refugia a la sombra de quejigos o medra en la frescura de algún barranco. 
Camino de El Pueyo tenemos unos pocos ejemplares de aligustre. Con sus apretadas hojas cubren el talud que le da frescor y disputa con bravura el espacio entre los quejigos y la pista por la que caminamos. Al pasar por su lado llega el aroma de sus flores, olor que se hace más fuerte en cuanto las cimas comienzan a estar maduras.
De la fertilización de las flores se producirán unos frutos negros esféricos, llamativos aunque tóxicos.
Esto sucederá a partir de septiembre, y por ese entonces las hojas comenzarán a cambiar la tonalidad, haciéndose más granates a medida que se acerca el frío , hasta que al final caerán todas las hojas en invierno. Su valor medicinal  remite a la función astringente del cocimiento de las hojas, aunque puede tener efectos purgantes. También para aplicarlo sobre llagas con ayuda de una gasa. Los enjuagues bucales se hacían para sanar llagas de la boca. Aunque también se ha utilizado para intensificar el color rojo del vino tinto, no tengo noticia de que esta práctica se realizase por tierras del Somontano.
A veces vemos variedades cultivares para formar setos, también se han importado aligustres de otros países con el mismo fin.