Dolomitas.1. Aproximación al Marmolada.

Primera entrega, de seis, dedicadas a rutas senderistas por las Dolomitas. El punto de partida de todas ellas es la localidad de Canazei. Con pocos kilómetros de desplazamiento en coche, aunque sí con muchas curvas, se accede a los puntos de partida para los seis recorridos que iré describiendo. Es la primera vez que en este blog salgo del entorno de  Huesca y los Pirineos, pero sigo fiel a mi pasión por la roca , la flor y la naturaleza.



El macizo de la marmolada con sus 3342m es el exponente calcáreo de mayor altitud de las Dolomitas. Todavía conserva parte de su glaciar, y en el primer día de senderismo vamos a aproximarnos a él. Es finales  de agosto de un verano que por aquí califican de lluvioso. No obstante, viendo la vegetación y el estado de los prados, de un verde nuevo, pensamos que no son extrañas las nubes que parcialmente cubren el macizo.














Actualmente el glaciar está muy reducido, pero se observa la huella de su presencia en las torres que formaron las lenguas glaciares. La considerable perpendicularidad y altura de estas torres nos dan idea de la potencia del antiguo glaciar.

El paso excavado por los hielos tiene dimensiones colosales.


Por ser el primer día de un largo viaje, nos damos un descanso y hacemos la aproximación en unas cabinas-jaula.
Subir en marcha a la mini jaula tiene su gracia, sobre todo si toca subir en segundo puesto.
Ya  haremos caminando la bajada.





 El viaje en la jaula ofrece buenas perspectivas. Pronto la vegetación desaparece casi por completo bajo nuestros pies, y comienza la desnuda roca. Abajo tenemos la presa del lago de Fedaia
























Los laterales de la artesa glaciar muestran las formas pulidas por el hielo. Son las crestas del Sas da les Doudesc de 2.713m. El suelo está cubierto de una fina gravilla blanca, restos de la continua molienda de las rocas.

Ya con los pies en la tierra, nos acercamos hacia el glaciar. En la traza de la nieve algunos alpinistas bajan en cordada de la cumbre. Rimayas y grietas asoman en la superficie del glaciar.



Las nubes se mueven con rapidez, mostrando y ocultando las elevadas siluetas.Caminamos por esta roca que parece recién estrenada. Ni asomo de vegetación, ni tan siquiera líquenes.

No vamos equipados para adentrarnos por el glaciar, nuestra idea es hacer senderismo, pero eso no quita para subir un poco más, hasta donde dicta la prudencia.


En una zona convexa el hielo muestra profundas grietas. Hace dos días estuvo nevando, y algunas grietas están parcialmente cubiertas.




La roca de Marmolada, blanco crema, con la huella del paso del hielo. En el Pirineo tenemos muchas huellas como esta en granitos, pero no parecen tan recientes. Parece como si el glaciar se retiró anteayer.



Paisaje de altura, tras la cresta del Sas da les Doudesc, se adivinan otros macizos de esta impresionante unidad que son las Dolomitas.



A pesar de la dureza del medio, el verano permite la colonización de especies que aprovechan el respiro estival para prosperar. Es el caso de Arabis alpina, especie que también encontramos en el Pirineo  habitando roquedos.



La potencia erosiva del glaciar queda patente en los perfiles pulidos de la roca.



Entre las gravas trituradas, una especie alpina que no vemos en nuestro Pirineo, Thlaspi rotundifolia.




Antes de comenzar el descenso, una fotografía de familia.





La vuelta presenta el otro lado del valle, el grupo que forman el Sassopiatto y Sassolungo a la izquierda y el grupo del Sella a la derecha. Aquí están varias de las excursiones de los próximos días. Una será la vuelta al Sassolungo, otra será la ascensión al Pitz Boé, cima piramidal que aparece a la derecha, otra ruta será la que discurra por las vertiginosas praderas del Viel del Pan, en las laderas herbosas que tenemos aquí enfrente ,enlazando varios refugios.

Una panorámica más extensa del mismo sector.












Saxifraga aphylla, forma un denso cojinete entre los cantos blancos, a 2.750m


Abajo el tejado del refugio Ghiaccia a 2.700m. y sucesión de crestas calcáreas.
La ladera está cubierta de una fina capa de grava entre la que crece esta bella amapola amarilla, Papaver alpinum.


Un sauce enano, Salix breviserrata probablemente, en pequeños grupos entre las rocas forma los matorrales a mayor altitud.



Una especie también familiar en el Pirineo, Doronicum grandiflorum, en este caso subsp. clusii, con hojas abrazadoras.



Hemos bajado considerablemente de altura, y ya cubren el suelo los pastos alpinos donde también habita Pedicularis verticilata.




Hemos comenzado a descender desde los 2.850 metros, y hemos llegado al Col di Bousc (a 2.434m), vamos siguiendo el sendero 606 que dirige perfectamente los pasos hacia el lago Fedaia, situado a 2.044m, donde hemos dejado el coche. Mimetizado con la roca, un bunquer de los muchos que se hicieron en estas montañas en la primera Guerra Mundial. Aquí se establecieron ejércitos italianos que vivieron en condiciones durísimas, y construyeron vías de paso acondicionadas para el transporte de personas y material bélico, las que luego darían lugar a las vías ferratas tan famosas en el mundo deportivo de montaña.



























Achillea clavenae.

Pedicularis rostrocapitata.



Saxifraga caesia, también es otra habitual en nuestro alto Pirineo calizo.


A medida que descendemos y nos acercamos al lago Fedaia, los herbazales van ganando fuerza, en ellos salió Biscutella laevigata, que nos ha dejado aquí sus semillas.



Una delicada cariophillacea, Silene pusila.


Pseudorchis albida, visitada por un par de mosquitos zancudos.



Matorral de Rododendron hirsutum, más pequeño que nuestro rododendro, y con las hojas vellosas, como indica su específico.



Ya a punto de terminar el recorrido, un bonito peralito no presente en nuestro Pirineo, Pyrola rotundifolia.


Ya próximos al lago Fedaia, Marisol y Aurora posan teniendo a la espalda el collado al que queremos llegar mañana siguiendo el camino Viel del Pan.




















Pico Baciás y rosario de ibones pirenáicos

El Pico Bacias tiene una posición privilegiada entre dos grandes del Pirineo: El macizo de Argualas y el Macizo de Vignemale. Está casi equidistante de estas dos grandes moles. Además, subir al Baciás significa caminar por el dominio del granito.  En pleno batolito de Panticosa, un rosario de ibones se van descubriendo al mismo tiempo que se va ganando altura, hasta llegar a la cima del Baciás. No hay dificultad técnica alguna, sólo contar con el desnivel que se hace notar más en la bajada hasta el balneario de Panticosa.



Desde que se inició la "remodelación" del conjunto arquitectónico del Balneario de Panticosa, confieso que paso lo más rápido que puedo y miro lo menos posible los resultados del atropello que supuso para el patrimonio arquitectónico esta profunda transformación. Tiemblo cuando paso junto al esqueleto del aberrante aparcamiento a medio acabar (no mejorará si alguna vez se termina) que me sorprende pudiera pasar los más mínimos controles de control ambiental, por no hablar del efecto  paisajístico y gusto arquitectónico.

En fin que tomamos rápidamente la senda que conduce a los ibones de Brazato. En claros del bosque, aun siendo el terreno pedregoso, a poca altura nos encontramos con este hipérico, Hypericum richeri subsp. burseri.

El ambiente húmedo de un regato permite el sustento de una gran valeriana, Valeriana officinalis subsp. collina.

En cuanto se deja atrás el bosque, se puede contemplar todo el macizo de Argualas.Este año la subida al Garmo Negro requerirá más tiento, pues permanecen más los neveros.
La observación atenta de las rocas nos enseña los cambios de color, las formas redondeadas de la raíz granítica de esta montaña, y superpuesta a ella las calizas fuertemente plegadas. Unas calizas que se superpusieron y que ahora aparecen aupadas sobre un zócalo que resistirá mejor el paso del tiempo que queda por venir.

El pico Argualas, o también llamado pico La Bandera por la  costumbre de alzar una bandera al llegar a la cumbre para que pudiera ser vista desde el Balneario en aquellos tiempos de pioneros del turismo y del pirineísmo. 
La potencia de los pliegues se aprecia en los fuertes ángulos que describen los estratos.

























Una verónica de intenso color azulado, Verónica fruticans, habitual de pastos supraforestales con suelo de composición ácida.



























Saxifraga intricata, habitante de grietas y rellanos silíceos.  En esta jornada quería encontrar otra saxífraga mucho menos habitual; saxifraga cotyledon, pero no hubo suerte en todo el día.

Quizá porque vamos acompañados de gente joven, Aurora, Marina y Diego ,esta vez se ha hecho corto el camino hasta divisar el valle de Brazato.
Al piso montano sucede el piso alpino, cada vez más raquítico en vegetación en parte por la dificultad que supone a la vegetación instalarse en el caos de granito. La transición se materializa con el bosque de pino negro, que con la altura se irá diseminando y mezclando con el matorral de rododendro.

El brazato superior aumenta su extensión con las represas artificiales realizadas a principios del s.XX para la obtención de energía eléctrica. Desde aquí se intuye la senda que seguiremos hasta llegar a un amplio collado y la cima del Baciás, discreta y engañosa tras el llamativo resalte rocoso.

 Una planta habitual en las gleras, Crepis pygmaea.
Una de las falsas árnicas: Senecio pyrenaicus, que frecuentemente encontramos en gleras, incluso las que son móviles.
 Estamos en el dominio del granito, y no podía faltar un helecho característico: Cryptogramma crispa, indicadora además de lugares de duradera innivación.
El ibón grande de Brazato tiene un hermano pequeño que queda agazapado a sus pies. Para verlo es preciso acercarse al escalón que separa ambos hermanos. De paso podemos contemplar la linea de cresta contigua que enlaza el picoBrazato , el pico Sarrato,  y las dos cimas gemelas del pico Foratura.



Dejamos atrás el ibón embalsado de Brazato y ascendemos por la ladera que nos conducirá al collado de los ibones superiores. En un paisaje dominado por el granito, aparentemente tan hosco, una pequeña jabonera Silene rupestris, en este caso acompañada de un endemismo pirenaico Gallium cespitosum que aprovecha la misma fisura de la roca.



Leucanthemopsis alpina.Esta margarita está especializada en la alta montaña y la vida en crestas pedregosas y fisuras de suelos pobres en bases.

En el collado de Brazato, vista total sobre el ibón embalsado. Lo más arduo ya está hecho, ya solo quedan los 250 últimos metros de desnivel.
























El collado de Brazato nos lleva a un universo rocoso. El ibón Perforao es el primero que nos recibe. Tras el ibón las crestas de Lavaza. Por el canchal seguimos subiendo en dirección al Puerto de Brazato


 Rhododendron ferrugineum, matorral alpino por excelencia, se atreve todavía a 2.500 metros de altitud a afrontar los rigores de la alta montaña. 

Cerca del rododendro el hermoso aster alpino (Aster alpinus)

 Desde el puerto de Brazato se respira ambiente de alta montaña. La proximidad de las crestas, la rala vegetación y el predominio de la roca. Las cumbres se suceden en planos cada vez más lejanos.



El Puerto de Brazato está situado en la divisoria entre el valle de Tena y el valle de Bujaruelo, que se extiende ahora a nuestros pies. El macizo del Cobachimosa/Vignemale nos enseña sus marmoleras, además de sus neveros permanentes. Pequeños cristales azules aparecen a nuestros pies, son los ibones de Batanes, ya pertenecientes a la cuenca del Ara




   

  Tras una fatigosa subida por un caos de grandes rocas llegamos a la cima del pico Baciás (2.758 m), y la prometida vista sobre el Vignemale, que nos hace sentir muy, muy pequeños.











Tres luceros azules, los ibones de Espelunz, y una amplia vista del valle de Bujaruelo, hasta la misma cabecera, cerrada por el Pic Alphonse Meillon, custodiando el circo del Ara, pero dominado siempre por el Vignemale.



Datos de la ruta.
Punto de partida. Balneario de Panticosa. 1.630 m
Pico Baciás 2.758 m.
Ascensión acumulada. 1.231m
Track en    http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7480986