Despedida del otoño en la Ripera de Panticosa



El momento de los colores está tocando a su fin. Ya sólo queda esperar que el brillo de los amarillos se extinga y el frío de la nieve lo cubra todo. Pasaremos el tránsito invernal anhelando que las primeras flores anuncien la llegada de otra primavera.


Abedules y cerezos

Prados renovados por las lluvias otoñales. Rojos cerezos. Peña Telera.


Petiquera, Clematis vitalba, con semillas provistas de vilano


Tapiz de abedules




rojo cereza


Panares de Panticosa


Valle de Yenefrito

Abedules y cerezos



 Roca testigo de entrada al valle de Yenefrito


Abedules y tremoletas


La Ripera y sierra de Tendenera

Serbal de los cazadores




El pico Escuellas







Camino de El Pueyo. Verbascum thapsus. "Gordolobo,croca"


La prolongada bonanza de este mes de octubre ha permitido que algunas especies alarguen su ciclo vital. El gordolobo es una planta que comienza a desarrollar el vástago floral en el mes de mayo. De una roseta de hojas que se formó el año anterior sale un vástago en el que van abriéndose flores a medida que éste crece. Si la floración se prolonga mucho, el porte total de la planta alcanza el metro y medio. 
Son  varias las especies del género Verbascum a las que popularmente se conoce como gordolobo. 
El que nos ocupa se caracteriza fundamentalmente por tener unas hojas recubiertas de un denso vello blanco, por tener estas hojas decurrentes, es decir, que prolongan el margen a lo largo del tallo, y por tener todas las flores en un único vástago sin ramificar. También se debe mirar la vellosidad de las anteras. Verbascum thapsus tiene filamentos estaminales densamente cubiertos  con pelos amarillentos o blancos, no violeta como en algunas otras especies. Se puede determinar la subespecie fijándonos en las hojas. La subespecie típica tiene las hojas muy cortamente pecioladas y las anteras inferiores de la corola son glabras o tienen pocos pelos. ¿para qué tanta minuciosidad? Puede pensar un neófito. 
La pasión por la botánica viene unida al gusto por la diversidad y al descubrimiento asombrado de que la naturaleza es rica en variaciones. La naturaleza juega con los cambios.
A simple vista muchas especies guardan estrechas similitudes, pero en detalle se aprecian las diferencias. Es todo lo contrario a la  manía humana de simplificar las cosas y de convertirlas en tópicos. 
Los tópicos no existen , sólo permiten una aproximación superficial de la realidad, pero no llegan nunca a su completo conocimiento. 
El caminante encontrará al gordolobo con frecuencia solitario en un campo o una margen, en un cascajo al sol o un talud.  Dispuesto para ser observado con detenimiento. Esperando que se aprecie su singularidad.
El gordolobo ha tenido una modesto papel en  la medicina tradicional. Las flores, recogidas cuando están abiertas, se desecan al sol y se utilizan contra la tos y catarros ,en infusión. Su uso requiere atención y mesura, debido a su toxicidad, ya que es planta con saponinas.
Las hojas se hervían en leche, cuenta Pío Font Quer en "El Dioscórides renovado",  para lavar los sabañones ¿a cuánta gente le salen todavía sabañones? Quizá el uso más popular del gordolobo ha consistido en el tratamiento de hemorroides. Dos métodos se utilizaron: bastaba con llevar una hoja de esta planta sujeta a la ropa interior, o en el bolsillo trasero del pantalón. La idea que subyace con esta práctica es que las propiedades de la hoja se trasmiten por contacto o a través de la piel, tal y como en la medicina moderna se utilizan los parches de contacto con la epidermis. También se combatían mediante baños de asiento o simplemente llevando una bolsita al cuello con hojas en su interior. Un amuleto vegetal.


Tuca de Mulleres y Pico Salenques.

Mis hijos Alicia y Diego están en la fase en la que cuando salen al monte quieren hacer algo que suene a especial. Yo les digo que cualquier montaña o paraje es especial. Todo depende de la manera de vivirlo. Y que la altura a la que se llega es secundario. Pero, bueno, sé que es una fase de sus vidas y comprendo su interés en ir sumando tresmiles. Tomamos como primer objetivo subir al fácil pico de Mulleres, la ruta a seguir es la más habitual por el valle de Escaletas. Lo que venga después se irá viendo según vaya el día, aunque ya están previstas varias opciones. En esta empresa están además Diego Martínez y su hermano Javier. Los cuatro han estrechado amistad en Perú, en una aventura que me provoca una sana envidia y que comparto a través de las fotos que han traído. También he de decir que esta es una ruta que deseo repetir, con otro ritmo y otra época, con Marisol. Porque estoy seguro que a ella le encantará, y además me permitirá ver la flora de estos parajes.
Diego y Alicia en la cresta de Mulleres


Valle de Benasque, parada de vehículo en la Besurta. Tomamos el suave camino,como de paseo, hacia el Forau de Aigualluts. En  época otoñal está mucho más tranquila que en pleno verano. 
Siempre me sorprenden en este paraje dos cosas: la formación de dolinas y poljés del lecho del valle, y que los granitos estén arriba y las calizas abajo.


A parte de algunos azafranes silvestres (Crocus nudiflorus) y poca cosa más, tengo claro que esta vez la cosecha de fotos de flora va a ser muy escasa, pero en cambio la parte telúrica promete. El Forau d'Aigualluts esconde el agua que baja de Escaletas y Barrancs. Todo el mundo sabe que el agua que aquí desaparece cambia de rumbo y vertiente.El curso del río nace ibérico para convertirse en atlántico engrosando las aguas del Garona tras desaparecer ante nuestra vista en la fosa karstica.

El valle colmatado de Aigualluts está atravesado por  meandros . A la izquierda nace el valle de Escaleta por donde subiremos hacia Mulleres. Frente a nosotros el glaciar de las Maladetas, y a sus pies el valle de Barrancs, por donde después bajaremos.






















En el Plan d'Aigualluts el agua traza sinuosos arcos, aparece en tramos paralelos y se precipita en la cascada que corta el valle.
Al fondo el pico Salvaguardia, el Portillón de Benasque y la Tuca de la Mina.


El esquema del valle Escaleta se repite respecto a Aigualluts. Repisas glaciares colmatadas donde el torrente divaga. Un valle glaciar subsidiario baja por la izquierda; en su trabajo de erosión dejó individualizada la Tuca d'Aigualluts que ahora ha perdido la silueta aguda que presenta desde el Norte. A la derecha la Tuca Blanca y el Pene Nere custodian el collado de Toro. En este rincón del Pirineo aragonés  el torrente corre desde el Sur hacia Norte, describiendo la curva que miles de años atrás trazó el glaciar.

Por algo se llama valle de la Escaleta. Sucesivos escalones rocosos, tallados por el glaciar, dejan planicies colmatadas donde se forman pequeños ibones, y muros graníticos conducen al siguiente nivel. La luz del sol entra por la horquilla que forman el Pico Forcanadas, y el agua adquiere un brillo y color metálico.

Los granitos están pulidos por el primitivo hielo y los umbrales rocosos propician estas cubetas de sobre excavación.

Los ibones van apareciendo sucesivamente, así como los collados que marcan las mugas . Al fondo el Portillón, en medio el coll de Toro, junto a nosotros el coll de los Aranesos, flanqueado por las cimas que se escalonan hasta el Mall de l'Artiga. Estamos a unos 2.400 m. Quedan unos 600 metros más de desnivel para llegar a la Tuca de Mulleres.
El último ibón de la Escaleta tiene el color azul hielo que le aporta la blancura del granito. Pequeños restos de nieve realimentados en la nevada que cayó aquí hace apenas diez días. Como no sabíamos ni la intensidad ni la persistencia de estas nieves tardías llevamos piolet para la autodentención. Más vale prevenir, aunque en esta ocasión no será necesario utilizarlo. Las formas sinuosas del pico Forcanadas aparecen a la izquierda, por la derecha vemos un nuevo escalón que habrá que superar para llegar al ventisquero de Mulleres.


Todavía el camino es amable, sin los bloques de granito que después nos harán caminar más despacio.

Cualquier momento es bueno para detenerse y contemplar lo que nos rodea.

¿Cómo no parar para ver algo así?

Ya queda atrás el amable sendero, y los 500 m que quedan por subir tendrá que ser por roca.























Ya tenemos a la vista la Tuca Mulleres, que es la punta en triángulo del fondo a la izquierda. Estamos llegando al paraje denominado el ventisquero de Mulleres, una amplísima vaguada pétrea donde se acumula la nieve de ventisca. Desde la óptica geológica se ve claro su origen. El zócalo granítico ha sido modelado por el glaciar.
Esta plataforma granítica no es tan uniforme como a primera vista parece. Una colosal intrusión se hizo paso a través de una fractura en el granito. Material magmático más joven ascendió y formó el dique que ahora contemplamos.























Estas intrusiones, de una roca más resistente que el granito, son sometidas a la acción periglaciar de los hielos, en este caso ha formado una bonita guirnalda geométrica.


Cresta de la Tuca de Barrancs. Geometría a gran escala. El glaciar creó la plataforma horizontal así como la afilada cresta vertical. La acción repetida y combinada del hielo-deshielo transforma estas crestas fracturándolas verticalmente en formas poligonales.










El ventisquero de Mulleres.  A la derecha asoman las puntas de Forcanadas. Un ibón da fin al ventisquero, bajo la cresta de la Tuca de Barrancs y detrás en segundo plano aparece el ibón de coll de Toro.


Los últimos 100 m de desnivel no son muy atractivos. Un caos de granito obliga a subir entre los bloques, y la forma redondeada de este tramo quita alicientes. Pero...









... en cuanto nos asomamos a la cuerda de la arista, la respiración se acelera ante el majestuoso panorama.

Cima de la Tuca Mulleres. 3010m









La cima de la Tuca Mulleres ya está a nuestro alcance. A nuestros pies se despliega el valle de Mulleres, que termina en el valle transversal del Noguera Ribagorzana, a la altura del Hospital de Viella. La sierra de Salenques, en la derecha muestra cumbres más airosas. entre las que destaca el Pico de la Tallada.
Al otro lado del Noguera Ribagorzana, el frontón triangular que encara el valle corresponde a la Tuca de Contesa, a  su espalda corre la cresta que lleva hacia el Tozal dels Estanyets, y que luego girando hacia el sur (derecha) llega a la cresta de los Besiberri y Comaloforno que forman un majestuoso circo glaciar.


















Es tan atractiva esta perspectiva que casi le quita protagonismo a lo que tenemos a nuestra espalda. El macizo de la Maladeta con una buena perspectiva sobre sus glaciares y la cumbre del Aneto. Llegados aquí, nos planteamos el plan b. Tenemos allí delante el Pico Salenques. Vamos bien de tiempo y fuerzas. Un pequeño refrigerio y allá que nos vamos.
Desde el Pico Mulleres, seguimos la linea que por un amplio collado une este pico con la cresta de Salenques. Esto nos permite contemplar el valle de Salenques, paralelo al de Mulleres. En una hombrera del valle  se ve el ibón colgado de Salenques, unos metros por encima de él vemos otros ibones .

La cresta que conduce a  Salenques es más entretenida, y ofrece una visión del abismo que forman las verticales paredes.

Una incipiente canal , en pleno proceso de construcción. La montaña está viva.



La Tuca de Mulleres ha quedado atrás. Desde esta posición muestra su cima extendida


























Los últimos metros la pendiente se acentúa. No entraña dificultad, sólo hay que mantener la atención y ser prudentes.


Formas caprichosas esculpidas por el tiempo.


Cima del Pico Salenques. 2.990m.




















La hermosa cresta de Salenques hacia Aneto.Deambular por ella requiere técnica y equipamiento.


Los glaciares del macizo de la Maladeta están en regresión. Una morrena lateral destaca con su nítida línea y nos indica la extensión del glaciar en época no muy lejana. Quizá sea una morrena formada con el recrecimiento de hielos que aportó la pequeña edad de hielo.

En este paraje granítico, modelado por los hielos destaca la masa calcarea blanca de Peña Blanca, a los pies del Salvaguardia, reliquia de los depósitos calcáreos depositados sobre el zócalo granítico, antes de que estos se levantaran, y las calizas, más débiles sucumbieran rápidamente a la erosión.


A nuestros pies tenemos el valle de Barrancs. Aquí surge la segunda variación en la ruta. ¿Volvemos por Escaletas o hacemos la vuelta por Barrancs. Optamos por la segunda opción. El descenso por esta cara se ve complicado. Decidimos que habrá que descender lo suficiente por la cara del ventisquero de Mulleres, en diagonal, para ponernos a la altura del collado de la tuca de Barrancs. Todo lo que descendamos de más habrá que volverlo a subir, por lo que habrá que bajar con tiento. Una vez en el collado ya sólo tocará encarar la bajada hacia el valle.

La teoría es fácil, el problema está en que el caos de bloques de granito de grandes dimensiones hace que el descenso sea más lento y penoso de lo esperado.
El valle se cierra abruptamente con un circo de paredes verticales. Arriba todavía está iluminado el Pico Salenques, pero las sombras comienzan a invadir el valle.


Hemos bajado todo lo rápido que hemos podido. Arriba quedan las crestas que antes contemplábamos desde la altura. Esperábamos encontrarnos con un fondo de valle más amable, pero los caos de roca descienden ocupándolo todo.


Las sombras ya han invadido el ibón de Barrancs, singular espejo triangular encajado entre las fracturas del granito. Vamos decididos hacia Aigualluts, ya cansados de tanta piedra, añorando la suavidad de su suelo. Una vez allí ya habremos completado la ruta circular.



Datos de la ruta.
Punto de partida: Besurta 1.866 m.
Pico Mulleres 3010 m.
Pico Salenques 2.990 m.
desnivel acumulado subiendo: 1.490 m.

fecha: 26 de octubre de 2014
track de la ruta:     http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8121070
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