Frutos de otoño en el Somontano: negros

Si hace unos días presentaba una selección de frutos rojos del Somontano de Barbastro, ahora le toca a los frutos negros. Para ser más preciso habría que decir que son frutos azules o más bien azul oscuro, ya que el negro en sentido estricto no se da en la Naturaleza más que cuando hay carencia absoluta de luz, o si un cuerpo es capaz de absorber toda la luz y no reflejar nada en absoluto, y esta peculiaridad está reservada a los "agujeros negros" del Cosmos. Los objetos cotidianos que nos rodean absorben una gama amplia de luz pero siempre reflejan una parte. Si no fuera así ni siquiera los veríamos y aparecerían ante nosotros como un vacío. Una observación atenta de estos frutos nos revelará, en efecto, que podemos establecer una graduación de azules más o menos oscuros.

 De los frutos que nos podemos encontrar son  pocos los que podremos aprovechar culinariamente. Los pertenecientes a la familia de las rosáceas, es decir Prunus, Rubus y Sorbus son comestibles o se emplean para elaborar licores o mermeladas. Es muy común la zarzamora, en cambio su pariente Rubus caesius pasa desapercibido por producir escaso número de drupas, aunque como planta abunda en el curso del río Vero. Del cornejo, Cornus sanguinea, son comidos los frutos para bajar la fiebre. El resto son más o menos tóxicos, siendo el emborrachacabras, Coriaria myrtifolia, la que mayor toxicidad guarda en sus frutos, los cuales son negros, y son los sépalos de la flor que se recurvan sobre el fruto los que tienen coloración rojiza.

Ibón de Coanga por balsa Lumiacha

24 de septiembre de 2017. Escondido entre los granitos de Panticosa, este pequeño lago no es de los más destacables de la zona. Sin embargo tiene el mérito de permanecer alejado de las obras hidráulicas que por aquí son frecuentes y ofrece unas magníficas panorámicas sobre el macizo de Argualas y la gran cuenca de Bachimaña. El camino para llegar al ibón es mucho menos frecuentado que el habitual de Bachimaña, está menos marcado, por lo que resulta un trayecto más salvaje y montañero. Deberemos ejercitar el sentido de la orientación y el conocimiento del territorio aunque sin encontrarnos con dificultades técnicas que compliquen el trayecto.


Iniciamos el camino tomando el sendero que conduce a Brazato, para pronto desviarnos y dirigirnos hacia Bachimaña por el camino de invierno. La Cascada del Pino rompe la quietud del bosque. Salta sobre el umbral que separa la cubeta de Plandibón de la cubeta superior de El Bozuelo. Espléndida canal tajada por el río Caldarés. En un principio es un camino mulero, cómodo, ancho y empedrado.
 Un acirón (Acer platanoides) ilumina el camino con sus colores de otoño.

La erosión glaciar ha redondeado los granitos. A la salida de la cubeta superior  se formó un umbral de valle glaciar con las rocas aborregadas y fracturadas en múltiples direcciones, formando resquicios que aprovecha Pinus uncinata para prosperar. El desnivel de estas formas redondeadas nos dan idea de la magnitud del glaciar que aquí erosionaba las rocas.

Erica vagans aprovecha los claros que deja el pino negro


La dirección del flujo de los hielos glaciares queda reflejado en grandes placas de granito pulido. Al fondo, el macizo de Argualas presenta planos escalonados, confluencia de pequeños glaciares que formaron valles colgados y hombreras glaciares.
























Jasione laevis subsp. laevis todavía mantiene la floración. Estamos a 1.850m

Hay quien prefiere la verticalidad y disfruta en las poliédricas paredes talladas en el granito
Hace ya un rato que hemos dejado el camino mulero y seguimos una trocha incierta marcada aquí y allá con mojones de piedras. Detrás divisamos el pico Forátula, con sus tres pirámides alineadas, y el Tablato. Son picos que enmarcan el valle de Brazato.

En mitad del recorrido nos encontramos con el lago Lumiacha. Bucólico rincón en el que el breve pasto y el espejo del agua dulcifican tan agrestes roquedos.

Aquí comprendemos qué diferente es este camino hacia Bachimaña del habitual que pasa por el Bozuelo y la cuesta del Fraile. Frente a nosotros se despliega toda la magnificencia del macizo de Argualas.
























El pequeño lago merecerá una nueva visita cuando la vegetación esté en su apogeo.

























Recorremos llaneando esta hombrera para luego girar ladera arriba y en diagonal tomar altura progresivamente.

El sendero gana altura sobre Lumiacha.

















Enanos arbustos de Rosa pendulina exhiben los alargados frutos. 1.980mt
El valle en artesa donde se instala el ibón del balneario (Plandibón) queda encajado bajo la mole del macizo de Argualas. El ibón de Lumiacha reposa sobre la hombrera glaciar que después desciende hasta el cauce del río Caldarés, por donde se ve trazada, en la vertiente contraria, el camino de ascenso a Bachimaña. Dos pequeñas lagunas se forman también en esta repisa colmatada.

















Crocus nudiflorus añade color a los tostados pastos.

Pulidos granitos atravesados por una intrusión geométricamente fracturada. Detrás la silueta de Arnales-Infierno, y delante las crestas de gelifracción de uno de sus contrafuertes.

Las zetas del camino que superan la cuesta del Fraile y a su lado la cascada homónima, en esta época con poco caudal. Estas zetas deben superar el escalonamiento glaciar característico de todo el valle. Este tramo conocido como la Cuesta del Fraile es una hombrera glaciar de unos 350 metros de desnivel que da paso a la cuenca glaciar de Bachimaña.  El nuevo refugio de montaña (extremo derecha de la fotografía) está cimentado sobre el rellano rocoso de esta hombrera.

En numerosas ocasiones hemos recorrido esas zetas, y hace ilusión contemplarlas desde esta perspectiva.

Esta barrera formidable forma la ladera norte del barranco de Lavaza. El perfil horizontal de la cuenca nos da idea de la anchura que tendría el fondo del glaciar.


















Remontamos levemente el barranco de Lavaza. Un estribo de la peña de Xuans se levanta airosamente delante de nosotros.

Después de seguir intuitivamente mojones y rastros por canchales de granito llegamos al ibón de Coanga. Es una pequeña cubeta glaciar favorecida por la impermeabilidad del granito.



























No damos por terminada la ruta. El ibón está encajonado y no permite alrededor. Nos subimos a un pequeño resalte rocoso y comprobamos la disposición en terraza del ibón, así como la configuración general del valle.


 Con calma contemplamos las cimas del macizo de Argualas. Sobre una base granítica, raíz tectónica del Pirineo se elevan metamorfizadas y plegadas las calizas y oscuras pizarras desde Argualas  hasta Arnales, últimos restos de la cobertera paleozoica. Hacia el norte esta cubierta sedimentaria desaparece  y queda desnudo el granito. En el extremo derecho de la fotografía aparece el pico de Piedrafita.


























Y hacia el norte la gran cuenca del Bachimaña, amplísimo espacio vaciado en el granito.




















Track y datos de la ruta en https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=19905856

Frutos de otoño en el Somontano: rojos.

El color rojo se sitúa siempre en el extremo cromático que registra nuestro ojo. Es el color con mayor longitud de onda de todos los colores que somos capaces de ver los humanos y por este motivo es de todos los colores del arco iris el  que menos energía contiene. Sin embargo  nuestro cerebro asocia este color con los colores cálidos. La luz violeta, que interpretamos como fría, contiene casi el doble de energía que el rojo. El rojo lo asociamos también con la maduración, simbólicamente los frutos han recogido el calor del sol. Si en ocasiones es apetecible un fruto rojo, en otras el rojo lo asociamos con el peligro, con lo venenoso. Llegamos al otoño, el momento en el que mayor concentración de frutos nos encontramos. Un simple paseo por el somontano de Barbastro nos proporciona un festival de colorido en el que predominan los tonos rojizos. Sirvan estos ejemplos de muestra.

En esta selección hay dos que podrían estar fuera de la selección. Se trata de Frangula alnus, que sólo muestran el rojo cuando están inmaduros y que al madurar se vuelven negros, y también se podría excluir a Iris foetidissima ya que lo que vemos no son frutos sino semillas.
Del muestrario hay frutos autóctonos, pero otros aparecen asilvestrados tras escapar de cultivos, estos son Pyracantha fortuneana y Prunus cerasifera.
De todos ellos sólo son comestibles los frutos de Rosa canina, Prunus cerasifera, Crataegus monogyna y Arctostaphyllos uva-ursi, aunque éste último es bastante insípido. El resto son en diverso grado tóxicos, aunque algunos han sido utilizados en medicina. 
Respecto a los frutos de la rosa, también habría que decir que en nuestra zona hay varias especies de rosas silvestres además de Rosa canina, como son, al menos,  Rosa agrestis y Rosa moschata.