Ibones y collado de Ballibierna

1 de Julio de 2018
La intención inicial era hacer una ruta circular que uniera los ibones de Ballibierna y el ibón de Llosás, pasando por el collado de Llosás. La persistencia de los neveros nos hacen cambiar de plan y nos acercamos al collado de Ballibierna. 



Accedemos con el coche hasta el refugio del puente de Coronas,1953m., en pleno corazón del valle. Desde allí parte el cómodo sendero GR 11 desde el que se contempla la Tuqueta de Arnau y más allá las Tucas de Ballibierna y Culebras.


Los pastos están frescos y tiernos, junto al sendero hay muchas plantas de Viola biflora (1990m.)


Tuca de Arnau, cien metros más alta que la Tuqueta, y algo más  proximida a la tuca de Ballibierna-Culebras, que enlaza en un circo alto con la tuqueta de Muyidós

Las flores de Ajuga pyramidalis se esconden bajo las grandes brácteas


Los serpenteantes pliegues que construyen la tuca de Culebras justifican plenamente su nombre. La conexión entre esta tuca y la de Ballibierna, el denominado Paso del Caballo, comienza a verse, una estrecha franja de caliza blanca que une ambos picos.

El barranco de Ballibierna  es abierto y resuelve pequeñas cascadas

El flanco este del valle: Tucas de Muyidors, Ballibierna-Culebras, y las tucas de Arnau. Con ímpetu baja el agua por el barranco de Ballibierna

Unos metros más arriba, ya vemos con claridad la espalda del Aneto y el pico Tempestades con la larga cresta que baja hasta aproximarse a la oquedad que ocupa el ibón de Llosás.

Brecha y Tuca de Tempestades  (3278m), detrás, pasado el nevero alto el pico Margálida (3239m)

La espalda del Aneto.

En los pastos húmedos y rezumaderos crece Pinguicula grandiflora

Hemos encontrado dificultad para salvar el torrente, muy crecido por la presencia de neveros.

El ibón bajo de Ballibierna permanece parcialmente cubierto de hielo 

Los pastos, recién liberados de la nieve, están cubiertos de Pulsatilla vernalis
 Pulsatilla vernalis antes de abirse.

El ibón bajo tiene un primer tramo estrecho. Al pasar junto al ibón podemos apreciar el espesor de nieve que se acumula en invierno en la hondonada tallada en el granito.

Tras el estrecho tramo el ibón se abre en una cuenca amplia. Al fondo comienza a verse el collado de Ballibierna.


Pasado el primer ibón, miramos hacia atrás y disfrutamos unos momentos con las tonalidades azules y grises del agua y el hielo.
 La Tuca d'es Muyidors flanquea el ibón bajo de Ballibierna.
Ranunculus pyrenaeus florece tras la retirada de la nieve.
El ibón alto de Ballibierna, a 2475m ocupa una cubeta más amplia y por este motivo acumula menos nieve.

El plan previo, que era subir la Collada dels ibons lo desechamos ya que persiste un nevero de bastante inclinación y no llevamos equipo para subir seguros. Decidimos subir al collado de Ballibierna. A medida que subimos ganamos hermosas perspectivas sobre los dos ibones de Ballibierna

El collado lo tenemos a la vista, y sólo algún nevero de escasa pendiente queda en medio.

Los ibones de Ballibierna y el macizo de Posets de fondo.

Vista de la cabecera del valle de Ballibierna desde el collado del mismo nombre (2.725m),y el pico  Rusell (3207m) que baja su crencha hasta la collada de los ibons.























Desde el collado, el aspecto de los flancos de la Tuca Cap de Llauset






















En el lado oriental del collado, el Estany Cap de Llauset, casi completamente  cubierto de hielo, y detrás la colladeta dels Estanyets que da paso a los lagos de Angliós.























Erigeron uniflorus, a 2725m, en el collado.
A la misma altitud, Cardamine resedifolia
Marisol, Diego y yo en el ibón bajo de Ballibierna.

Datos de la ruta y track aquí


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Vinca major y Vinca difformis "flores de cementerio"

Hace unos días volví una vez más a Alquezar para dar un paseo por el río Vero. Seguí la senda que baja por el barranco hacia el recorrido de las pasarelas. Es un espacio atractivo en el que los litoneros (Celtis australis) y viburnos (Viburnum tinus)  crean una atmósfera agradablemente sombría, como de selvática espesura en la que de las lianas trepadoras de la nueza negra (Tamus communis) cuelgan racimos de frutos rojos  y la "oreja de oso" (Ramonda myconi) colorea las rocas con pinceladas rosadas. Los conglomerados sirven de apoyo para los arrocetes de flores blancas (Sedum dasyphyllum) y zerbunas (Polypodium cambricum) de grandes y triangulares hojas. Entre tanta exuberante vegetación me llamó la atención la amplia expansión de las vincas.
Vinca difformis. Detalle de los sépalos.














La especie que estaba viendo es Vinca difformis, una más de las "plantas de cementerio" que proceden de las zonas costeras mediterráneas y que se ha cultivado en pueblos como ornamental. La magia que estaba viviendo hasta ese momento, creyendo estar caminando por un paraje de pureza natural, entró en crisis al instante. No pude menos que sentir una pequeña decepción, producida por la magnitud de la extensión de esta planta en un lugar que hasta ese momento creía original. Si se había escapado del cultivo y se había naturalizado en el barranco eso significaba que se estaba deteriorando el equilibrio de este espacio natural. 
Es difícil encontrar un lugar donde no aparezca la mano humana en el paisaje. Es muy difícil no encontrar plantas alóctonas que en ocasiones invaden y desequilibran un hábitat. No sé hasta qué punto el gran público es consciente de esta situación y de la importancia de implantar hábitos que impidan que cada vez los espacios se degraden más y se pierda la biodiversidad. Porque cuando una planta importada prospera invadiendo un espacio, otras plantas que quizá llevaban allí milenios habitando ese lugar retroceden o desaparecen.
Vinca major. Detalle de los pelos que contornean la hoja en esta especie

Nabaín

El pico Nabaín (1799m.) se opone al ímpetu del río Ara y le obliga a retorcerse y estrecharse en congostos antes de salir al campo de Boltaña donde se libera y expande. El aislamiento de esta cima propicia generosas vistas de esta parte del Pirineo al tiempo que esconde un sorprendente pasado geológico. 

Hacemos una ruta circular que tiene en Ascaso principio y fin. La semiderruida iglesia apunta con su tejado a la cima de Nabaín


Casas de irregular aparejo se mantienen en pie a duras penas. Hay alguna casa rehabilitada para turismo rural. Es un lugar donde curar el espíritu de los ruidos modernos.
Deslucidos encalados.
Un reloj de sol, pintado en el s.XIX invita a acercarse "paso a paso para saber la hora en Ascaso"

Junto a la carretera de acceso a Ascaso parte una pista que bordea el pueblo y se dirige en línea recta hacia la cima. El camino seguirá el plano del estrato superior que conforma esta montaña.

Caminamos sobre la roca desnuda, siguiendo hitos que sortean raquíticas matas de erizón. Es roca desnuda. Erizones crecen en fisuras y rellanos. Abundan los fósiles de macroforaminíferos. Estos fósiles proceden de seres  unicelulares con caparazón en forma de espiral que habitaron el mar hace 50 millones de años. Sin duda tenía que ser un mar en el que bullía la vida.

Durante millones de años se acumularon estos seres vivos además de los finos sedimentos en un mar que sufre una reducción en extensión y profundidad como consecuencia de la elevación paulatina de la cordillera. Estos sedimentos forman las capas que posteriormente plegadas forman el relieve en cuesta que ahora remontamos.


En cuanto tenemos ocasión salimos del camino para asomarnos al confín de esta cuesta truncada por la erosión del Ara.


Contemplamos cómo los estratos sobre los que estamos  se prolongan hacia el valle y continúan plegándose en la sierra Ferrera.

Es un potente anticlinal, el denominado anticlinal de Boltaña que ha sido dividido por el río Ara , dejando al descubierto su estructura interna.

Los estratos forman resaltes rocosos en razón de la diferente dureza de los materiales. Es el congosto de Jánovas, tan llamativo cuando se atraviesa por la carretera. La torre de la parroquial de Jánovas asoma junto a los prados.

Desde este ángulo enlazamos mentalmente el flanco de Nabaín con su gemelo al otro lado del valle, en Ferrera


Lactuca tenerrima, escasa planta en el Pirineo, se agarra a una repisa del acantilado.

Volvemos al camino para continuar el ascenso. La pendiente se modera a medida que tomamos más altura y comenzamos a seguir el cordal de la montaña.

Peña Canciás aparece lejana

La monotonía impuesta por el erizón va cediendo. Aparecen otras plantas de clima montano seco: Chaenorhinum origanifolium, Arenaria grandiflora, y asoma entre las grietas Paronychia kapela subsp. serpyllifolia

Cerastium pumilum , planta anual que gusta de suelos básicos y secos.

En la cima de Nabaín hubo una ermita dedicada a Santa Marina. Hoy solo quedan  ruinas.
Desde sus maltrechos muros contemplamos, hacia el sureste, al río Ara a su paso por Boltaña, y más lejos Aínsa junto a la cola del embalse de Mediano.


Si las condiciones atmosféricas fueran buenas tendríamos unas soberbias panorámicas del Pirineo, pero el cielo está cubierto y la atmósfera turbia. Intentamos apurar momentos en los que las nubes dejan algún resquicio.
La Peña Montañesa presenta las bandas inclinadas de calizas que constituyen sus formidables muros.

El macizo de Monte Perdido queda cubierto, pero vemos el inicio del cañón de Añisclo con Mondoto a la izquierda y Sestrales a la derecha, vigilantes guardianes del paso hacia el norte. Esta perspectiva nos permite comparar ese paraje con el lugar donde ahora nos encontramos. Su historia es similar: un gran anticlinal surcado por el río. La diferencia es que en el caso de Añisclo el río corta longitudinalmente el pliegue. Lo parte a lo largo aprovechando la falla que corre de norte a sur haciendo desaparecer la parte central y más elevada del pliegue. En el caso del anticlinal de Boltaña, el río atraviesa transversalmente el pliegue.


El valle de Gistaín, con el macizo de Posets y sus vecinos Eristes.

Hacia el noroeste la sierra de Bolave , antesala de la entrada a Bujaruelo.


Miramos en la cercanía, especialmente al norte, la sierra de Bolave. Distinguimos en la ladera de la sierra los mismos estratos verticalizados que luego continúan en dirección sur hacia Jánovas. Mentalmente conectamos el pico Nabaín con esta sierra, identificándolos como una misma unidad plegada de dirección norte sur que contrasta con el resto de los plegamientos pirenaicos que tienen orientación este oeste. Desde este punto vemos materializado el giro que dio este pliegue haciendo que el anticlinal de Boltaña rotase en abanico sobre un punto central que estaría al norte de la sierra. El pliegue de Añisclo, que vemos paralelo a la sierra de Bolave sufrió el mismo proceso de desplazamiento en abanico.


En las laderas apenas se distinguen las miméticas casas de varias poblaciones.

Campol y San Felices de Ara

Yeba

En lugar de tomar el mismo camino de vuelta, seguimos el cordal de Nabaín para ir a tomar la pista que conduce a Morillo de Sampietro.  No hay camino, sólo algún leve rastro de paso y cañadas antiguas perdidas por la erosión y porque los erizones las han ocultado. Al seguir la cordal de Nabaín podemos disfrutar de hermosas perspectivas de esta montaña.



Encontramos Ornithogalum orthophyllum

Ramonda myconi

Con algo de dificultad para seguir caminos perdidos y encontrar la orientación de vuelta vamos bajando de Nabaín. Al pie de la ladera vemos Ascaso

Ascaso y sus bancales
Valeriana apula, en herbazales menos agobiados por los erizones.





Por fin encontramos la pista que lleva Morillo, y poco antes un desvío que por ruta ya bien marcada nos conduce a Ascaso. ya cerca del final del recorrido pasamos un pintoresco puente que salva unas pequeñas gorgas del barranco.




Marisol, Aurora y yo en Nabaín


Datos de la ruta y track en



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