Ophrys incubacea

Hace una semana acompañé a un grupo de chavales en un paseo botánico por los alrededores de Barbastro. Era una excursión organizada por el club de Montañeros de Aragón de Barbastro al que pertenezco. Al poco de rebasar la cruz de Santa Bárbara les sugerí que se fijasen detenidamente en un grupo de orquídeas que crecen en el talud que bordea la pista. Tras unos breves minutos mirándolas detenidamente, les pedí que guardasen la imagen mental de lo que habían visto para que más adelante pudieran comprobar si esta misma flor se repetía a lo largo del camino. Por fortuna (he de reconocer que algo intencionada) dimos con otras orquídeas del mismo género: Ophrys passionis, Ophrys sphegodes, Ophrys lupercalis.  En el caso de Ophrys incubacea, la vista delata diferencias claras sobre otras orquídeas del mismo género: el labelo presenta unas gibas laterales, a modo de alitas mucho más prominentes y largas que en las otras especies, que mantienen la pilosidad parda en la cara externa, pero que carecen de pelos en las caras internas. La cavidad donde se aloja el estigma está coloreado de blanco.
El experimento funcionó, enseguida se dieron cuenta de que había sutiles diferencias que separaban a unas especies de otras.  El ejercicio lo repetimos con varias especies de la familia de las Euphorbias. El objetivo del paseo se estaba consiguiendo: demostrar que la naturaleza es mucho más rica y variada de lo que a primera vista parece, y que para apreciar esta riqueza es preciso educar los sentidos y desarrollar la atención plena. Sólo podemos descubrir la naturaleza si sabemos apreciar la diferencia, y esta es una de las  bases del conocimiento. 
Una de los regalos que la botánica me ha dado a lo largo de estos años de observar la naturaleza es que me ha enseñado a mirar, a oler, a tocar, a saborear, e incluso a escuchar. Sí, porque las plantas ofrecen todo esto, y mucho más.

El botánico Giuseppe Bianca describió esta planta en 1842 a raíz de sus estudios sobre la flora de los alrededores de Siracusa, en Sicilia.

Comodoto

24 de febrero de 2019.  En marzo de 2015 intentamos subir  al Comodoto, y tuvimos que darnos la vuelta a pocos metros de llegar a la cima.  Mirando fotografías de aquel año, siendo marzo, había mucha más nieve que febrero de este año. Ahora sí que hemos conseguido el objetivo, con lo que puedo añadir imágenes de lo que se divisa desde la cima. Si miráis el reportaje de aquel año, podéis comparar fotografías. Procuro no repetir encuadres para que un reportaje y otro se complementen.


Aunque la carretera que sube hasta Espierba, y ahorra unos cuantos metros de subida, todavía hay que remontar un buen trecho de la sierra. El camino se esconde entre los pinos, o se sube por la pista. Una ventana en el bosque nos deja la estampa del Mallo Gran.

Sólo algún pequeño retazo de nieve cubre las laderas, prácticamente nada hasta el collado.


La intensa luz se cuela en el valle y forma una pátina sobre las paredes de Pineta.
Al otro lado del collado, los bancales sobre la ladera del Pico La Mota, extremo oriental de la sierra de Liena, delatan la presencia de los pobladores de Chisagüés. Al fondo, Punta Fulsa  muestra airosa su punta triangular, y en su flanco norte se dibuja el barranco de Urdiceto.


Una vez en el collado donde confluye pista y camino que ataja sus curvas, desde allí un camino largo que sube y se pierde.

Punta Suelza nevada, y a su lado el triángulo de Punta Fulsa.


El pico Comodoto se hace de rogar, y tarda en aparecer. Llevamos subiendo por la loma de la sierra un rato hasta que aparece la figura del pico Comodoto. Todavía toca perder algo de altura para retomar el ascenso y afrontar la última subida.

A nuestra espalda, la ondulante sierra de Espierba, camino recorrido hasta llegar a la última pendiente del Comodoto.


Los últimos metros de pendiente se empinan y hay que prestar más cuidado.



El Comodoto tiene una estrecha y rectilínea cresta, suficiente en anchura para andar con comodidad, pero con laderas vertiginosas a ambos lados. Mirando hacia atrás, la cresta del Comodoto apunta como una flecha hacia la entrada del valle de Pineta, marcando la posición del macizo de Cotiella.
El macizo de Cotiella y Punta Llerga como si quisiera apartarse del macizo, separada por el collado de Santa Isabel.



La cabecera del valle de Pineta, Pico de Añisclo,Monte Perdido, El Cilindro,Marboré, Astazus y Pico de Pineta, entre todos forman ese magnífico cierre de circo. Bajo la reciente nieve el glaciar del Monte Perdido, roto en escalones que bajan hacia la plana de Marboré.
Podemos admirar el desarrollo de los pliegues que construyen los Astazus y el pico de Pineta que giran hasta casi la vertical, en tanto que  el Pico Blanco y la Punta del Puerto Viello muestran pliegues tumbados.


Monte Perdido y Cilindro de Marboré.

Desde la cima del Comodoto , en dirección noreste nos quedamos embelesados contemplado el pico de la Robiñera, que con sus justos 3001m. domina el valle de Chisagüés, a su lado el pico do Chinipro tiene un aspecto menos feroz.



Las Tres Marías separadas de las Tres Sorores por el collado de Añisclo. una vista integral de la sierra d'as Tucas.

Un saludo desde la cima del Comodoto 

Track y detalles de la ruta en 


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Pelopín en invierno

13 de febrero de 2019.    El Pelopín es una de esas cimas de modesta altura que se sitúan en  primera fila frente a las imponentes masas calizas de las sierras interiores. No participan de los escarpados relieves que se muestran al norte, y anticipan las suaves formas  construidas sobre materiales de flysch que más al sur se resuelven en la Depresión Intermedia del Pirineo. En el caso del Pelopín se añade la circunstancia de situarse en la divisoria de aguas entre el valle del  Gállego y el del Ara por lo que ofrece unas buenas vistas de la sierra de Tendenera y del macizo de las Tres Sorores.

Pasado el túnel de Cotefablo, si venimos del lado de Biescas, aparcamos en amplia explanada y tomamos inmediatamente la pista que en amplias lazadas gira al norte para después decidirse tomar rumbo al sur. Al ser cara norte, todavía se mantiene la nieve. El intenso anticiclón que ha dominado parte de enero y febrero ha derretido gran parte de la nieve, y por el contrario la que se encuentra en cara norte está dura como la piedra debido a las heladas nocturnas. Tomo nota para que la próxima vez que venga con los esquís tenga en cuenta  aprovechar nieves más recientes.

En pocos metros de desnivel dejamos atrás el bosque y nos situamos sobre el valle de Linás de Broto. Las laderas hacia el sur hace días que perdieron la nieve, y sólo el Mondiniero mantiene ca cabeza cana.

Linás de Broto y algo más allá Viu, dos poblaciones orientadas al calor del mediodía.

Aunque cubierta por la nieve, la pista se intuye cortando las laderas y marcando la dirección hacia el Pelopín, que ya se muestra levemente.

Allí donde llega el sol, la nieve está más amable, pero intuímos que no será así cuando lleguemos a los pacinos  atravesados por los barrancos que vemos más adelante.

Estamos en el collado que separa las cimas del Toronzúe y el Pelopín. Con esta altura ya son visibles las formas de la sierra de Tendenera, y lejos, a la izquierda la Peña Telera.
Peña Telera muestra una inusual silueta desde esta perspectiva.

En dirección Este, comienzan a aparecer las Tres Sorores, y vemos también las laderas del Tozal de las Comas al que hace unos días nos acercamos para ver de cerca la entrada de Ordesa.


Subir y subir... y los horizontes se amplían. Lo que antes eran pequeñas formas adquieren toda su dimensión. Por el flanco sur, la Peña Telera forma el barranco del Puerto, que se cierra en Plan de Usabas. En la vertiente opuesta de este valle elevado se alza  la Punta Burrámbalo, cuya falda boscosa está libre de nieve y sólo está blanca su pequeña pirámide.

Por herbosa ladera llegamos fácilmente a la cima. Lástima que no haya nieve suficiente como para deslizar los esquís en la bajada. Pero la montaña siempre es generosa y nos regala un claro día con diáfanas vistas hacia la Sierra de Tendenera. Peña Sabocos, el Mallo de las Peñas  y la Peña Forato están frente a nosotros 

A continuación de la Peña Forato, la Punta de la Ripera y el Pico Tendenera nos muestran los hitos más altos de la sierra.

Siguiendo con la mirada la cresta de la sierra llegamos a la peña Arañonera o de Otal.

Y como gustamos de recorrer con la mirada los horizontes, reunimos las tres anteriores fotografías.

Como decíamos al principio, el Pelopín inicia la series de montañas suaves. En el sur se intuye la Depresión Intermedia, allá donde se distingue la silueta de la Peña Oroel. El Oturia, a la izquierda.

Siguiendo la mirada por encima de las ondulaciones que llevan al puerto de Yosa vemos a lo lejos la sierra de Guara.

Girando de nuevo la mirada hacia el noreste, nos encontramos con las inconfundibles líneas de las Tres Sorores, así como las fajas y cantiles que bordean el valle de Ordesa. 
Gabieto Norte, Taillón, Brecha de Roldán, el Casco y la Torre, Los Picos de la Cascada, El Cilindro, Monte Perdido y el Pico de Añisclo.

Y desde este modesto lugar, un excelso panorama hacia la tierra del Sobrarbe.

Track y detalles de la ruta en  wikiloc


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