Peralta de la Sal-Calasanz-Gabasa

15 de mayo de 2019.
Antes de que apriete la calor y se haga demasiado penoso caminar por tierras de la Llitera, emprendemos el camino que une las poblaciones de Peralta de la Sal y Calasanz. Después de volver a Peralta de la Sal, haremos un pequeño salto en coche para acercarnos al barranco de Gabasa. Son dos mundos opuestos: el árido y salino de Peralta y Calasanz y el ambiente fresco y de exuberante vegetación  que produce el barranco de Gabasa.



La primera parada la hacemos para contemplar la playa fósil que contiene huellas de aves. Desde lejos ya se aprecia un estrato en posición vertical en el que se aprecian incluso a distancia las ondulaciones que se produjeron en la orilla de un lago salino que existió en este paraje en el Oligoceno inferior (hace 25 millones de años)

Los ripples forman una curiosa textura que a todos nos resulta familiar si hemos caminado por un lecho de aguas someras y escaso oleaje. Aquí en Peralta de la Sal las huellas pertenecen a algún ave que dejó la impronta de sus tres dedos mientras caminaba por aquellos limos buscando de qué alimentarse.

Cerca de allí crece Chaenorhinum minus, plantita anual que crece en ambientes secos y soleados.

Seguimos la senda que está marcada como GR 23 y que nos conduce directamente a Calasanz. Su emplazamiento es pintoresco en tanto que se apiña junto al promontorio rocoso que le sirve de protección.

El camino está jalonado con pequeñas matas de Fumana thymifolia, planta mediterránea que se asemeja al tomillo tanto en las hojas como en el porte de la planta.


Ya cerca de Calasanz distinguimos sobre la roca, a la izquierda, una ermita.

Junto al roquedo crece abundantemente Lavatera maritima

Lavatera maritima es planta escasa en Aragón que indica lugares calizos y secos


Recorremos las zigzagueantes calles de Calasanz buscando la manera de subir a lo alto, hacia la ermita. Es una ermita románica,del siglo XII,  dedicada a san Bartolomé


Telephium imperati está renovando las ramas.

Verbascum  boerhavii es un gordolobo endémico del área mediterránea que cuenta con pocas localizaciones en Aragón.



Desde la ermita, todavía subimos un poco más por el resalte rocoso. La parroquial de Calasanz cierra el pueblo por el este, y se asoma al pequeño barranco que lo protege por el norte.

















Calasanz se asoma a la tierra llana.






















Continuamos el camino en dirección a la salina de Calasanz. La ermita de san Bartolomé queda atrás y presenta su singular ubicación sobre el cantil de la peña.

Antes de llegar a la salina nos topamos con un pozo de nieve. Su conservación es muy buena. La apertura superior está abocinada en una solución elegante y funcional.

Desde el interior se aprecia la construcción de la cubierta con falsa cúpula.

Unos metros más adelante del pozo de nieve ya podemos divisar los cuadros de la salina de Calasanz

La salina está abandonada como sucede con la mayor parte de las salinas artesanales. La salina fue rentable cuando la sal se pagaba cara.

Hemos vuelto por el mismo camino hasta Peralta, y antes de ir al barranco de Gabasa nos acercamos a la salina de Peralta de la Sal. También está en la actualidad sin funcionamiento, aunque el alcalde nos comenta el proyecto de reabrirla y utilizarla como lugar de terapia de sal, tal y como se hace también en Naval.

La presencia de sal hace que aquí sólo vivan especies especialistas. Spergularia maritima crece entre las juntas de las piezas de arcilla que recubren las balsas destinadas a la evaporación del agua salada.



También aparece otra planta de sales: Suaeda spicata.

Tomamos el coche para acercarnos a Gabasa. Aquí daremos un corto paseo por el fresco barranco encajado entre dos paredes rocosas.  El pueblo de Gabasa se apiña encogido entre el barranco y las peñas.

Antirrhinum molle, raro endemismo del Pirineo central y oriental, crece en los tapiales del pueblo de Gabasa.

Un puente permite el paso del estrecho y da comienzo al sendero que recorre el barranco.

Al barranco se accede franqueando la puerta que se abre en los estratos verticales.


En las rocas verticales y húmedas crece Saxifraga fragilis

La humedad permanente permite la proliferación de Equisetum telmateia

Equisetum telmateia.

Tamus communis, una enredadera de ambientes sombríos, está en flor.

Lithospermum purpurocaeruleum forma vistosos macizos 


Flores de Lithospermum purpurocaeruleum

Geum urbanum, herbácea  habitual en la montaña, baja excepcionalmente hasta esta latitud.

Al final del recorrido llegamos a la cascada que se forma al descargar en el barranco la fuente del Clot del Ull.


Track y datos de la ruta en 



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Los colores que vamos perdiendo y el veneno que nos mata

Tulipa sylvestris
Volvíamos de observar helechos que crecen en las ofitas de Estopinán, cuando José Vicente, mirando los cultivos que bordean la carretera comentó: -¿No tienes la sensación de que cada vez hay menos colores en el campo? -Sí -le contesté- la memoria me guarda campos con colores más variados, más ricos en tonalidades. Hace tiempo que no veo algunas plantas que antes podía encontrar con mayor facilidad.
Es un hecho. El uso indiscriminado y masivo de los herbicidas químicos está haciendo desaparecer pequeñas flores que antes acompañaban los lindes de los cultivos. Hace unos años encontré en internet un documento elaborado  por una asociación de botánicos francófonos "Tela botánica" que alertaba de las especies vegetales que habían desaparecido en muchos departamentos franceses. La lista era preocupante. En la revista Quercus, otro investigador Javier Puente Cabeza escribió  en 1997 un artículo sobre
Iberis pinnata
"malas hierbas de secano en peligro de extinción". Miro mis anotaciones, y comparo mis listas con las de Francia y las de Javier Puente. Hay muchas coincidencias. Algunas son las que ilustran el lateral de este artículo, especies que todavía podemos ver por el Somontano, pero que cada vez son más escasas.






Silene muscipula


Habrá quien relativice estas desapariciones, o incluso las achaque al cambio de los tiempos y al pago que, dicen,  hay que pagar por la modernidad, la productividad y el confort. Para estas personas contaré aquí la noticia aparecida hace pocos días en la que se da cuenta de la sentencia de un tribunal de California (EEUU) a favor de una familia intoxicada por un herbicida muy popular, el "Roundup", tan popular que aquí le ponemos el  españolizado nombre de "rundun".



Adonis aestivalis
Tan utilizado es este producto que a cualquier agricultor, jardinero u hortelano que le pregunten por la manera de eliminar una mala hierba, la contestación es siempre la misma: -una buena rociada de "rundun" y solucionado-.
El tribunal da por probado que el uso de este fitosanitario es altamente tóxico para el ser humano (además de su altísima toxicidad para el medio ambiente)  hasta el punto de que fue el responsable de la formación de cáncer en los demandantes y condena a la empresa Monsanto a indemnizarles con una millonaria suma.




Consolida pubescens
Es la segunda vez que se condena a esta empresa por este fitosanitario, y parece ser que no va a ser la última. Roundup es la marca comercial, pero como sucede en estos casos la clave del asunto está en el componente de este producto: el glifosato. Grupos ecologistas y defensores de la agricultura ecológica llevan años intentando que la Unión Europea prohíba el uso del glifosato, tanto por el daño que produce a los que lo manipulan como el que produce en el medio ambiente. La última noticia, nefasta, es que se ha prorrogado el uso de este herbicida como mínimo hasta 2022. Y mientras tanto, la lista de desapariciones va creciendo.



Ophrys incubacea

Hace una semana acompañé a un grupo de chavales en un paseo botánico por los alrededores de Barbastro. Era una excursión organizada por el club de Montañeros de Aragón de Barbastro al que pertenezco. Al poco de rebasar la cruz de Santa Bárbara les sugerí que se fijasen detenidamente en un grupo de orquídeas que crecen en el talud que bordea la pista. Tras unos breves minutos mirándolas detenidamente, les pedí que guardasen la imagen mental de lo que habían visto para que más adelante pudieran comprobar si esta misma flor se repetía a lo largo del camino. Por fortuna (he de reconocer que algo intencionada) dimos con otras orquídeas del mismo género: Ophrys passionis, Ophrys sphegodes, Ophrys lupercalis.  En el caso de Ophrys incubacea, la vista delata diferencias claras sobre otras orquídeas del mismo género: el labelo presenta unas gibas laterales, a modo de alitas mucho más prominentes y largas que en las otras especies, que mantienen la pilosidad parda en la cara externa, pero que carecen de pelos en las caras internas. La cavidad donde se aloja el estigma está coloreado de blanco.
El experimento funcionó, enseguida se dieron cuenta de que había sutiles diferencias que separaban a unas especies de otras.  El ejercicio lo repetimos con varias especies de la familia de las Euphorbias. El objetivo del paseo se estaba consiguiendo: demostrar que la naturaleza es mucho más rica y variada de lo que a primera vista parece, y que para apreciar esta riqueza es preciso educar los sentidos y desarrollar la atención plena. Sólo podemos descubrir la naturaleza si sabemos apreciar la diferencia, y esta es una de las  bases del conocimiento. 
Una de los regalos que la botánica me ha dado a lo largo de estos años de observar la naturaleza es que me ha enseñado a mirar, a oler, a tocar, a saborear, e incluso a escuchar. Sí, porque las plantas ofrecen todo esto, y mucho más.

El botánico Giuseppe Bianca describió esta planta en 1842 a raíz de sus estudios sobre la flora de los alrededores de Siracusa, en Sicilia.