Monte Perdido

6 de octubre de 2019. Subimos al Monte Perdido desde el punto  próximo a Cuello Gordo,en el que deja el autobús que parte de Nerín. Es una ruta larga pero asequible desde el punto de vista técnico si ha desaparecido la nieve.  No hay mayor dificultad que los casi 1400 metros de desnivel y 25 kilómetros totales de recorrido, eso si la nieve se ha retirado. En caso contrario las estadísticas nos dicen que es una de las rutas que  supera ya los 50 muertos en el tramo llamado "La Escupidera".


El cielo comienza a iluminarse con la claridad del alba, pero el sol todavía no ha comenzado a alumbrar las cumbres. El Monte Perdido centra la imagen flanqueado por El Cilindro y el Pico de Añisclo.

Caminamos junto al Mondicieto por senda que bordea la Brecha de Arazas , sobre  los cantiles que forman el valle de Ordesa. A lo lejos, la sierra de Tendenera cierra el valle.



























Primeras luces sobre la sierra Tendenera



Al pasar por Cuello Gordo  podemos ver tierras cercanas de este rincón del Sobrarbe: Castillo Mayor.

A estas alturas de octubre no espero encontrar gran cosa en cuanto a plantas con flor. Cirsium acaule todavía mantiene la floración.

El sol ya ilumina el Cilindro y la cima del Monte Perdido. Resaltan en blanco las calizas masivas.




El avance hacia la cabecera del valle y el continuo ascenso nos permiten contemplar al sesgo el Casco, una porción de la brecha de Roldan , la Punta Bazillac, y el Taillón, parcialmente oculto por las laderas del pico de Millaris.

Es una perspectiva fugaz, la aproximación al eje de la cadena montañosa nos limita la visión frontal. A cambio, la luminosidad de la mañana nos muestra nítidamente el cabalgamiento que alterna calizas y margas y que forma la base del Circo de Góriz.

El sendero discurre paralelo a las bandas de calizas que presentan un leve lapiaz vertical.

Son escalones con fáciles pasos en los que tan apenas hay que usar las manos.
El dominio rocoso  sustituye a los pastizales que hasta ahora nos han acompañado.  La senda lleva el rumbo decidido hacia la base del Cilindro.

En ascensión continua, los anticlinales y cabalgamientos van apareciendo con cada paso.

El pico Tobacor.





Todavía en flor un ejemplar de Armeria alpina.





Un paso con una leve exposición, apoyado por una cadena.


Hemos llegado al cierre del pequeño circo que aloja al ibón Helado. Ahora vemos, al fondo la cima del Monte Perdido, con el sendero que recorre la larga pedrera que lleva a la cumbre.


Me alejo un poco para tomar una panorámica que refleje la grandiosidad del conjunto.


El Monte Perdido, el zigzag que recorre la pedrera hasta llegar al collado que une el Monte Perdido con El Dedo. A mitad del zigzag, el corte en la dorsal que arma el Monte Perdido, denominado La Escupidera, lugar de extremo peligro con nieve, debido a que la pendiente, levemente peraltada hacia la derecha lleva irremediablemente hacia ese aliviadero y en caso de no autodetenerse con el piolet lleva al precipicio que flanquea el pico.

El ibón Helado, y sobre él el Cilindro de Marboré, con su característico pliegue tumbado, y el dedo, ambos separados por el Cuello del Cilindro.
Seguimos la ascensión, evitamos el primer tramo de pedrera, subiendo por la dorsal, rumbo hacia La Escupidera.

Algún pequeño retrepe sin dificultad.

El Cilindro de Marboré y el Ibón Helado.






























Como ya hemos superado los 3.100 metros de altitud, las vistas de fondo comienzan a ser prodigiosas. En el  centro de la imagen, en la lejanía, el Collarada, cerrando la alineación de las sierras Partacua y Tendenera.


Juego de grises y blancos que trazan las líneas de los pliegues constructores de este relieve.



La pendiente se acentúa, y la pedrera cada vez se hace más incómoda. Ahora se aprecia la "trampa" de la Escupidera.

Llegados al collado que separa El Dedo del Monte Perdido, posponemos la llegada a la cima para, desviándonos un poco, asomarnos al balcón que nos permite contemplar en todo su esplendor el ibón de Marboré y la Brecha de Tucarroya. Como una leve mota, el refugio de montaña encajado en la brecha.

Desde la misma posición contemplamos los restos del Glaciar de Monte Perdido.




A la derecha de la Plana de Marboré, se abre el valle de Lalarri,  y los picos La Munia y Robiñera
Subimos unos pocos metros más, por cómodo sendero. Desde aquí se abre un inmenso panorama circular lleno de contrastes. Hacia el sur, me impacta la visión sobre el cañón de Añisclo, con el pico Sestrales que aparece como desgajado por el cañón. A la derecha el valle de Ordesa traza su curva girando alrededor del pico Tobacor.

Hacia el Oeste, El Cilindro y el ibón Helado dominan la perspectiva. La sierra continúa hasta terminar en el Taillón. De fondo aparece Vignemale y los Picos del Infierno.


El valle de Pineta, en línea recta que nos dirige la mirada hacia el macizo de Cotiella.




El conjunto Cilindro Marboré. al fondo a la izquierda el Vignemale.

El valle de Pineta, se bifurca en el valle colgado de Lalarri. El pico Comodoto culmina la sierra de Espìerba con su cima de afilada cresta.
El valle de Añisclo, el pico Sestrales y a su costado el Castillo Mayor. Las brumas se extienden sobre Mediano.


Integrantes del  Club Montañeros de Aragón-Barbastro, en la cima del Monte Perdido.


Track y detalles de la ruta en 


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Verbascum sinuatum "berbasco, gordolobo"

Tengo a Angkor unos días en casa, y ,como  es un animal inquieto, he cogido la bicicleta y lo he llevado al trote por el camino que lleva a El Pueyo. Es animal agradecido, y como quiera que sus dueños lo llevan tras la bicicleta muchas veces, ha meneado el rabo con alegría en cuanto ha visto las dos ruedas. Hacía días que no tomaba este camino. Soy enemigo de las calores y los caminos polvorientos, y hasta que  no entra el otoño dejo aparcada la bicicleta. Como ha llovido y comienza a formarse rocío por las mañanas, ahora el camino está magnífico; los cerolleros comienzan a cambiar su color los arañones han tomado su color azul prunoso y la tierra desprende aromas de moho e hinojo.
Angkor tiene un carácter curioso, y aunque me sigue con disciplina, de tanto en tanto le despista cualquier cosa que encuentra por el camino. A veces es el rastro de algún topillo al que se afana por encontrar husmeando entre las hierbas, infeliz si piensa que va a poder verlo. Otras veces es el vuelo a salto de algún pajarillo. En una ocasión se me ha parado junto a un gordolobo que todavía conserva sus flores. No sé si Angkor  tiene querencias botánicas, creo que no. Más bien, pienso que ha sido la casualidad que dondequiera que hubiese algún olor extraño para él allí estaba el gordolobo. Esta vez me he parado yo también y me he quedado contemplando el gordolobo. Las flores todavía lucen sus tonos amarillos, de membrillo maduro, que con el sol al sesgo lucen con un brillo especial. Es éste un gordolobo de hojas recortadas en lóbulos sinuosos, de allí su nombre latino.
Las flores nacen en ramas alargadas que parten de un tallo común, a modo de candelabro barroco. Carece de la tupida borra que encontramos en otros gordolobos, aquellos utilizados para sanar afecciones de la piel y cuyas flores se escaldan para fabricar tisanas que alivien los catarros.  Y con este último ejemplar florecido, disfrutando antes de que la niebla y el frío lo mustien, me he quedado embelesado un rato, hasta que por el rabillo del ojo he visto que Angkor mueve inquieto el rabo. Vale, de acuerdo. Seguimos el camino. Angkor compite con mi rueda por ver quien lleva la delantera. Yo pedaleo mecánicamente, al ritmo del trotecillo de las patas de este perro que hoy me ha llevado a los colores del otoño atrapados en una mata de gordolobo.

Pico de Sacruas / Sacroux

29 de septiembre de 2019.
Dos bellos rincones del valle de Benasque son el lago de Gorgutes y el puerto de la Glera.  Con un poco más de esfuerzo se  sube al fronterizo pico de Sacruas en la toponímia benasquesa, Sacroux en la francesa.

Ibón de Gorgutes y a la izquierda el pico Sacruas/Sacroix. Fotografía tomada desde la Tuca de Paderna.


Donde termina la carretera que un tiempo atrás se proyectó para pasar a Francia a través de un túnel, comenzamos a caminar subiendo entre pino negro, arandaneras y matas rastreras de enebro.

Está proclamado el otoño, pero todavía se mantiene alguna pequeña flor, como esta Polygala alpestris, habitante de los suelos subalpinos ácidos.

Nuestra hija nos ha dejado a Angkor. Éste nos acompaña con su natural curiosidad y su desbordante energía.

Es difícil resistirse a hacer una fotografía a los azafranes silvestres (Crocus nudiflorus)

En cuanto dejamos el bosque y subimos por los ya pardos pastos aparece a nuestra espalda el macizo de las Maladetas. Abajo, el edificio de los Llanos del Hospital. Arriba, el glaciar de la Maladeta.








El ibón de la Solana de Gorgutes está partido en dos  por un desprendimiento masivo de rocas que lo rebasa y se prolonga un centenar de metros más abajo.
A medida que dejamos atrás el ibón de la Solana podemos tener una visión ampliada de la Tuca de la Montañeta 

Unos pocos metros más arriba encontramos el ibón de Gorgutes, con la tuca del mismo nombre a la izquierda y la tuca de la Glera a la derecha, entre ambas cimas se aprecia el sencillo paso del puerto de la Glera. En medio de la fotografía , retirado del primer plano tenemos ya  a la vista el pico Sacruas/ Sacroix.




Seguimos hacia el collado de la Glera, el ibón de Gorgutes adquiere nuevas formas con el cambio de perspectiva.

Hemos pasado el puerto de la Glera, que en la fotografía aparece a la izquierda. La Tuca de la Glera domina el panorama sobre el ibón de Gorgutes.
La Tuca del Puerto Viejo /Mall Pintrat
La Tuca del Puerto Viejo/ Mall Pintrat tiene forma de prisma con cúspide piramidal.

Poco a poco el puerto de la Glera va quedando atrás, asoma la punta del Salvaguardia.

Se nos termina el camino sobre la tasca y comienza un pequeño caos de rocas. Arriba ya distinguimos con claridad la cima del Sacruas en el centro de la imagen.

Un pequeño grupo de montañeros van delante nuestro y comienzan a subir la parte rocosa, una suerte de escalera natural que salva las gradas de calizas fuertemente inclinadas. La ruta sigue una diagonal que va a terminar en los pastos superiores para llegar al collado que asoma a la izquierda.

En el caos de piedras observamos pizarras y esquistos que tienen unas peculiares rugosidades.

Superado el tramo rocoso sin dificultad, aunque con la precaución debida, tomamos las últimas zetas antes de llegar al collado que nos deja en la cresta cimera.

La divisoria fronteriza a la que nos dirigimos tiene continuidad por una cresta que lleva hasta la Tuca de Gorgutes/ Pic d'Estauas
Llegados al collado, ya sólo queda afrontar la fácil cresta que conduce a la cima, pero antes contemplamos lo que se ve más allá de la barrera fronteriza. 
La asimetría entre el norte y el sur del Pirineo queda manifiesta en esta imagen en la que vemos el valle de Bonnéu que desemboca más allá en Bagnères de Luchon. Montañas suaves, de poca elevación, que terminan bruscamente y a breve distancia en la llanura occitana.

Sin complicaciones llegamos a la cima. Hacia el Oeste se despliegan caprichosas formas rocosas, el grupo de montañas que forman los Quayrat y Hount Secs, formación en línea norte sur que contrasta vivamente con la orientación este oeste del Pirineo. El lago Célinda es una pequeño oasis.

Un pequeño destello blanco  sobre una triangular montaña lejana nos da la situación del observatorio astronómico del Midi de Bigorre.

En dirección opuesta, hacia el Este, vemos el tramo final del valle de Benasque. Abajo vemos el camino que lleva al puerto de la Glera, y la cima con el mismo nombre, a continuación la cresta que mira al norte del Pico de la Montañeta. Detrás, pico Salvaguardia y el la Tuca de la Mina, ambas con su silueta piramidal. El ancho coll de Toro, al fondo, encuadra las formas en joroba de las Forcanadas.

Volvemos la mirada al macizo de la Maladeta, ahora ya podemos ver el Aneto.

Glaciar de la Maladeta, con el pico del mismo nombre sobre él, y de fondo la cima del Aneto.

Levemente se distingue la cruz del Aneto sobre la cima. En el glaciar se aprecian las grietas y la rimaya.

Marisol y Angkor  en la cima del Sacruas /Sacroux.



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