Pico Cerrez e ibón de la Sartén

 13 de agosto de 2021.El macizo de Argualas tiene en su cara occidental un enclave que nos era desconocido. No habíamos recorrido todavía el valle que crean las aguas de Pondiellos, aunque sí habíamos visto su aspecto desde los picos Pui Arcol, Tebarray o el mismo Garmo Negro. El pico Cerrez estaba en esa lista que todos tenemos de "pendientes por visitar". Un lugar solitario por la exigencia del desnivel a superar y por estar lejos de las grandes rutas habituales. Una agradable sorpresa por la pureza de sus rincones y la variedad de ambientes que ofrece. En una fotografía tomada desde Pui Arcol, hace un par de años, tuvimos ocasión de contemplar este pico entre sus hermanos mayores, así como parte del recorrido que ahora hemos hecho, pasando por el ibón de las Albas.



El sendero que nace en Sallent de Gállego es discreto, aunque señalizado adecuadamente. Corta perpendicularmente las curvas de nivel hasta llegar al bosque y gira para subir sin pausa por el barranco de Pondiellos. A nuestro costado vemos bajar el  río Aguas Limpias, descolgarse en cascada tras abandonar la presa de la Sarra.


Sallent de Gállego. Las hayas tapizan los flancos del pico Pacino. A media ladera, los pastos se instalan en un tapiz de eras escalonadas.


Peña Foratata


Omalotheca sylvatica, compuesta que nos aparece en claros de bosque en torno a los 1400m.


Vestigio de la actividad pastoril son las casetas refugio en mampostería seca y falsa bóveda que hay junto al sendero.



Percibimos una sensación estimulante al entrar en el barranco de Pondiellos, la sensación que se siente al caminar por un lugar para nosotros desconocido. El denso bosque cubre las laderas sin interrupción, y el frente está interrumpido por la cresta que une la Forqueta con el pico de Pondiellos/Tebarray. 


Encontramos Monotropa hypopitys, planta saprofita. Aunque aquí no está sobre hojarasca acumulada,  suponemos que las micorrizas con las que se asocia para alimentarse están aprovechando los vegetales que se acumulan bajo los parches de tierra desprendida. 


El camino se interna en el bosque siguiendo el rumor del arroyo que corre unos metros abajo.

Aconitum vulparia subsp. neapolitanum, 

Antes de desviarnos de la ruta de Pondiellos y tomar el barranco de las Albas, hacemos un respiro junto al arroyo. El lugar invita.

Muy cerca, Meconopsis cambrica, una bella amapola de flores amarillas.



No me resisto a fotografiar las cápsulas ya maduras, con las ventanas abiertas por donde saldrán las semillas.

Sobre la mano de Marisol se posa una Montañesa de banda larga (Erebia meolans) y allí se queda un largo rato bien tranquila.


Giramos hacia el sur para tomar el barranco de las Albas.

Dianthus benearnensis es un clavelillo que encontramos alegrando estos pastos soleados, a 1.900m.

Es una subida empinada que nos aproxima a la ladera del Garmo de la Mina, aunque separados por el barranco.

Antes de llegar al pequeño ibón de las Albas, la pendiente se suaviza y se accede a una pleta en la que el agua serpentea y riega Aconitum napelus.

Cebollinos /Allium schoenoprasum), falsa árnica (Doronicum grandiflorum) y Saxifraga aizoides tapizan orillas y piedras isla.

Tras el ibón de las Albas ya vemos la pedrera que deberemos subir para llegar al ibón de la Sartén. La cresta de Toronzuelo cierra la imagen al fondo.

Rodeando el pequeño ibón, casi balsa, vemos completa la imagen del Garmo de la Mina o Pico Chiminel. El collado bajo del centro de la imagen es nuestra siguiente referencia de orientación.

Mirando hacia atrás, las pedregosas laderas de Pui Arcol y Sanchacollons

Pasada la bucólica pradera del ibón de las Albas, el terreno se vuelve pedregoso y áspero. La intensa acción de la nieve que se acumula aquí en el invierno tritura las rocas implacablemente. 

El torrente que nace en el ibón de la Sartén salta entre el caos de rocas

Los mojones de piedras nos ayudan a localizar la ruta más cómoda para subir la fuerte pendiente, allí donde el paso de otros caminantes han ido creando una trocha de piedras más pequeñas entre los incómodos pedruscos grandes.

Junto al torrente salvamos los últimos metros antes de llegar al circo que aloja el ibón de la Sartén.

Ibón de La Sartén, a los pies del Garmo de Albas. Detrás de esta barrera están los ibones de Pondiellos. 

Como por hoy ya hemos cumplido el objetivo, aquí pasaremos la noche. Al tiempo que buscamos un lugar donde plantar la tienda aprovechamos para rodear el ibón y conocer estos parajes. En el centro de la imagen tenemos el objetivo para mañana: el pico Cerrez. Sólo nos separan 450 metros de desnivel aunque todavía un poco lejos. Desde Sallent de Gállego, llevamos ascendidos unos 1.150m.  El total de bajada para mañana serán 1.600 metros.

Montaremos la tienda cuando comience a ocultarse el sol, mientras tanto nos acercamos a la ladera del Garmo de la Mina para contemplar el salto de Pondiellos. Es impactante la blancura de la Marmolera de Los Picos del Infierno. 

Regueros de agua recorren la marmolera y crean la falsa impresión de una extensa masa de hielo que se derrite.

En estas fechas, las reservas de agua están escasas, y el desagüe de los ibones es testimonial.

Las rocas muestran unas torturadas contorsiones, pliegues fracturas y calbalgamientos inverosímiles.


El suelo que pisamos es de naturaleza silícea como revela este pequeño helecho que crece en los huecos del canchal: Cryptograma crispa, con los frondes estériles.

Dejaremos que las sombras se vayan alargando y en este magnífico lugar esperaremos que salgan las estrellas.


A punta de mañana reanudamos la marcha. Para hoy avisan de una ola de calor, aunque sabemos que aquí no se dejará notar. Pronto queda atrás el ibón de la sartén, y aparece más airosa la punta de Garmo dera Mina. A la derecha , la forma piramidal del Pico de Tebarray que ya visitamos hace unos años.

¿Cómo vimos en aquella ocasión la zona que ahora recorremos? Reviso el archivo de fotografías y rescato la siguiente imagen desde el pico Tebarray en el que se ve el ibón de la Sartén y Pico Cerrez al costado del macizo de Argualas.

Como en una hornacina un ejemplar de Armeria, no fotografié las brácteas del involucro y por tanto tengo dudas si es A. bubanii por ser las hojas puntiagudas.


Saxifraga praetermisa, propia de roquedos silíceos.

Restos de calizas en la ladera de la Punda dera Liana (pico Algas), un pliegue tumbado y parcialmente perdido, pero que sirve de testigo de la intensa erosión glaciar y periglaciar, y la consecuente pérdida de altura de los Pirineos.

El canchal no termina. Nos lleva al cierre del circo a donde van a parar las gleras que bajan del glaciar rocoso de Punda dera Liana (Pico Algas). Como hemos decidido subir al pico Cerrez por  la cara meridional, recorriendo la cresta, debemos ir al final del circo y acceder a la cresta por su acceso de menor altura.

Los canchales crean un ambiente de cantera de gravas removidas.

Al ganar más altura tenemos a la vista las crestas de Pico Moros/Balaitús

Saxifraga pubescens subspecie iratiana es un endemismo pirenaico que encontramos a partir de los 2,700 metros colonizando como pionera  estos canchales. Aporta a este paraje una nota de vida entre tanto material inerte.

Artemisia eriantha, pobladora de roquedos, que en el valle del Gállego tiene su límite occidental de expansión en todo el Pirineo. Como se ve en la fotografía, la encontramos en la zona más descompuesta de la pedrera, también sobre los 2.700m.






La pendiente de la pedrera es muy pronunciada, más de lo que nos esperábamos. Tenemos que ir buscando el suelo más estable y menos fragmentado. En un momento de respiro miramos el Pico Moros/Balaitús.


Con una cierta dificultad llegamos a la cresta. A nuestro costado se desarrolla una accidentada cresta que conduce al pico de Algas  pasando por una interminable serie de pitones. Detrás del pico de Algas, a la izquierda se ve parcialmente la Marmolera de los picos del Infierno, y también detrás de Algas, en el otro costado, aparece medio desdibujado por el brillo del sol el pico de Argualas. En conjunto un bello entorno de tresmiles.



Phyteuma orbiculare crea ralos pastos en las zonas amplias de la cresta.2.870 m.

También a la misma altitud, Leucanthemopsis alpina.

La cresta se afila a cada paso que damos, y la roca es algo inestable en algunos tramos. Al frente ya divisamos la cima.

Las laderas bajan vertiginosas hacia el valle.



Cuanto más avanzamos por la cresta más se abre la vista sobre los picos del Infierno.


También hacia el occidente, el embalse de Escarra y el circo de Lana Mayor, cerrado por la sierra de la Partacua.


También la vista se extiende hacia el norte, Formigal, Midi d'Ossau.

Ya en el camino de vuelta, hacemos una parada  en el ibón de la Sartén. Momento de contemplación.


De Bergua a Basarán por el puente d'as Crabas

 28 de mayo de 2021. El sendero que une estas dos poblaciones nos adentra en el Sobrepuerto, uno de los espacios más castigados por la despoblación de Huesca. Bergua todavía mantiene población y se han rehabilitado casas. Una estrecha carretera nos permite acceder a Bergua desde las proximidades de Fiscal. No tiene tanta suerte Basarán, abandonado y en completa ruina. Entre Bergua y Basarán un camino que atraviesa un denso bosque y salva el  barrancos Forcos, a la vuelta tomamos  otro camino que llevaría también a Escartín y que atraviesa el barranco de Otal, en el pasado por el ahora desaparecido puente d'as Crabas, en un lugar donde el barranco y el bosque se funden en un sorprendente espacio natural.

En Bergua vemos el integral aprovechamiento de los elementos de la zona para la construcción de las casas. 


La torre de la iglesia carece de tejado. La melena de la campana mira al cielo por ambos lados del muro.


El crismón presenta invertido el anagrama de Cristo. ¿Lo calcó de otro tímpano el artista local y no se percató de que lo reproducía al revés?


Salimos de Bergua por sombrío sendero que baja al barranco Forcos.


Mercurialis perennis crece en el umbroso margen del camino, sobre suelo profundo  y rico en sales.


Frutos de Mercurialis perennis


A ras de suelo conviven plantas tan dispares como Saxifraga granulata, Asplenium petrarchae o Polypodium vulgare.


Desde el inicio del camino se nos han unido dos simpáticos acompañantes. Como están bien educados y saben mantener la compostura no tenemos inconveniente en que se nos unan a la excursión. Nos acompañarán todo el día, y no les oiremos ladrar ni una sola vez. También guardan una respetuosa distancia y nos siguen allá donde vamos con muestras de alegría.


El camino asciende constantemente por el bosque de quejigos, sólo cuando comienzan a aparecer los vestigios de Basarán es posible ver el entorno.

El toronjil, Melittis melissophyllum, crece abundantemente desde las inmediaciones de Bergua hasta dejar el bosque.

Es una planta que presenta múltiples coloraciones de las flores

Lathyrus niger, poco frecuente leguminosa que crece en los claros del bosque de hoja caduca.

Cerastium arvense


En cuanto nos aproximamos a Basarán, aparecen  mampuestos en seco, tanto para parapetos como para muros de contención, legados de una economía que compatibilizó agricultura y ganadería.

Entre los sillares crecen desahogadamente las doradillas, Ceterach officinarum

Basarán deshabitado. Algunas casas conservan recios muros de sillares bien trabajados reventados por el saúco.

Desde el alto de Basarán podemos ver otro pueblo abandonado: Escartín.

Iniciamos el regreso, pero tomamos un desvío en el bosque que nos permite descender al barranco de Otal. El agua corre sobre losas lavadas.

Seguimos el curso del río hasta que nos aproximamos a un salto.


El agua se acelera, desciende unas gradas y se precipita en un salto.





 Barrancos secundarios añaden agua al cauce principal. 

Veronica becabunga, frecuente en manantiales y rezumaderos 



Guiados por el ruido del río buscamos un lugar desde donde contemplar el salto de agua. 


El barranco se estrecha sobremanera y la vegetación cubre selváticamente el paraje.

Añosos quejigos se asoman al corte en la roca bajo el que pasa el barranco.

Phyllitis scolopendrium, helecho con forma de lengua, crece en repisas del tajo.

Valeriana montana prospera en rendijas permanentemente húmedas.


Polypodium vulgare se vuelve planta arborícola

Por último, tenemos a la vista ya el final del recorrido, nuevamente Bergua, 

Track y detalles de la ruta en 

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Paisajes vegetales del Somontano. El sisallar y el albardinar en Las Coronas y el Almerge.

 Si la Historia se apoya en la memoria que los objetos aportan, otro tanto podría decirse de la vegetación que nos rodea. Las plantas testimonian no sólo el pasado geológico de la Tierra, también la huella de los humanos.

Me he acercado a Las Coronas y El Almerge,  en los términos municipales de Fornillos y Laluenga, restos desvencijados de poblados altomedievales. Sobre los aislados afloramientos de arenisca quedan exiguos restos de gradas , vanos y cillas talladas en la roca.

Pueblos que fueron y ya no son, ni el nombre que les dieron sus pobladores somos capaces de recordar. En verano, las rocas de arenisca que sirvieron de apoyo a las viviendas acumulan calor, y elevan la temperatura en derredor. Las plantas crasas, con su especial metabolismo, soportan este ambiente tórrido. Sedum sediforme cubre ampliamente el suelo y refresca el ambiente ayudando a que prosperen plantas efímeras.


Calamintha nepeta subps. nepeta alfombra el suelo entre los restos de piedras talladas, inevitablemente las piso y se eleva su amentolado aroma.


   Coris monspelliensis vive allí donde la roca se convierte en grava calcinada. 


 En contraste, cuando llega el invierno, el pálido cielo  extiende su gélido aliento sobre  las suaves ondulaciones de sasos y coronas vestidos de raquítica vegetación parda.  La silueta oscura de algunas solitarias carrascas y chinebros  rompen esta  monotonía.


El horizonte se ve surcado por cañadas y clamores. El  pastoreo practicado durante siglos transformó este paisaje convirtiéndolo en sisallares y albardinales. La oveja y la cabra seleccionaron la vegetación y transportaron la semilla, propagando unas especies y limitando el crecimiento de otras. El sisallo (Salsola vermiculata) proveía alimento cuando bajaba el ganado trashumante  de la montaña. 


Paso junto a un talud en el que asoman las venas rastreras del albardín (Lygeum spartium)  que avanzan geométricamente  sujetando el ínfimo y polvoriento suelo.



 Las matas de la capitana (Salsola kali) ruedan atravesando los campos impulsadas por el cierzo. Es la estepa. 


 En la primavera temprana, la sazón de la tierra despierta multitud de pequeñas florecillas anuales. Paso por una val cultivada de cereal en cuyo lindero crece Adonis aestivalis sp. squarrosa


 Los primeros agricultores neolíticos trajeron desde tierras lejanas  las semillas de esta planta segetal  mezcladas con las semillas de los cereales, y aquí quedaron estas motas  purpúreas en nuestros campos. Más adelante, en pasto bien recorrido por el ganado lanar veo diminutas flores de color amarillo limón, parientes de la anterior,  es Adonis  microcarpa.


En un talud, me sorprende la llamarada amarilla de Haplophyllum linifolium, pariente de la ruda.


 En el Almerge veo matas de alharma, (Peganum harmala), planta característica de los páramos secos, común en el valle del Ebro, pero muy escasa en nuestro territorio.  Por su nombre común, alharma,  atisbo  ecos árabes.  De oriente llegó su uso: como tintura textil productora de  rojos y amarillos,  y como ingrediente ritual para conseguir un estado de embriaguez.  Imagino este poblado ahora abandonado cuando, lleno de vida, quizá la alharma se utilizara para alegrar veladas festivas.


Vuelvo a final del verano y  atravieso una clamor en el que crecen carrizos y aneas. Viejas tamarizas  (Tamarix canariensis) crecen próximas al agua salobre. 


 Asciendo por una val con ligera pendiente, está cubierta de pasto que escasamente ha sido probado por el diente de la oveja.

 Azulean espigas de flores, un agradable aroma asciende cuando paso junto a ellas. Es el hisopo ( Hyssopus officinalis  sp. canescens) que con su floración  marca el cambio de estación. Muy escaso en nuestros días, el hisopo fue antaño planta que formaba parte de la botica cultivada en el huerto por sus propiedades curativas de las vías respiratorias. Si también se usó como planta ritual, para asperger y purificar, cabe entrar en duda, puesto que aunque comparte nombre con el objeto utilizado en las liturgias judía y cristiana, nuestro hisopo no crece en Palestina. Cojo un pequeño ramillete de hojas para que su aroma me acompañe el resto de la jornada, me parece complemento ideal a este paseo por la naturaleza y el tiempo. Acaricio la idea de que esta ramita de  hisopo sea descendiente del que hubieran usado quienes vivieron en estos poblados abandonados.