Los abozos son atrevidas liliáceas que ocupan los chesos en torno al Pueyo.
El caminante los observará de dos portes bien distintos. Una especie, el Asphodelus cerasiferus, con hojas anchas y largas, aquilladas, formando una mata en la base de la que surgen las varas floridas, con las flores bien apretadas. Este es el auténtico abozo. El otro, Asphodelus fistulosus, de porte más fino, menos crecidas las varas y con hojas también largas pero engrosadas y huecas (fistulosas), llamado gamoncillo, nombre que viene del común castellano gamón, aplicado a este tipo de plantas.
Flores de Asphodelus fistulosus |
A ambos se les denomina abozos por estas tierras, o gamones en el general castellano. Aunque también, según cita Chesús de Mostolay en su obra "El aragonés en el Somontano de Barbastro", se llaman abozos a los lirios silvestres. Todas tienen en común presentar sus flores en varas.
Asphodelus cerasiferus en las proximidades de Valcheladas |
Lo más llamativo de los abozos son, sin duda, las flores. Dispuestas de manera vertical y alterna, con los estambres largos en donde las anteras quedan colgantes, bien separadas de la parte femenina de la flor. Estos dos caracteres, verticalidad y separación de los estambres del estigma , parece una disposición adecuada para favorecer la polinización cruzada entre distintos pies, y reducir el porcentaje de autopolinización.
Observamos que las ramas duran mucho tiempo en floración , de manera que, al madurar de abajo hacia arriba, nos encontramos a veces los frutos globosos en la base de la rama, mientras todavía están abiertas algunas flores o incluso en la cima algún blanco capullo sin abrir.
Flor de Asphodelus cerasiferus |