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Mendiaundi y Menditxuri dede Roncesvalles/Orreaga

12 de Octubre de 2018.
Los montes que rodean a Roncesvalles/Orreaga forman un conjunto de suaves ondulaciones en las que se alternan espesos bosques con pastos creados por la ganadería secular. Son relieves amables, carentes de las rotundas formas a las que estamos más habituados en el Pirineo de Aragón. Es una montaña para visitarla con otro espíritu, con otra cadencia de paso, pero que aporta otra visión de la montaña. Mendiaundi y Menditxuri son dos ejemplos de estas modestas cimas.

La pista de tierra parte de Roncesvalles y contornea un hermoso bosque  de hayas con algún castaño.

Dejamos la pista para adentrarnos en el bosque por un estrecho sendero que nos acerca a monumentales troncos de hayas centenarias.

Helechos y musgo cubren la horquilla y tronco de algunas hayas.
Los hongos colonizan los tocones de los árboles
 Las grullas han iniciado su viaje hacia el sur.

De vuelta a la pista, pasamos por un bosque repoblado con alerces  (Larix decidua). Son bosques intensamente intervenidos por el hombre. En esta ocasión el cultivo maderero ha introducido esta conífera centroeuropea tan frecuente en los Alpes austríacos o italianos, pero que en España sólo se ve en las zonas repobladas.

Pteridium aquilinum cubre el sotobosque de estos suelos ácidos.
Después de unos pocos kilómetros atravesando el bosque comienza la pista a subir suavemente, el bosque queda atrás y llegamos a zona de pastos. A lo lejos divisamos las edificaciones de Roncesvalles.

El Silo de Carlomagno y parte del conjunto eclesial y hospedería de peregrinos aparece como un islote en el mar de bosque que les rodea.
 Las hayas guardan la formación en línea rodeando el pasto que ramonean las ovejas de raza latxa.
 El pastor y el leñador se han unido para dibujar espacios en las colinas.
En la sustitución del bosque por el pasto, el brezo, Erica tetralix, forma una orla arbustiva de transición.

 Dejamos para después la cima de Menditxuri y nos acercamos a otra punta situada más hacia el Este, el monte Arritxpi, desde donde podemos mirar pausadamente el valle de Auritz/Burguete

Las recias casas de esta población forman un característico núcleo navarro.

Retrocedemos unos pocos pasos y nos dirigimos hacia el Menditxuri, colina coronada por descarnadas rocas

Contorneamos el Menditipi y antes de llegar a Mendiaundi nos acercamos a los restos de un túmulo megalítico. De fondo vemos la peña rocosa del Menditxuri.
El viento azota con fuerza y no nos deja permanecer mucho tiempo sobre el Mendiaundi.


Hacia el oeste se abren otros valles navarros
Las poblaciones y caseríos dan fe de la vitalidad de estos montes. 












 Comenzamos el regreso y la vuelta al bosque que nos acompañará otra vez hasta Roncesvalles.

Track de la ruta y más detalles en  wikiloc


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La Tapla- Goñiburu-Berrendi-Idorrokia

31 Octubre 2016.  Ayer estuvimos caminando por el bosque de Irati. Casi todo el recorrido bajo el dosel de los árboles. Hoy en cambio, vamos a caminar sobre pastos. Desde el alto de la Tapla nos vamos a acercar a dos promontorios de esta sierra de Abodi, el Goñiburu y el Berrendi   Espacio transformado hace siglos para el pastoreo.


Nos hemos despertado poco antes de que el sol despuntara por el Este. El cielo está diáfano y las montañas forman una hermosa silueta recortada contra la luz del amanecer.  Son formas nítidas, contundentes, un perfil de montañas lejanas que dentro de un rato comenzaremos a descubrir.


Hemos dejado que el sol temple la atmósfera antes de comenzar el camino. Cerca de nosotros pastan las vacas y algún caballo. Este joven potro se pone tenso cuando pasamos junto a él. Abajo los bosques cercanos a Ochagavía y de fondo cumbres pirenaicas, entre ellas la cima hendida del Castillo de Acher, en el centro. Magnífico corazón de un sinclinal aislado por la erosión, un poco más a la derecha el anticlinal partido del Achar de Alano.

Las luces doradas de la mañana iluminan los prados. Las nieblas tardan en levantarse de los fríos fondos del valle. Aquí arriba gozamos de un sol que templa el ambiente.

Ayer recorrimos parte de los bosques que ahora vemos allá abajo. El río Irati ha cortado estas sierras , y de fondo contemplamos la llanura de las tierras francesas. Qué  permeable se siente aquí la muga.  Desde aquí también corroboramos lo que ayer ya habíamos visto, el bosque de hayas ha sido transformado al introducir coníferas, son las amplias manchas verdes que suben por las laderas en franjas regulares.

Hacia el Este las agrestes siluetas calizas de un Pirineo menos dulce y amable que las onduladas formas de la sierra de Abodi. Ya no son la silueta negra que vimos en la madrugada, ahora el sol nos permite descubrir sus escarpaduras. Nos rescatan del recuerdo alguna caminata por Oza y Guarrinza.http://rocayflor.blogspot.com.es/2013/10/selva-de-oza-iii-ibon-de-acherito-mallo.html

Ayer, tumbados junto a las hayas oíamos el chasquido de las hojas al caer. Hoy escuchamos el suave susurro de las plumas del quebrantahuesos al cortar el aire.
Desde el alto de Goñiburu observamos la línea de las hayas que suben como en un frente ordenado hasta los límites de los pastos. Al fondo, las laderas muestran un tapiz de colores alternando los pastos, los helechos y los retazos de hayas que ocupan el fondo de los pequeños barrancos.
Desde el alto de Goñiburu, miramos hacia el Oeste, los pastos siguen extendiéndose sobre el bosque de hayas. Allí tenemos a la vista el Berrendi. Lo tenemos tan a la mano que decidimos acercarnos hasta allí.
Seguimos una pista hasta que ésta toma un rumbo que no nos interesa. Ahora, por las trochas que abrieron los rebaños seguimos la ladera sin perder altura. Disfrutando de la vista sobre el bosque.
Un majuelo nos brinda un aperitivo con sus manzanetas de pastor.
El pastor indultó algunos de estos majuelos que con los años, y sin competencia adquieren porte de árboles. Lucen hermosos y solitarios en medio de los pastos.
La forma de los majuelos  nos invita a imaginar al rebaño de ovejas ramoneándolos y dándoles esta forma característica de paraguas. También nos las imaginamos amodorradas en la sombra. Ahora el ganado ya se ha ido a las tierras llanas. Hace unos meses estuvimos en las Bardenas Reales, lugar de invernada de los pastores roncaleses.Qué contraste de paisajes.
Además de los majuelos también destacan singulares acebos.
Corretea por el prado una collalba gris.

El alto de Berrendi descubre el secreto de su geología. Las bandas de estratos calizos orientados hacia el norte se prolongan a lo largo de toda la sierra. Lejos vemos el Goñiburu,  donde antes hacíamos parada.
A nuestros pies, algunos caseríos y su cortejo de pastos compitiendo con el bosque
Nos quedamos largo rato en lo alto de Berrendi sin más hacer que la contemplación de estos espacios amplios, ondulados, de incontables lomas y vaguadas, prados, bosques y caseríos.

Regresamos a la Tapla con las últimas luces. pero tenemos tiempo suficiente para encaramarnos para finalizar el día a un alto donde contemplar la puesta de sol.

Es el monte Idorrokia, allí en lo alto, como testimonio de una actividad que transformó estos montes se encuentra la escultura en hierro de un hacha cortando un leño.
Felizmente, una vez más, el sol se oculta por el oeste.








Bosque de Irati-Alto de Lizardoia

30 de octubre. En tierras navarras, hacemos un recorrido circular por el bosque de Irati. Como es un bosque denso que no permite ver más allá de los árboles, subimos al alto de Lizardoia y así tener una visión más amplia de este extenso bosque en el que predomina el haya.




Ayer estuvimos en la Foz de Lumbier y hemos pasado la noche en Ochagavía. madrugada gélida que pronto deja paso a una apacible mañana otoñal.


Dejado el vehículo en el aparcamiento de las casas de Irati emprendemos el camino hacia el embalse de Irabia. Ruta cómoda, llana y por pista. Es día para deleitarse con los colores y los aromas del bosque. 

El embalse de Irabia, como todos este seco año, está bajo mínimos. Las hayas aparecen en todas las gamas de colores desde las todavía verdes a las que ya están tostadas por el frío.

El bosque es denso. No es ruta para ver grandes panorámicas, sino para disfrutar de los juegos de luces 
Aunque en el bosque de Irati predomina el haya y el abeto (Abies alba) en el trayecto que bordea el embalse el bosque no está lo puro que cabría esperar. Hay repoblaciones de pino albar (Pinus sylvestris) que cubren talas intensivas. También aparecen bastantes pies de alerce japonés (fotografía),Larix kaempferi, conífera caducifolia importada que nada tiene que ver con este lugar, pero que aquí se ha plantado con un criterio que me parece discutible.

Algún ejemplar viejo de haya encontramos. La corteza parece un mapa de colonización de líquenes varios.
En general el camino discurre entre hayas jóvenes. Sólo de vez en cuando encontramos un haya antigua, quizá se libró de la tala por tener muchos nudos o no tener la rectitud adecuada.
El camino atraviesa el bosque en la sombra. De vez en cuando un rayo de sol es aprovechado por todos los seres vivos que por aquí deambulamos. Este saltamontes (Decticus verrucivorus) no desdeña pasar un rato al sol sobre la hoja del haya

Hemos llegado al extremo del embalse, antes de continuar por el bosque nos asomamos a un pequeño torrente.

El pastoreo y la tala han configurado las características propias de este lugar. En los claros del bosque cubren de naranja los helechos.

Tomamos una variante que nos lleve a lo alto de Lizardoia, siempre entre el bosque denso. 

Otra especie  introducida, originaria de centro Europa y países nórdicos es el abeto rojo (Picea abies) 
Piña del abeto rojo

En los claros del hayedo aparece todavía en flor Erica vagans, brezo que coloniza aquellos espacios dejados por hayas y quejigos en suelos poco básicos. 

Estamos a mitad del monte Lizardoia, la temperatura es agradable y no hay ninguna prisa. Así que ¿por qué no tumbarse bajo una hermosa haya y dejar llevar el pensamiento entre los dorados tonos de sus hojas?

Desde el alto de Lizardoia se comprueba la formidable extensión del bosque de Irati.

Vamos al encuentro de la pista que lleva a la cascada del Cubo. La hojarasca ha tapado toda señal de sendero, y el bosque nos parece más salvaje, más intenso.

Saxífraga hirsuta hace mucho terminó la floración. Las amplias hojas le permiten captar algo de luz en estos ambientes sombríos. 

La cascada del Cubo

La cascada del Cubo



Hemos terminado la ruta de nuevo en las casas de Irati. Esta vez la noche la pasaremos en la Tapla, collado de la sierra de Abodi. Las luces del atardecer crean una nueva fiesta de colores con las cumbres del Pirineo Navarro y Aragonés en el horizonte.

Abajo en los valles las sombras ya se han instalado.

Con las últimas luces, el cielo se vuelve violeta, casi iridiscente.

En el lado oeste las siluetas de los montes navarros se recortan con las últimas luces otoñales. 


Mapa , detalles de la ruta y track en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15370797