Camino del Pueyo. Pupurri de helechos.

El promontorio sobre el que se aúpa el monasterio del  Pueyo es una singularidad geológica. Formado por calizas de entre los cien y los cincuenta millones de antigüedad, está rodeado por materiales mucho más recientes de naturaleza totalmente diferente. La presencia de estas calizas aportan un rasgo diferencial sobre la flora que aquí aparece de manera espontánea. Entre estas peculiaridades tenemos este trío de helechos rupícolas calcícolas.
Dos pertenecen al mismo género, son Asplenium trichomanes y Asplenium ruta-muraria. El tercero es Ceterach officinarum.

Asplenium  trichomanes
Asplenium trichomanes es planta que comparte con muchas otras plantas la atribución de "mermar la sangre", esto es, como hipotensor. De allí que es una de las múltiples plantas a las que popularmente se les llama mermasangre, atribución que también es propia del otro helecho aquí recogido: Ceterach officinarum. A Asplenium trichomanes  se le ha llamado sardinetas y culantrillo menor. Estas sardinetas tienen el nervio central de cada fronde (hojas de los helechos) de color pardo oscuro o negro brillante. Cada fronde está dividido en lóbulos a los dos lados del nervio central, dispuestos como las espinas de un pez.




Asplenium ruta-muraria
Asplenium ruta-muraria también es planta que gusta no sólo de las fisuras de roca caliza, sino también algo abrigadas tanto del calor como del frío. Por eso es habitual en zonas sombrías. Su nombre específico ya nos dice de su afición a los muros, así como de una cierta similitud de sus hojas a la ruda, resumiendo: la ruda de los muros.
Hará bien el caminante de ir provisto de una pequeña lupa si desea sacar partido a estas plantas. En Asplenium ruta-muraria encontrará en el envés de cada lóbulo unas protuberancias alargadas. Son los soros. De ellos saldrán las esporas, primera fase de la reproducción del helecho.
Ceterach officinarum


Por último, Ceterach officinarum, como ya se ha dicho es otra planta indicada para reducir la tensión sanguínea y en general favorecer  la circulación. De entre las tres es la la que no desdeña zonas más soleadas. Llama la atención el envés de los frondes más o menos cubiertos de unas escamas doradas, motivo por el que se llama a este helecho "doradilla".

En suma un lujo poder dar una vuelta por las peñas de El Pueyo y tratar de encontrar los lugares donde estos tres ejemplares moran tanto sueltos como en conjunto.

Camino del Pueyo.Sedum sediforme (uguetas)

Sedum sediforme
En los lugares más expuestos al sol, no importa que éstos sean pedregosos, las uguetas han estado almacenando humedad en sus carnosas y menudas hojas. 

Sedum sediforme, al igual que sus congéneres, es un ejemplo de adaptación a las condiciones de fuerte insolación.
Es una planta perenne que desarrolla tallos estériles recubiertos de hojas gruesas,crasas, no en vano pertenece a la familia de las Crassulaceas.
 Uno de los problemas de las plantas es mantener una temperatura suficientemente fresca. La solución más habitual es la misma que aplican los mamíferos: la transpiración. En el caso de la planta que nos ocupa ésta no puede ser la respuesta al problema porque su hábitat es escaso en agua. En su lugar lo que hace es hinchar sus células a medida que estas acumulan agua. Como el agua se calienta con más lentitud, las células se comportan como pequeños colchones aislantes, y consigue así mantener mejor la temperatura adecuada. Por otra parte sus células hacen de reserva para los momentos más críticos.
Y ahora que han recogido el máximo de nutrientes salen los tallos fértiles cuyo extremo va desenrollándose para acompasar la maduración de las flores.
Espiral de desarrollo de Sedum sediforme
Como en tantas otras ocasiones, la naturaleza echa mano de las matemáticas. De lo inmenso a lo minúsculo, hay patrones que se repiten en la naturaleza. Así , de la misma manera que las galaxias a veces forman inmensas espirales, también diminutos moluscos crecen con sus conchas  formando una espiral. Es la espiral logarítmica que sigue un patrón matemático para  constituirse.No son ejemplos aislados. Lo observaremos en la maravilla de los frondes de muchos helechos.  Sedum sediforme desenrolla sus vástagos floridos con la misma armonía del cosmos. El número áureo que inspiró a los artistas del renacimiento.

Camino del Pueyo. Leuzea conifera (cucharetas de pastor)

Flor de Leuzea conifera
He de reconocer que siento una especial predilección por los cardos. Aunque Leuzea conifera no es un cardo al uso (carece de púas, no es hiriente al tacto, sus dimensiones son modestas) reúne uno de los elementos que más me fascinan de este tipo de plantas: las brácteas del involucro. El caminante no buscará una única flor en esta especie de alcachofa desecada. No olvidará que pertenece a la familia de las Compuestas, y por tanto verá que  en la cima de cada peciolo se agrupan las flores , componiendo un capítulo. Los capítulos florales de Leuzea conifera tienen en la base lo que hace más llamativo de esta planta: las brácteas doradas, con textura de papel antiguo, que dispuestas como un tejado de pizarra envuelven un penacho de escondidas flores lilas. No es una planta delicada, ni siquiera de vistosos colores, pero a mí me gusta verla cuando ya se avisan los tonos dorados del cereal en los campos. Decía el filósofo escocés David Hume que la belleza de los objetos reside en la mente del que los contempla. No atino a acertar qué proyecta mi mente sobre esta planta para que me la muestre atractiva. Tampoco me importa. 
hojas de Leuzea conifera
Las hojas de Leuzea son de una gran variabilidad, así  que podrá entretenernos durante el paseo con la búsqueda de formas, simetrías y geometrías, y de seguro que no faltarán muestras para ello, pues caminando hacia El Pueyo la podremos ver junto a carrascas, en algún yermo, o si caminamos pausadamente bajo los árboles que cubren la falda del cerro.
De su nombre científico vale decir que el origen del específico es evidente por el aspecto de piña que tiene. El genérico se dio en honor a un naturalista francés Joseph Philippe François Deleuze que vivió a caballo entre el XVIII y XIX, quien además de dedicarse a tareas científicas enarboló la bandera de la moda pseudomédica del mesmerismo. A todas luces más visionaria e iluminada que científica, pero que todavía está en el imaginario del público como demuestra el fervor por pulseras, torques y demás artilugios con atribuciones casi mágicas.  Quizá con más fundamento en tierras de Estadilla  para reducir los dolores de muelas han usado el cocimiento de esta planta, por cierto que por allí  llaman pinocheta.