Camino de El Pueyo.Sedum dasyphyllum. Arrocetes, uguetas

La singularidad caliza del Pueyo de Barbastro, promontorio rocoso en un entorno de yesos y glacis, permite que allí crezcan especies rupícolas. Esta es una más de las uguetas o arrocetes con las que antaño podían jugar los niños a comidetas haciendo uso de las pequeñas y gruesas hojas. Es planta de hojas carnosas ( pertenece a la familia de las Crasuláceas) , y por tanto especializadas en la acumulación del agua para poder sobrevivir a fuertes insolaciones y escasas precipitaciones.
La vemos encaramada formando apretadas matas, con gran número de brotes estériles, siempre aprovechando el escaso suelo que pueda encontrar en una fisura de la roca. En ocasiones, creo yo que dependiendo del estrés, las hojas se vuelven rojizas. Estas hojitas se distribuyen apretadamente en la base, y a medida que crecen los tallos de agrupan en pares opuestos o en ocasiones en verticilos.
Las flores son pentámeras, blancas, estrelladas, pequeñas.
En conjunto tiene el aspecto de llevar una cubierta de fina borra, glandulosa. Esto promovió el nombre específico, dasyphyllum, compuesto por los términos  griegos dasi (peloso, espeso) y  fillon (hoja). 
Como la mayor parte de sus parientes del género sedum se han utilizado para hacer cataplasmas cicatrizantes. También es común en todas ellas la presencia de alcaloides que las hacen algo tóxicas.

Camino de El Pueyo.Tres colores para José Luis Sampedro.

Esta semana José Luis Sampedro se ha ido, y para mostrar mi agradecimiento por dejarnos sus palabras, le dedico tres colores.
Biscutella auriculata me presta el verde. Es un verde tierno, fresco,  alimonado. Tiene algo del verde nuevo de las hojas de haya al despuntar la primavera. Los frutos , parecen ojos bien abiertos, u  oídos prestos a captar cualquier vibración, como testigos mudos dispuestos a relatar la sombra de nuestros días.











Matthiola fruticulosa me entrega el rojo vino. Rojo tierra.Siempre  contemplando desde la orilla  a los caminantes que pasan por el sendero como si fuera un río que nos lleva.









Eruca vesicaria me brinda el blanco. El blanco de la luz que irradia la sabiduría, de la paz que se traduce en una sonrisa, antigua, enigmática, sonrisa etrusca.

Camino de El Pueyo. Saxifraga tridactylites

Tengo una especial predilección por las plantas pequeñas, minúsculas. Hago mía la frase de aquel libro de los 70 "Lo pequeño es hermoso", y por esta razón poder contemplar a Saxifraga tridactylites es una experiencia que deseo compartir en este blog. Es fácil encontrarla en las rocas  junto a las últimas curvas antes de llegar al monasterio. Esta pequeñísima saxifragácea gusta habitar  los huecos que forma la caliza y que tan apenas están rellenos de un leve sustrato, a veces el que forma el musgo que le acompaña.


Se  sitúa preferentemente en lugares de cara norte, más frescos y húmedos. Es característica la roseta de hojas basales, oblongas las de la primera línea y divididas en tres dedos las siguientes.
Toda la planta esta cubierta de minúsculos pelos glandulosos, siendo los del cáliz especialmente densos.

Es planta anual que ahora, en marzo, muestra todo su vigor formando en ocasiones colonias que tapizan pequeños rincones rocosos. Es entonces cuando resulta más fácil identificarla por la coloración rojiza de hojas y tallos que apenas llegan a los diez centímetros.
Con su pequeñez, esta saxífraga me obliga a cambiar de escalas, a pegarme al suelo, donde las dimensiones son distintas, donde el punto de vista es tan diferente que se descubre un universo nuevo.