Listado de excursiones

Peña Roya y Peña Blanca

23 de julio de 2015. Hemos dejado el coche en la pista que une Hoz de Jaca con el ibón de los Asnos a la altura de las instalaciones de esquí de Panticosa. Podríamos haber continuado más en coche, pero terreno no andado es terreno no conocido, así que nos  aproximamos lo suficiente como para hacer la jornada cómoda y subir a las dos cimas occidentales de la sierra de Tendenera.



En una pequeña charca se refleja el objetivo de hoy. Detrás están el ibón de los Asnos y la barrera de Tendenera. El primer paso será subir al rellano que tenemos en primer término. Aunque en algunos planos indican la subida por la pedrera de la derecha, junto al cuello de las Travenosas, optamos por evitar el fuerte desnivel y la pedrera que tenemos enfrente, y  acometeremos la subida por la izquierda, por ruta jalonada con marcas rojas y blancas que encontraremos más adelante, casi al final de la pista que rodea el ibón de los Asnos.

























Con comodidad ganamos altura.El ibón de los Asnos queda abajo, al igual que el ibón de Sabocos. En el centro destaca la mole del macizo de Argualas. A la derecha el pico del Verde que se extiende en el collado de Sabocos.


Tras este pequeño repecho se extiende un irregular plano de pasto alpino en el que encontramos algunos ejemplares de  flor de nieve (Leontopodium alpinum), estamos a 2.200m.


Junto a la flor de nieve, una campanilla que abunda en estos terrenos calizos: Campanula scheuchzeri, subsp. scheuchzeri.







En un relieve construido en calizas no es extraño encontrar dolinas ...


 ...depresiones colmatadas...

... escarpados...

...y arcos naturales modelados en la roca.












El pasado marino de estas rocas queda testimoniado con el molde de una concha en estas calizas arenosas de color tostado, que afloran en el pico de Peña Roya dando origen a su nombre, y que contrastan con el blanco de las calizas masivas y dolomías que predominan en la sierra.

Desde este rellano de pastos alpinos, quedan realzadas las montañas próximas.
















El frente de la cobertera, con estratos verticales que llevan hasta Peña Sabocos.







Con nitidez se aprecia el cambio de color entre las dos tonalidades de roca. El franqueo de la muralla se hace por el Portiello Chetro, que da acceso directo a la parte superior de la sierra.






A 2.300 metros, Erigeron uniflorus


Campanula scheuchzeri subsp. ficarioides, a 2360m.


A 2.475m Saxifraga bryoides.

Casi al término de la pedrera, y a punto de entrar en el corredor final.

A pesar de la fiereza de las paredes el paso a portiello Chetro /Exetro es muy fácil, y las perspectivas fantásticas.


Silene pusilla, colonizadora de rocas calizas, a 2.500m.


También a 2.500m, inverosímil frescor y vida entre las cascajeras, Arenaria purpurascens.


Otra especie más que vive en las fisuras de las paredes, a 2.500m. Campanula cochleariifolia.


Valeriana apula, también en los últimos metros antes de llegar al portillo.


El escenario donde viven las anteriores especies.











Peña Sabocos desde la cima de Peña Roya (2578m.)

Extenso panorama desde Peña Roya con el rostro vuelto al norte...

...y al sur el valle de Biescas, con el Oturia  indicando la unión  con el valle de Sabiñánigo.

 Saxifraga moschata, a 2.525m, es una de las plantas que encontramos cerca de la cima.
Pastos majadeados por ovejas y cabras. Aquí también habita el té de puerto, Sideritis hyssopifolia.


Arenaria moehringioides, a 2530m.











Nos acercamos a Peña Blanca, una opción obligada por la cercanía y las perspectivas que se abren hacia Búbal y el vallecillo de Usabas, inmediatamente detrás de la sierra de la Partacua.

Desde Peña Blanca, incluso descendiendo un poco más, se aprecia la morfología de la sierra de Tendenera, las suaves formas ocultan el final de triangulares chevrons que bajan hasta el bosque de Asieso. El puerto de Gavín muestra pastos ya tostados sobre un bosque construido sobre verticales laderas, difíciles de acceder.

Antes de comenzar el regreso, contemplamos desde Peña Blanca la cuerda de la montaña que nos une con Peña Roya.






















Datos de la excursión:
desnivel ascensión: 737m ( se puede reducir subiendo con el coche hasta el ibón de los Asnos)
track de la ruta en     http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10351957#



Centaurea solstitialis subsp. solstitialis y Centaurea calcitrapa, cardos espinosos


El Sol nunca permanece quieto en el cielo, sin embargo con el calor del verano el tiempo fluye más despacio, la atmósfera se aquieta al mediodía y parece interminable ese momento. Solsticio de verano, sol quieto. Con alusión a este momento astronómico Linneo bautizó esta compuesta agrupada dentro del género de las Centaureas. También fue Linneo quien describió para la botánica este género y lo dedicó a esos hombres caballo de la mitología griega famosos por su conocimiento de las plantas y sus virtudes. Centaurea solstitialis la encontraremos en cunetas y barbechos, bordes de campos de cereales, rastrojos y taludes. Al amarillo dorado de las lígulas le acompañan unas también amarillentas brácteas de más de dos centímetros de largo, lobuladas en la base con otras espinillas. En la naturaleza la agresión y la defensa son más habituales de lo que la poesía bucólica suelen mostrar. La presión de los herbívoros sobre las plantas es constante, y pone en peligro la supervivencia de individuos vegetales y especies. Esta presión propiciaría la especialización de hojas, que abandonarían su función fotosintética y se convertirían en armas defensivas. Siguiendo la estrategia de proteger los puntos vitales, las espinas se colocaron especialmente alrededor de  los órganos reproductores de la planta. 
La misma estrategia sigue Centaurea calcitrapa, también bautizada por Linneo, quien toma de inspiración para el nombre su similitud con los abrojos. 
Esta centaurea frecuenta los mismos ambientes que la anterior. Era bien conocida antiguamente por la gente del campo, especialmente por los segadores de hoz y zoqueta. 
Tenemos que imaginar a aquellos esforzados trabajadores entre los pajizos campos, encorvados bajo el sol, cortando y formando gavillas bajo un sol que ciega. Movimientos rítmicos y enérgicos, hectárea a hectárea; si un abrojo entraba en la mano de la zoqueta las espinas rompían  la monotonía del siseo de la hoz.