Pico Gilbo

 En la provincia de León, cerca del pueblo y embalse de Riaño, se alzan unas cimas calcáreas dotadas de un atractivo relieve. Quizá la que más destaca por su pétreo y vertical porte es el pico Gilbo. Es nuestro primer contacto con la montaña oriental leonesa, porción meridional de la Cordillera Cantábrica, dentro del Parque regional de los Picos de Europa en Castilla y León.


Hemos llegado a Riaño con las últimas luces de la tarde, justo para tomar el primer contacto con esta montaña. El sol incide sobre la escarpada figura  del pico Gilbo y dora sus blancas rocas calizas, a su costado el resto de los picos ya han sido atrapados por las sombras. 

Nos hemos sentado en un banco que mira hacia el embalse y su marco de montañas. Allí nos hemos quedado un rato embelesados viendo cómo se mueven las sombras.

Cruzado el puente de Riaño nace una pista que contornea el embalse, sin apenas ganar altura, y que nos acerca a nuestro objetivo.

El objetivo aparece pronto a la vista, semi oculto por antecimas rocosas. En un recodo  de la pista nace un disimulado sendero que permitiría alcanzar el collado y  la falda del Gilbo, pero vemos que siguiendo la pista pasaremos por un bosque de hayas. Decidimos dejar este camino para la bajada.

A los lados de la pista se extienden matorrales de piorno, brezos y escobizos, pero ya todos han pasado la floración. Sí vemos en lugares más frescos algunos ejemplares de campanillas en flor. Acostumbrados a la flora del Pirineo, lo bueno de cambiar de territorio es encontrarnos especies que no habíamos visto hasta ahora, como es el caso de Campanula arvatica...

...o Campanula rapunculus


Hemos llegado a un mirador acondicionado para tomar un respiro y dejar que la mirada recorra el paisaje. El Gilbo aparece a la izquierda, con su característica forma triangular, y a su costado, a la derecha, el Cueto Cabrón, en el extremo derecho, sobre el embalse, el Cueto Nebloso


Nos vamos a adentrar en un tramo más espeso del hayedo, girará el sendero hacia el sur para encontrarnos en la otra vertiente de esta sierra, pero luego el camino volverá a la cara norte y subirá al Gilbo por la cara que ahora estamos contemplando.


Un empinado camino sigue entre prados, piornos y hayas para llevarnos al collado. Entre respiro y respiro, vamos conociendo este paisaje. Estratos verticales y frentes de anticlinal han modelado las calizas para realizar estas formas tan abruptas.


Orientado hacia el noroeste se extiende un bello bosque de hayas. Algunos ejemplares llevan aquí muchas décadas. En la fotografía, un muñón de esta haya ha elevado una gran roca caliza y la mantiene suspendida en el aire, un par de centímetros separada de la base rocosa sobre la que se asienta el árbol.


Atentos al paisaje que se va abriendo, comenzamos a divisar las lejanas cimas de los Picos de Europa.


La mayor parte del desnivel ya está superada, hemos llegado al collado que separa las dos vertientes, y contemplamos la cara sur del Pico Gilbo. Un sendero atraviesa pastizales y brezales para luego subir por un tramo rocoso al pie del pico y volver a su cara norte. Comienza la parte más interesante de la ruta.


Abajo ha quedado ya el pequeño prado que forma el collado, seguimos subiendo y las vistas se amplían mostrando la extensión del embalse de Riaño.

En estos pastizales soleados, con suelo pedregoso vive esta bella crasulácea, Pistorinia hispanica.

Por un paso evidente entramos en la zona de roquedo que nos conduce de nuevo a la cara norte del pico Gilbo, vamos dejando atrás la Peña Vallarqué, y a la derecha podemos ver el pueblo Carande.

Ya en la cara norte, el camino, estrecho y empinado va encajado en la roca.

A medida que subimos, la emoción de descubrir nuevos paisajes hace disminuir el cansancio.


Una repisa sirve de sustento para esta bella dedalera: Digitalis parviflora



Vemos también alguna vieja conocida: Teucrium pyrenaicum

Sin dificultad llegamos a la cima. Comienza el paseo de la mirada. Abajo el pueblo nuevo de Riaño, junto al puente bajo el que reposa el antiguo pueblo de Riaño. 


Los Picos de Europa, en la lejanía.
 Picos de Europa


Otro sector de  los Picos de Europa.







Muy cerca de la cima vemos unos ejemplares de Erodium glandulosum

En fisuras de caliza Campanula scheuchzeri



Datos de la ruta y track en 
y atajo alternativo para el descenso

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Pico El Verde

 14 de agosto de 2020. Frente a la incomparable barrera caliza de la sierra Tendenera se alza el Pico del Verde/O Berde. La toponimia es confusa, puesto que alguna cartografía (Prames) la nombra Punta Fazeras, mientras que otras llaman Punta Fazeras a un resalte situado bajo este pico que para la cartografía Prames es Punta Fobarabach. El Verde/O Berde  es un espacio de pastos que separa el ibón de Sabocos del valle de la Ripera. En todo caso, este pico de 2288m se encara sin igual a la Peña Sabocos y al Mallo as Peñas.



Si miramos esta zona desde Piniecho, vemos el valle de la Ripera, modelado en valle de artesa, con Punta Escuellas a la izquierda y El Verde a la derecha.


Como ya conté en la subida a Punta Faceras en invierno, salimos de Panticosa para tomar el sendero que atraviesa el puente Zoche y nos lleva a los panares de Panticosa. Es un camino sombreado y agradable junto al río Bolatica que discurre entre quejigos y bojes.

Campanula glomerata aparece en taludes herbosos

También, en similar ambiente, Campanula trachelium

En las espuendas que separan los bancales de los panares de Panticosa, algún majestuoso ejemplar de espino blanco (Crataegus monogyna) nos avisa de las décadas que lleva habitando este paraje. Muy contadas ocasiones he visto ejemplares de troncos tan gruesos.

Hemos superado los bancales y toca subir una interminable pendiente tapizada por el pasto. Detrás queda definida la montaña de Pinecho y su collado
 

Allium senescens aparece cuando al pasto se unen zonas más pedregosas, con generosa insolación. Estamos en torno a los 1.500 m.

Gentiana cruciata
Dianthus deltoides, un clavel de suelos silíceos, habitual de los pastos.


Galium verum
Tomamos un respiro y aprovechamos para mirar detalles del entorno. Sobre Panticosa, la Punta Cucuraza, destaca con su resalte rocoso. A media altura, entre el bosque, una pared forma otro resalte, Peña del Medio de la que en una ocasión dimos cuenta en este blog.
Parece que la Peña del Medio está concurrida hoy.  En estos tiempos de aislamiento, preferimos buscar rutas menos concurridas. Esta que hemos elegido al  Verde, está siendo completamente solitaria.

Desde esta posición, en torno a 2.000 metros, tenemos a la vista un buen encuadre de la mallata de Piniecho. Hace unos días hicimos una excursión de exploración por esa zona para encontrar el camino de ascenso. Ahora que ya sabemos cómo se sube, quizá lo intentemos algún día. Desde aquí se ve atractivo el valle colgado  del Barranco Varón y el pico de Serrato de fondo.

Abunda Euphrasia salisburgensis y tiñe de pálido rosa los pastos.

También abundan estos cardos, Carduus carlinifolius

Hemos dejado atrás la punta Fazeras, o Fobarabach, según se prefiera. Hasta allí llegamos Diego, Angkor y yo hace un par de inviernos.  Todavía nos quedan cien metros más de desnivel, que por estos pastos inclinados se hacen un poco largos.

Por hacer más amena la ascensión, nos acercamos al borde que limita esta montaña por el norte, así dejamos de ver sólo el verde de la pendiente y comenzamos a degustar los amplios panoramas que desde la cima serán todavía más completos. Tenemos a nuestra altura el collado de Tendenera, con el pico Escuellas ensombrecido por las nubes, y la sierra Tendenera a la derecha que ya se adivina como una majestuosa muralla.

Se forman negros nubarrones que presagian lo que será luego una breve granizada, por suerte nada importante

En el collado de Tendenera por momentos se pone más oscuro. Punta Chornaleras, a la izquierda recibe todavía algunas luces, mientras que el pico Tendenera, a la derecha ya rasga las nubes.

Los últimos metros los hacemos por la suave y redondeada cresta. Ya vemos a nuestros pies el ibón de Sabocos

A pocos metros de la cima, vemos que tan solitario este lugar no es, un rebaño de cabras ha elegido este lugar para pasar el mediodía.

Como si añorasen un pastor que les guíe, siguen a Marisol unos metros. 

Unos metros más allá de la cima, aproximándonos al borde, contemplamos el espacio de El Verde, que une el ibón de Sabocos con el comienzo del valle de la Ripera.  Es un amplio espacio de pastos, jalonado por pequeños humedales que convierten este lugar en un tradicional territorio de pastoreo.

Con calma, pasamos a saborear lentamente el paisaje, tanto como nos deje la evolución del tiempo que cada vez es más amenazante.

Es con estos cielos cambiantes cuando se abre alguna ventana entre las nubes y los colores adquieren tonos sorprendentes.

Disfrutamos contemplando los detalles, así el ibón de los Asnos, y sobre él una discontinuidad en los estratos plegados
O rememoramos jornadas montañeras del pasado, como cuando subimos el Portiello Chetro para ascender Peña Roya y Peña Blanca


Este es Portiello Chetro, aparentemente parece dificultoso, pero que en realidad no entraña mayor riesgo que el que exige la precaución debida cuando se debe subir usando las manos.

Desde nuestra posición, la riqueza de detalles nos hace olvidar el tiempo que llevamos aquí parados. Pero para eso hemos subido. Demoramos la bajada tanto como podemos. Las calizas  masivas grises del Forau dos Diaples contrasta con las calizas arenosas pardas que afloran a sus pies. Finas gleras desdibujan estas facies geológicas que encadenan el Cretácico con el Terciario, mientras que las rocas que pisamos son mucho más antiguas, pizarras y calizas tableadas del Devónico, trescientos millones de años entre ambos escenarios. Nada, una minucia. 
Peña Sabocos está oculta tras la nube.

No cabe otra cosa que sobrecogerse antes este escenario. 
El alto valle del Gállego hasta la divisoria fronteriza.
Bueno, allá abajo está Panticosa, y habrá que pensar en volver, porque además algún trueno lejano comienza a oirse.

Y con la última foto, nos despedimos de este lugar.


Detalles de la ruta y track en