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Canal del Palomo, Vadiello

Mis hijas Alicia y Aurora en un
tramo vertical de la canal
La Canal del Palomo es una vía equipada que recorre un estrecho y vertical corredor horadado en los bloques de conglomerados en el entorno de Vadiello.
Es una vía ferrata  de cierta dificultad y exigente en algunos pasos, que la hace emocionante, y  que hay que superar  cuando no está excesivamente húmeda.
Con un desnivel total de 210 metros, es una aventura  que nos permite entrar de lleno en la geología de la sierra de Guara, y también descubrir algo de su flora y su fauna.
Esta canal es una hendidura producida en el flanco sur  de los Mallos de Ligüerri. Formados por roca de conglomerados, lo mallos de Ligüerri son un testimonio más de la historia geológica de Guara en la que materiales de distinto grosor han sido erosionados en un primitivo Pirineo mucho más vertical que el actual, y aquí quedaron sedimentados. Cantos rodados de enormes torrenteras hoy desaparecidas que dejaron los escombros aquí en espesores de centenares de metros. Su posterior desecación y litificación dieron como resultado estos inmensos campos de escombros. Las fracturas que sufrieron , unidas a la acción del agua han formado estas canales, de las que la Canal del Palomo es un ejemplo de hermosas texturas y  espectacular verticalidad.















No todo es roca. En este entorno aquellas especies rupícolas encontrarán su mejor ambiente. Un bonito ejemplo es Valeriana longiflora. Esta es una especie que vive en las verticales inferiores de esta  canal, de suerte que podremos contemplarla sin necesidad de tener que comenzar a trepar.
Valeriana longiflora es un endemismo ibérico, catalogada como rara en el Libro Rojo de Gómez-Campo. Sus hojas son redondeadas y con un largo peciolo. Recuerdan a otra rupícola que también en esta canal podemos ver, Sarcocapnos enneaphylla.


Desde el principio la verticalidad de la canal se impone en todo el trayecto.De vez en cuando unas pequeñas pozas permiten un respiro relativamente horizontal. En sus fondos podremos observar algún pequeño tritón, prueba de la pureza de estas aguas, y también aviso de que debemos extremar las precauciones para no alterarla.  El agua mana constantemente, aunque hoy ,afortunadamente para nosotros, baja escasa.






















El conglomerado nos muestra la diversidad de sus componentes. El agua ha pulido en algunos lugares la superficie consiguiendo el efecto de un perfecto empedrado. Allí se muestran los cantos más o menos redondeados, englobados en una matriz de elementos más pequeños y arenas muy finas.



El recorrido vertical no cesa. Una vez superado cada tramo parece imposible el acceso. Mejor no pensar en la posibilidad de bajar por aquí.















El recorrido se me antoja también un viaje en el tiempo. Hemos de salvar 200 metros de roca que se formó poco a poco, por acumulación de sedimentos durante milenios. Podemos apreciar distintas épocas de aluvión. Por franjas se observan zonas de material fino, casi arenoso, de un color rojizo. Estas capas de 30, 40cm. se alternan con otras donde predominan los gruesos bolos que nos hablan de periodos de más fuerte actividad erosiva, de mayor fuerza destructora y de arrastre. Capa sobre capa, vamos ascendiendo los milenios de la historia de la sierra. Vamos despacio.Prima la seguridad. Algunos pasos requieren pensar por dónde subir, cómo auparse. Pero además no tenemos prisa. Estamos disfrutando del lugar.

Deben quedar pocas decenas de metros.
 El sol y un estrecho rellano permite a Smilax aspera (la zarzaparrilla ) medrar entre sombras y humedad. Esta colonización es lenta. El suelo fértil escasea.























A medida que nos acercamos al final, la luz es cada vez más intensa. Afuera debe hacer calor, y hasta ahora no lo hemos notado. Los últimos metros exigen unos pasos  un poco más atrevidos, casi circenses, que requieren  fuerza en los brazos y agilidad. Somos conscientes de que el tramo se acaba, y aunque notamos algo el cansancio también nos apena ver que llegamos al final.


La salida es un plano inclinado cerrado por una pared cóncava. La roca no acaba pero sí la ascensión. En las oquedades anidan los buitres. El insistente grito de un polluelo de buitre se oye con la reverberación de la cueva donde habita, al poco rato entran dos aves adultas.
La parte superior de la canal del Palomo parece un oasis entre la aridez de la roca.
En estos pastos soleados habita una bella y esbelta orquídea, Platanthera bifolia.
Esta orquídea está caracterizada por dos hojas grandes  que forman la base de la que sale el erguido tallo floral. Las flores presentan un larguísimo  y fino espolón.



Para volver al punto de partida seguimos el cable de vida que nos ha acompañado todo el trayecto. No soltamos el disipador del cable, pues la vuelta tiene algunos puntos muy aéreos. En ocasiones da la sensación de estar caminando por el  inclinado tejado de un rascacielos. Seguimos caminando por roca.

Enfrente tenemos la sinuosa carretera que rodea la Punta Norte del monte Espiellos (1151 mts). Se ha acometido una intensa labor de repoblado de arbolado en estos montes que rodean al barranco de Vadiello. Al fondo se ven las paredes rojas del mallo Loco.






En este paraje podemos comprobar la variabilidad de Anagallis arvensis, la hierba de las güebras, pequeña pero bonita Primulácea que nos presenta en dos pies muy próximos sus flores azules y naranjas.
Todavía tenemos unos destrepes antes de encontrar un camino. Siempre es más fácil subir que bajar, y aunque los pasos son fáciles, hay que hacer el esfuerzo mental para decirle a pies y manos cómo tienen que trabajar.






















En uno de estos desplomes encontramos una bonita Campanulácea. Campanula erinus, de diminutas campanillas,  es otra planta que gusta de lugares pedregosos y roquedos. Ya estamos cerca del final.

El matorral de coscojas y romeros va sustituyendo al dominio de la piedra. Ya muy próximos al coche podemos fotografiar la más grande de nuestras jaras. Cistus albidus, de intensos tonos rosados y gruesas hojas.

Matapaños

El pico Matapaños es una facilísima cima de la sierra de Guara. Sin embargo, a pesar de su escasa altura (1.532 mts) y el  escaso esfuerzo necesario  para llegar a ella, ofrece unas perspectivas sorprendentes tanto hacia el conglomerado del Ligüerri como al de San Martín. Además sirve de atalaya que domina la hoya de Huesca. 
Una vez llegados a Santa Eulalia la Mayor, una pista practicable en coche nos aproxima a la barrera donde deberemos comenzar a caminar.  Me prometo volver cuando estos montes estén en flor.




Lo primero que nos atrapa la mirada son los conglomerados  que forman el conjunto de los Mallos de Ligüerri, de Lazás y Peña Foratata, ésta última la más próxima a nosotros. 
Los depósitos sedimentarios compuestos por clastos redondeados y  matriz de arcillas forman estos conglomerados , acumulados en el oligoceno. Tenemos que imaginarnos la acumulación de sedimentos producidos por la erosión de un Pirineo joven, todavía en formación. Enormes cantidades de depósitos acumulados en lo que era el mar interior que ocupaba la depresión del Ebro. Desde donde estamos podemos apreciar cómo mantienen casi intacta su posición original, conservando la horizontalidad de los depósitos excepto en las proximidades de las calizas que fuertemente se plegaron sobre ellos.  Observando atentamente los conglomerados observamos como esta estratificación aparece ligeramente inclinada hacia las calizas del norte, como resultado de sus presión y cabalgamiento. Los conglomerados han sufrido  la  característica erosión abarrancada y redondeada, y las formaciones verticales que tanto buscan los escaladores.
Ya tuvimos ocasión de conocer la estructura plana ligeramente inclinada de estos conglomerados cuando intentamos subir al Borón, (tienes una entrada de aquel día en este blog)  que en la fotografía aparece inmediatamente tras los conglomerados, mostrando el color gris claro de sus  calizas devónicas y su forma de domo. También pudimos internarnos en un estrecho barranco, en la llamada Canal del Palomo ( también citada en este blog)  que se aprecia en la foto al fondo de la masa de conglomerados , y así acceder a los niveles superiores de estos conglomerados
Testigos de este pasado remoto, dominado por aguas someras, son los fósiles que aparecen por el camino, algunos de buen tamaño, como éste fósil del interior de un molusco,  que tiene unos 7 cm de longitud.

Pasado el paraje denominado cuello Bail, donde se conservan las estructuras de dos pozos de nieve, el paisaje se abre hacia la vertiente septentrional del pico Fragineto. Detrás asoma el vértice del Tozal de Guara. El Fragineto muestra la potencia vertical de los pliegues que forman su estructura y que hacen esta cara abrupta. La erosión sobre los pliegues ha provocado varios "chevrons".

El Matapaños tiene forma alargada. Para llegar a su punto más alto se sigue la loma entre escarpines. En primavera este espacio se llenará de color amarillo . Al fondo vemos la sierra de la Gabardiella.
Desde  el extremo meridional ya se puede contemplar la complicada geografía entre la Sierra de la Gabardiella, a la izquierda y el Monte de la Ronera, con el Fragineto como cima mayor.
El origen marino de las calizas que pisamos queda confirmado con la presencia de fósiles. Además de los abundantes nummulites, encontramos otros de mayor envergadura:

Hacia el sur aparece la otra estructura de conglomerados: la Peña Leneses, que hace el flanco occidental de Val d'Onsera. En contraste con esta última barrera pirenaica se despliega la llanura. Las arcillas y gravas allí depositadas sufren una nueva erosión y se forman las terrazas fluviales.

En el espacio de unas de estas terrazas se ve el azul intenso del embalse de Montearagón.

Diego se asoma al flanco sur de Matapaños. Bajo él se abre la brecha donde se encuentra Val d'Onsera. Podemos ver el paso de la Viñeta y el camino de los burros que conduce hacia el eremitorio.

Datos de la ruta:  Distancia total recorrida (ida y vuelta) 9,2 kms.

Altitud de partida: 1.080 mts.
Altitud del pico Matapaños: 1.532 mts.
Ascensión acumulada:469 mts