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Tres razones más para visitar El Almerge: Peganum harmala, Haplophyllum linifolium y Helianthemum ledifolium

Un ábside medieval es el noble testigo de lo que fuera poblado medieval, y del que ahora no quedan más que unas piedras arruinadas y excavaciones en la roca arenisca. Si la peste o la inseguridad provocaron la ruina de esta población la respuesta  queda a expensas de la elucubración. Los sillares desparramados no desmienten su enseñanza de que nada es eterno y el colapso  puede disparatar todos los humanos afanes. El paraje es próximo a una clamor que lleva agua casi todo el año, pero todo en derredor es árido, como así son las tierras meridionales del Somontano de Barbastro. Inclinadas tablas de areniscas se elevan sobre un manto de arcillas. Pocos metros más al norte los yesos propician las onduladas lomas blancas. Los campos de labor alternan con pastos recorridos secularmente por los rebaños. La primavera es generosa y aparecen apacibles los campos y tomillares. Es una ilusión temporal, porque el estallido de verdor será breve y pronto llegará el agostamiento. En este corto renacer aparecen numerosas plantas dignas de atención, pero nos detenemos en tres por su escasez en nuestra comarca. Son tres gemas botánicas para un camino en desuso.

Helianthemum ledifolium se separa de H. salicifolium por su mayor robustez, aun sin dejar de ser una pequeña hierba. El fruto de tres aristas y con un corto peciolo lo delata. Tiene escasas localizaciones en nuestra zona.








Haplophylum linifolium, en el límite entre los yesos y las arcillas, comparte espacio con Filago pyramidata, Cnicus benedictus y Adonis aestivalis. Su pertenencia a la familia de la ruda lo notará el caminante al oler la esencia de sus hojas. H. linifolium es un endemismo ibérico que en Aragón es considerada una rareza.








Peganum harmala se arrima a los muros de la iglesia en ruinas. Planta mediterraneo-sahariana frecuente en la depresión del Ebro que tiene,  en esta localización de los Almerges, una de las más septentrionales ubicaciones.










El camino que desde el monasterio de El Pueyo lleva a Los Almerges es el elegido por el Instituto Pirenaico de Ecología este sábado 28 de mayo de 2016 para dar a conocer estos parajes con ojos de científico a cualquier ciudadano que quiera acudir. Seguro que mostrarán muchos más rasgos botánicos de la zona y servirá para que todos podamos aprender más de nuestro territorio.La salida será a las 11:00 desde el monasterio, en recorrido previsto para 5 horas.  Más información en el área de cultura del Ayuntamiento de Barbastro

Flora del Somontano de Barbastro. Valerianaceae - Verbenaceae - Violaceae - Zygophyllaceae


VALERIANACEAE
2 géneros, 4 especies

Valerianella discoidea (L.) Loisel.
Tam.: 10-40 cm
Floración: III-VI
Forma biol.:terófito
Distrib.:mediterránea
Háb.: matorrales secos, espartales y campos de secano, terrazas fluviales.



Centranthus calcitrapae  (L.) Dufresne
Tam.:5-70 cm
Floración:IV-VII
Forma biol.:terófito
Distrib.:mediterránea
Háb.: graveras, lugares removidos.

 


Centranthus ruber  (L.) DC. subsp. ruber
Tam.: 13-60 cm
Floración: V-X
Forma biol.: caméfito
Distrib.:mediterránea
Háb.: planta cultivada que aparece subespontánea en muros y taludes.

 

 

 

 

 



Centranthus angustifolius (Mill.) DC.
Tam.: 20-50 cm
Floración: VII-VIII
Forma biol.: caméfito
Distrib.:eurosiberiana
Háb.:En gleras y derrubios rocosos de media montaña. 
Es planta autóctona, endemismo ibérico-occitano, parecida a la anterior de la que se distingue por sus estrechas hojas que no alcanzan el centímetro de anchura 



 

 

 

 

 




VERBENACEAE
2 géneros, 2 especies

Verbena officinalis  L. 
curasana   
verbena
Tam.: 30-70cm
Floración: V-X
Forma biol.: hemicriptófito
Distrib.: subcosmopolita
Háb.: ruderal, cunetas, baldíos.




Lippia filiformis Schrader
Tam.: 10-40cm
Floración: VI-IX
Forma biol.: hemicriptófito
Distrib.: Originaria de América del Sur, naturalizada y peligrosa invasora
Háb.: suelos húmedos y con abundante materia orgánica.

 

 

 

 

 




VIOLACEAE
1 género ,  2 especies

Viola alba   Besser subsp. denhardtii  (Ten) Nyman  
violeta
Tam.: 5-25 cm
Floración: II-IV
Forma biol.. Hemicriptófito
Distrib.. Mediterráneo.
Háb. Orlas de quejigares, carrascales y bosques de ribera.




Viola rupestris   F.W. Schmidt   subsp. rupestris
violeta
Tam.: 5-15 cm
Floración: III-IV
Forma biol.. Hemicriptófito
Distrib..: plurirregional.
Háb. pastos y suelos pedregosos preferentemente calizos.

 




VITACEAE
1 género ,  1 especie

Vitis vinifera L.  subsp. vinifera 
vid , viña, parra
Tam.: 1- 1,5m
Floración: V-VI
Forma biol.: nanofanerófito caducifolio
Distrib.: mediterránea, introducida de origen incierto.
Háb.: cultivada, crece espontáneamente en bosques ribereños






ZYGOPHYLLACEAE
2 géneros, 2 especies

Peganum harmala  L.
gamarza, alharma  
Tam.: 20- 50 cm
Floración: IV- VI
Forma biol.: caméfito
Distrib.: mediterráneo-turania
Háb.:En ambientes secos, terrenos removidos, suelos arcillosos o yesosos. Leer+




Tribulus terrestris  L.
abrojo
Tam.: 1-5 cm
Floración: IV-IX
Forma biol.: terófito
Distrib.: subcosmopolita
Háb.: ruderal, baldíos y rastrojeras.

 


Paisajes vegetales del Somontano. El sisallar y el albardinar en Las Coronas y el Almerge.

 Si la Historia se apoya en la memoria que los objetos aportan, otro tanto podría decirse de la vegetación que nos rodea. Las plantas testimonian no sólo el pasado geológico de la Tierra, también la huella de los humanos.

Me he acercado a Las Coronas y El Almerge,  en los términos municipales de Fornillos y Laluenga, restos desvencijados de poblados altomedievales. Sobre los aislados afloramientos de arenisca quedan exiguos restos de gradas , vanos y cillas talladas en la roca.

Pueblos que fueron y ya no son, ni el nombre que les dieron sus pobladores somos capaces de recordar. En verano, las rocas de arenisca que sirvieron de apoyo a las viviendas acumulan calor, y elevan la temperatura en derredor. Las plantas crasas, con su especial metabolismo, soportan este ambiente tórrido. Sedum sediforme cubre ampliamente el suelo y refresca el ambiente ayudando a que prosperen plantas efímeras.


Calamintha nepeta subps. nepeta alfombra el suelo entre los restos de piedras talladas, inevitablemente las piso y se eleva su amentolado aroma.


   Coris monspelliensis vive allí donde la roca se convierte en grava calcinada. 


 En contraste, cuando llega el invierno, el pálido cielo  extiende su gélido aliento sobre  las suaves ondulaciones de sasos y coronas vestidos de raquítica vegetación parda.  La silueta oscura de algunas solitarias carrascas y chinebros  rompen esta  monotonía.


El horizonte se ve surcado por cañadas y clamores. El  pastoreo practicado durante siglos transformó este paisaje convirtiéndolo en sisallares y albardinales. La oveja y la cabra seleccionaron la vegetación y transportaron la semilla, propagando unas especies y limitando el crecimiento de otras. El sisallo (Salsola vermiculata) proveía alimento cuando bajaba el ganado trashumante  de la montaña. 


Paso junto a un talud en el que asoman las venas rastreras del albardín (Lygeum spartium)  que avanzan geométricamente  sujetando el ínfimo y polvoriento suelo.



 Las matas de la capitana (Salsola kali) ruedan atravesando los campos impulsadas por el cierzo. Es la estepa. 


 En la primavera temprana, la sazón de la tierra despierta multitud de pequeñas florecillas anuales. Paso por una val cultivada de cereal en cuyo lindero crece Adonis aestivalis sp. squarrosa


 Los primeros agricultores neolíticos trajeron desde tierras lejanas  las semillas de esta planta segetal  mezcladas con las semillas de los cereales, y aquí quedaron estas motas  purpúreas en nuestros campos. Más adelante, en pasto bien recorrido por el ganado lanar veo diminutas flores de color amarillo limón, parientes de la anterior,  es Adonis  microcarpa.


En un talud, me sorprende la llamarada amarilla de Haplophyllum linifolium, pariente de la ruda.


 En el Almerge veo matas de alharma, (Peganum harmala), planta característica de los páramos secos, común en el valle del Ebro, pero muy escasa en nuestro territorio.  Por su nombre común, alharma,  atisbo  ecos árabes.  De oriente llegó su uso: como tintura textil productora de  rojos y amarillos,  y como ingrediente ritual para conseguir un estado de embriaguez.  Imagino este poblado ahora abandonado cuando, lleno de vida, quizá la alharma se utilizara para alegrar veladas festivas.


Vuelvo a final del verano y  atravieso una clamor en el que crecen carrizos y aneas. Viejas tamarizas  (Tamarix canariensis) crecen próximas al agua salobre. 


 Asciendo por una val con ligera pendiente, está cubierta de pasto que escasamente ha sido probado por el diente de la oveja.

 Azulean espigas de flores, un agradable aroma asciende cuando paso junto a ellas. Es el hisopo ( Hyssopus officinalis  sp. canescens) que con su floración  marca el cambio de estación. Muy escaso en nuestros días, el hisopo fue antaño planta que formaba parte de la botica cultivada en el huerto por sus propiedades curativas de las vías respiratorias. Si también se usó como planta ritual, para asperger y purificar, cabe entrar en duda, puesto que aunque comparte nombre con el objeto utilizado en las liturgias judía y cristiana, nuestro hisopo no crece en Palestina. Cojo un pequeño ramillete de hojas para que su aroma me acompañe el resto de la jornada, me parece complemento ideal a este paseo por la naturaleza y el tiempo. Acaricio la idea de que esta ramita de  hisopo sea descendiente del que hubieran usado quienes vivieron en estos poblados abandonados.