Esta vistosa orquídea ocupa taludes sombreados por las carrascas. Necesita frescor y un cierto grado de humedad, por lo que en El Pueyo sólo las vemos en las laderas norte donde alguna escorrentía primaveral permite que se desarrollen.
Es de alto porte, sobre los 30 o 40 centímetros, aunque en condiciones muy favorables puede hacerse mucho mayor. Las flores se disponen en un apretado racimo.
Si sorprende a simple vista por su tamaño, más atractiva es a corta distancia. Las pequeñas flores presentan un labelo colgante, blanco con el margen púrpura, y manchas glandulosas del mismo color. Este labelo, dividido en varios lóbulos, más los demás sépalos y pétalos que convergen en la parte superior, forman un conjunto que se asemeja a un grotesco hombrecillo que viste pantalones anchos y amplio sombrero.
Uno de los aspectos que me fascinan de las orquídeas está en el subsuelo. Estas plantas son consideradas dentro de las más evolucionadas del reino vegetal. Sin embargo para prosperar dependen de las complejas asociaciones biológicas que se producen bajo tierra con hongos específicos que permiten la viabilidad de los nuevos individuos. Literalmente, si el microscópico hongo no está en el suelo, la orquídea no se desarrolla.
A Orchis purpurea la podremos encontrar también si nos acercamos al Prepirineo, e incluso en pleno Pirineo. En esos enclaves indicará zonas de mayor insolación y sequedad, precisamente las características que en el entorno de el Pueyo no faltan y nos permiten contemplarla, si bien aquí es tan escasa que nos obliga a extremar el cuidado para no perturbar el espacio ecológico en el que habita.
¡¡ preciosa !!! a ver cuando tengo la suerte de conocerla ...
ResponderEliminarUn saludo