Tres razones más para visitar El Almerge: Peganum harmala, Haplophyllum linifolium y Helianthemum ledifolium
Flora del Somontano de Barbastro. Valerianaceae - Verbenaceae - Violaceae - Zygophyllaceae
Valerianella discoidea (L.) Loisel.
Tam.: 10-40 cm
Floración: III-VI
Forma biol.:terófito
Distrib.:mediterránea
Háb.: matorrales secos, espartales y campos de secano, terrazas fluviales.
Centranthus calcitrapae (L.) Dufresne
Tam.:5-70 cm
Floración:IV-VII
Forma biol.:terófito
Distrib.:mediterránea
Háb.: graveras, lugares removidos.
Centranthus ruber (L.) DC. subsp. ruber
Tam.: 13-60 cm
Floración: V-X
Forma biol.: caméfito
Distrib.:mediterránea
Háb.: planta cultivada que aparece subespontánea en muros y taludes.
Centranthus angustifolius (Mill.) DC.
Tam.: 20-50 cm
Floración: VII-VIII
Forma biol.: caméfito
Distrib.:eurosiberiana
Háb.:En gleras y derrubios rocosos de media montaña.
Verbena officinalis L.
curasana
verbena
Tam.: 30-70cm
Floración: V-X
Forma biol.: hemicriptófito
Distrib.: subcosmopolita
Háb.: ruderal, cunetas, baldíos.
Lippia filiformis Schrader
Tam.: 10-40cm
Floración: VI-IX
Forma biol.: hemicriptófito
Distrib.: Originaria de América del Sur, naturalizada y peligrosa invasora
Háb.: suelos húmedos y con abundante materia orgánica.
Viola alba Besser subsp. denhardtii (Ten) Nyman
violeta
Tam.: 5-25 cm
Floración: II-IV
Forma biol.. Hemicriptófito
Distrib.. Mediterráneo.
Háb. Orlas de quejigares, carrascales y bosques de ribera.
Viola rupestris F.W. Schmidt subsp. rupestris
violeta
Tam.: 5-15 cm
Floración: III-IV
Forma biol.. Hemicriptófito
Distrib..: plurirregional.
Háb. pastos y suelos pedregosos preferentemente calizos.
Vitis vinifera L. subsp. vinifera
vid , viña, parra
Tam.: 1- 1,5m
Floración: V-VI
Forma biol.: nanofanerófito caducifolio
Distrib.: mediterránea, introducida de origen incierto.
Háb.: cultivada, crece espontáneamente en bosques ribereños
Peganum harmala L.
gamarza, alharma
Tam.: 20- 50 cm
Floración: IV- VI
Forma biol.: caméfito
Distrib.: mediterráneo-turania
Háb.:En ambientes secos, terrenos removidos, suelos arcillosos o yesosos. Leer+
Tribulus terrestris L.
abrojo
Tam.: 1-5 cm
Floración: IV-IX
Forma biol.: terófito
Distrib.: subcosmopolita
Háb.: ruderal, baldíos y rastrojeras.
Paisajes vegetales del Somontano. El sisallar y el albardinar en Las Coronas y el Almerge.
Si la Historia se apoya en la memoria que los objetos aportan, otro tanto podría decirse de la vegetación que nos rodea. Las plantas testimonian no sólo el pasado geológico de la Tierra, también la huella de los humanos.
Me he acercado a Las Coronas y El Almerge, en los términos municipales de Fornillos y Laluenga, restos desvencijados de poblados altomedievales. Sobre los aislados afloramientos de arenisca quedan exiguos restos de gradas , vanos y cillas talladas en la roca.
Pueblos que fueron y ya no son, ni el nombre que les dieron sus pobladores somos capaces de recordar. En verano, las rocas de arenisca que sirvieron de apoyo a las viviendas acumulan calor, y elevan la temperatura en derredor. Las plantas crasas, con su especial metabolismo, soportan este ambiente tórrido. Sedum sediforme cubre ampliamente el suelo y refresca el ambiente ayudando a que prosperen plantas efímeras.
Coris monspelliensis vive allí donde la roca se convierte en grava calcinada.
En contraste, cuando llega el invierno, el pálido cielo extiende su gélido aliento sobre las suaves ondulaciones de sasos y coronas vestidos de raquítica vegetación parda. La silueta oscura de algunas solitarias carrascas y chinebros rompen esta monotonía.
El horizonte se ve surcado por cañadas y clamores. El pastoreo practicado durante siglos transformó este paisaje convirtiéndolo en sisallares y albardinales. La oveja y la cabra seleccionaron la vegetación y transportaron la semilla, propagando unas especies y limitando el crecimiento de otras. El sisallo (Salsola vermiculata) proveía alimento cuando bajaba el ganado trashumante de la montaña.
Paso junto a un talud en el que asoman las venas rastreras del albardín (Lygeum spartium) que avanzan geométricamente sujetando el ínfimo y polvoriento suelo.
Las matas de la capitana (Salsola kali) ruedan atravesando los campos impulsadas por el cierzo. Es la estepa.
En la primavera temprana, la sazón de la tierra despierta multitud de pequeñas florecillas anuales. Paso por una val cultivada de cereal en cuyo lindero crece Adonis aestivalis sp. squarrosa.
Los primeros agricultores neolíticos trajeron desde tierras lejanas las semillas de esta planta segetal mezcladas con las semillas de los cereales, y aquí quedaron estas motas purpúreas en nuestros campos. Más adelante, en pasto bien recorrido por el ganado lanar veo diminutas flores de color amarillo limón, parientes de la anterior, es Adonis microcarpa.
En un talud, me sorprende la llamarada amarilla de Haplophyllum linifolium, pariente de la ruda.
En el Almerge veo matas de alharma, (Peganum harmala), planta característica de los páramos secos, común en el valle del Ebro, pero muy escasa en nuestro territorio. Por su nombre común, alharma, atisbo ecos árabes. De oriente llegó su uso: como tintura textil productora de rojos y amarillos, y como ingrediente ritual para conseguir un estado de embriaguez. Imagino este poblado ahora abandonado cuando, lleno de vida, quizá la alharma se utilizara para alegrar veladas festivas.
Vuelvo a final del verano y atravieso una clamor en el que crecen carrizos y aneas. Viejas tamarizas (Tamarix canariensis) crecen próximas al agua salobre.
Asciendo por una val con ligera pendiente, está cubierta de pasto que escasamente ha sido probado por el diente de la oveja.
Azulean espigas de flores, un agradable aroma asciende cuando paso junto a ellas. Es el hisopo ( Hyssopus officinalis sp. canescens) que con su floración marca el cambio de estación. Muy escaso en nuestros días, el hisopo fue antaño planta que formaba parte de la botica cultivada en el huerto por sus propiedades curativas de las vías respiratorias. Si también se usó como planta ritual, para asperger y purificar, cabe entrar en duda, puesto que aunque comparte nombre con el objeto utilizado en las liturgias judía y cristiana, nuestro hisopo no crece en Palestina. Cojo un pequeño ramillete de hojas para que su aroma me acompañe el resto de la jornada, me parece complemento ideal a este paseo por la naturaleza y el tiempo. Acaricio la idea de que esta ramita de hisopo sea descendiente del que hubieran usado quienes vivieron en estos poblados abandonados.