El mes de marzo es el mes de la violeta. En la ermita de la Virgen del Plano surgen las violetas en las zonas frescas, más húmedas, en ambiente de carrascal. Bajando al río Vero desde el final de la escalera que lleva al ruinoso puente colgante veremos varios grupos de Viola alba, tanto en las repisas de la arenisca, como en el mismo lecho del río.
El género Viola es algo complejo. En el caso de esta especie nos fijaremos primero en la flor, los sépalos tienen el ápice obtuso.
En segundo lugar observaremos si de la roseta de hojas salen estolones. Son éstos largos tallos rastreros que tienen la capacidad de enraizar en los entrenudos y así reproducir la planta de manera vegetativa, asexual.
La tercera característica que nos permitirá identificar esta especie esta más oculta.
Seguiremos el tallo foliar hasta su base y nos fijaremos en unas hojuelas muy pequeñas, estípulas, que tiene en el arranque del tallo de la hoja. En el caso de Viola alba ésta estípula es estrecha, aguda, con el margen con finos hilos desiguales.
Como estaremos tan cerca de las flores, será inevitable respirar el dulce aroma que desprende, aunque ésta no es una característica exclusiva de esta especie.
Hay dos estirpes de esta especie, una de coloración blanca (subsp. alba) y la que traemos aquí de coloración violeta.