Pico de Puerto Viejo de Bielsa

Subir al Puerto Viejo de Bielsa es un agradable paseo ahora que ya no agobia el sol cuando se alarga el camino en los pastizales. Ascender al pico del mismo nombre es un plus no desdeñable que aporta una bonita visión de esta zona fronteriza. Ambiente de altura para conocer algunas de nuestras montañas desde su cara norte, y de paso asomarse a las formaciones montañosas francesas. El Puerto Viejo de Bielsa es ahora  un recorrido de placer, pero también es ocasión de recordar  a las gentes que hicieron este camino huyendo de la "bolsa de Bielsa".
























Superado el primer repecho que supone auparse  desde la misma boca sur del túnel de Bielsa sobre el salto de la Pinara, se abre un valle flanqueado por el pico Barrosa. Pronto los pinos negros dejan paso a los pastos alpinos. Al fondo, parcialmente tapado por la ladera que recorremos, se ve el puerto hacia el que nos dirigimos y a su izquierda las rocas blancas y rocas del Pico de Puerto Viejo.


















El resto del camino discurre por el pasto, y sube suave y directo hacia el puerto. En un leve escalón del fondo del circo, al abrigo del pico Barrosa, se esconde un pequeño ibón, cada vez más perceptible a medida que ascendemos.

Caminamos sobre un sustrato rocoso rojizo. Areniscas rojas de más de 250 millones de años, testimonian la erosión de aquellas montañas hercínicas ya desaparecidas antes de que se formasen los Pirineos, y que nos hablan, según los geólogos, del clima tropical seco que aquí imperaba.
A medida que completamos la subida se abre el horizonte y comienzan a aparecer cumbres de valles próximos de la vertiente sur del Pirineo. El Puerto Viejo ya queda como una entalladura en la pared del circo.
















Desde el mismo puerto se ve lejana la llamativa cresta des Cintes Blanques. Festones de roca blanca, muestran la potencia de la compresión de los pliegues, así como la importante erosión sobre estos estratos.

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Un breve desnivel separa el pico de la cima. Desde ella, el horizonte se abre notablemente. Mirando al sur abarcamos con la mirada todo el valle de la Pinara, tras él una amplia sucesión de perfiles hasta vislumbrar el macizo de Posets.

Hacia el norte, los lagos de Barroudes aportan la nota diferente en este universo rocoso. Junto a los lagos el puerto que nosotros llamamos de Barrosa. Es la cabecera del valle de la Gela.
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Algunas de las plantas que hemos podido contemplar:
Todavía los azafranes (Crocus nudiflorus) adornan los pastos otoñales
En los escasos regatos que quedan húmedos aparecen estas llamativas rosetas creo que de Saxífraga stellaris.

Gentiana alpina, encontramos varios ejemplares desde los últimos metros hasta la misma cima.

Gentiana nivalis, también en la cima.

Track de la ruta:

http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8233771

Camino de El Pueyo.Chiliadenus saxatilis. Té de roca.

Cada espacio, cada ambiente tiene su aroma. En mi memoria olfativa siempre he asociado el recio olor del té de roca a las paredes calizas que tanto abundan en nuestro Somontano y Prepirineo.
Chiliadenus saxatilis en flor
Todavía es momento de ver sus amarillas flores. No es una planta tempranera, necesita del tórrido verano para madurar.Retrepada en las paredes y recovecos de las calizas , forma unas matas abiertas, leñosas, con hojas que se separan del tallo  como queriendo atrapar la más mínima brisa de aire que alivie  del calor que desprenden las blancas peñas.

La flor parece siempre abierta a medias.En realidad es una cabezuela de flores amarillas (pertenece a la familia de las Compuestas) y, al carecer de las lengüetas que  tanto llaman la atención en  margaritas y dientes de león, presentan un aspecto bien diferente, como de no quererse abrir nunca.
Toda ella es glandulosa, especialmente en las hojas. Al tocar la planta estas glándulas se parten y desprenden la esencia que contienen y que es la responsable de su característico olor y su tacto pegajoso. Tradicionalmente se ha recolectado para hacer el té de roca, con tanta fama que en otras tierras se le llama té de Aragón. Se le atribuye virtud como digestivo o para mitigar dolencias estomacales.
Té de roca en su ambiente calizo
 El buen caminante que la vea quizá quiera probar su sabor. No es mala idea, pues sale un brebaje dorado y poderoso en el gusto. Pero procurará cortar cuidadosamente la rama, no tirando;pues de no hacerlo así podría arrancar la mata de cuajo con lo cual la población poco a poco queda esquilmada;  así ha sucedido en algunos lugares. Tampoco ambicionará coger las flores, pues éstas no tienen virtudes en la infusión. Más bien tomará las hojas, pues es aquí donde se acumulan las glándulas esenciales. Y las cogerá en su justa medida, que Natura no suple los desmanes de los avariciosos. Provisto de este pequeño tesoro, echará la medida de una cucharadita de estas hojas en agua  a punto de hervir, y en cuanto entibie la tomará. Cierre los ojos el caminante y retenga aromas, sabores y colores, y así, además de cuidar la digestión, cuidará la salud del espíritu.
Para encontrarla en el entorno de El Pueyo sólo tendrá que buscar allí donde más da el sol sobre la blanca  caliza de este cerro. También en el vecino Valcheladas lo encontrará sin dificultad en la misma orientación.Vemos ya, a estas alturas del otoño,muchas matas de té de roca bien maduras. Parecen soles diseminados por entre las peñas. Humildes estrellas en miniatura.



Camino del Pueyo. Salsola Kali, "capitana"

Salsola kali , hojas y frutos
Hace dos semanas nos deteníamos ante el sisallo para contemplar los frutos alados. No resultará difícil emparentar aquella planta con la "capitana". Frutos similares, también alados y papiráceos. Pero las diferencias nos llevan a una nueva especie.  Salsola kali es planta de tierras extremas y duras. La aridez, el sustrato salino que aportan los yesos, el relieve inexistente, todo esto indica que  estamos ante una planta de pura estepa. Desde los Monegros llega hasta nuestras tierras allí donde se dan cita estas condiciones. Por ello el caminante alargará los pasos hasta el flanco sur de Valcheladas, otrora utilizada como cantera, y en pocos metros vera no sólo como cambia el relieve sino también las formas de vida. Al ser planta adaptada a la sequía extrema tiene las hojas carnosas y bien aplicadas al tallo para economizar recursos. Para defenderse de los herbívoros muestra unas agresivas espinas al final de cada pequeña hoja. Todo en su alrededor es hostilidad, y ella se defiende. Si el caminante tiene ya unos cuantos años, seguro tiene recuerdos de la infancia vinculados con esta planta.  La desolación, la tensión dramática,  quedaban expresados, subliminalmente, en las películas del oeste por el paso fugaz de una mata seca, rodando por la soledad de los polvorientos caminos y poblados del oeste americano. 
En aquella lejana niñez, yo desconocía que se trataba de la Salsola kali, y que esos escenarios naturales nada tenían que ver con tierras de ultramar, y sí de nuestros desiertos almerienses.  También desconocía que  ese rodar por la llanura no es signo de desolación. Al contrario, es estrategia de vida, puesto que es la manera en que la planta, una vez seca y arrancada por el viento, rueda a la vez que dispersa las semillas.Así se convierte en planta precursora en la estepa.
Ahora, a mediados de octubre todavía están verdes las capitanas. Pero cuando se hayan secado iré a verlas. Elegiré un día de suave viento del norte, y al verlas rodar silbaré aquella melodía de Morricone.