Camino de El Pueyo.Chiliadenus saxatilis. Té de roca.

Cada espacio, cada ambiente tiene su aroma. En mi memoria olfativa siempre he asociado el recio olor del té de roca a las paredes calizas que tanto abundan en nuestro Somontano y Prepirineo.
Chiliadenus saxatilis en flor
Todavía es momento de ver sus amarillas flores. No es una planta tempranera, necesita del tórrido verano para madurar.Retrepada en las paredes y recovecos de las calizas , forma unas matas abiertas, leñosas, con hojas que se separan del tallo  como queriendo atrapar la más mínima brisa de aire que alivie  del calor que desprenden las blancas peñas.

La flor parece siempre abierta a medias.En realidad es una cabezuela de flores amarillas (pertenece a la familia de las Compuestas) y, al carecer de las lengüetas que  tanto llaman la atención en  margaritas y dientes de león, presentan un aspecto bien diferente, como de no quererse abrir nunca.
Toda ella es glandulosa, especialmente en las hojas. Al tocar la planta estas glándulas se parten y desprenden la esencia que contienen y que es la responsable de su característico olor y su tacto pegajoso. Tradicionalmente se ha recolectado para hacer el té de roca, con tanta fama que en otras tierras se le llama té de Aragón. Se le atribuye virtud como digestivo o para mitigar dolencias estomacales.
Té de roca en su ambiente calizo
 El buen caminante que la vea quizá quiera probar su sabor. No es mala idea, pues sale un brebaje dorado y poderoso en el gusto. Pero procurará cortar cuidadosamente la rama, no tirando;pues de no hacerlo así podría arrancar la mata de cuajo con lo cual la población poco a poco queda esquilmada;  así ha sucedido en algunos lugares. Tampoco ambicionará coger las flores, pues éstas no tienen virtudes en la infusión. Más bien tomará las hojas, pues es aquí donde se acumulan las glándulas esenciales. Y las cogerá en su justa medida, que Natura no suple los desmanes de los avariciosos. Provisto de este pequeño tesoro, echará la medida de una cucharadita de estas hojas en agua  a punto de hervir, y en cuanto entibie la tomará. Cierre los ojos el caminante y retenga aromas, sabores y colores, y así, además de cuidar la digestión, cuidará la salud del espíritu.
Para encontrarla en el entorno de El Pueyo sólo tendrá que buscar allí donde más da el sol sobre la blanca  caliza de este cerro. También en el vecino Valcheladas lo encontrará sin dificultad en la misma orientación.Vemos ya, a estas alturas del otoño,muchas matas de té de roca bien maduras. Parecen soles diseminados por entre las peñas. Humildes estrellas en miniatura.



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