Desde que se inició la "remodelación" del conjunto arquitectónico del Balneario de Panticosa, confieso que paso lo más rápido que puedo y miro lo menos posible los resultados del atropello que supuso para el patrimonio arquitectónico esta profunda transformación. Tiemblo cuando paso junto al esqueleto del aberrante aparcamiento a medio acabar (no mejorará si alguna vez se termina) que me sorprende pudiera pasar los más mínimos controles de control ambiental, por no hablar del efecto paisajístico y gusto arquitectónico.
En fin que tomamos rápidamente la senda que conduce a los ibones de Brazato. En claros del bosque, aun siendo el terreno pedregoso, a poca altura nos encontramos con este hipérico, Hypericum richeri subsp. burseri.
El ambiente húmedo de un regato permite el sustento de una gran valeriana, Valeriana officinalis subsp. collina.
La observación atenta de las rocas nos enseña los cambios de color, las formas redondeadas de la raíz granítica de esta montaña, y superpuesta a ella las calizas fuertemente plegadas. Unas calizas que se superpusieron y que ahora aparecen aupadas sobre un zócalo que resistirá mejor el paso del tiempo que queda por venir.
El pico Argualas, o también llamado pico La Bandera por la costumbre de alzar una bandera al llegar a la cumbre para que pudiera ser vista desde el Balneario en aquellos tiempos de pioneros del turismo y del pirineísmo.
La potencia de los pliegues se aprecia en los fuertes ángulos que describen los estratos.
Una verónica de intenso color azulado, Verónica fruticans, habitual de pastos supraforestales con suelo de composición ácida.
Saxifraga intricata, habitante de grietas y rellanos silíceos. En esta jornada quería encontrar otra saxífraga mucho menos habitual; saxifraga cotyledon, pero no hubo suerte en todo el día.
Quizá porque vamos acompañados de gente joven, Aurora, Marina y Diego ,esta vez se ha hecho corto el camino hasta divisar el valle de Brazato.
Al piso montano sucede el piso alpino, cada vez más raquítico en vegetación en parte por la dificultad que supone a la vegetación instalarse en el caos de granito. La transición se materializa con el bosque de pino negro, que con la altura se irá diseminando y mezclando con el matorral de rododendro.
El brazato superior aumenta su extensión con las represas artificiales realizadas a principios del s.XX para la obtención de energía eléctrica. Desde aquí se intuye la senda que seguiremos hasta llegar a un amplio collado y la cima del Baciás, discreta y engañosa tras el llamativo resalte rocoso.
Una de las falsas árnicas: Senecio pyrenaicus, que frecuentemente encontramos en gleras, incluso las que son móviles.
Estamos en el dominio del granito, y no podía faltar un helecho característico: Cryptogramma crispa, indicadora además de lugares de duradera innivación.
Dejamos atrás el ibón embalsado de Brazato y ascendemos por la ladera que nos conducirá al collado de los ibones superiores. En un paisaje dominado por el granito, aparentemente tan hosco, una pequeña jabonera Silene rupestris, en este caso acompañada de un endemismo pirenaico Gallium cespitosum que aprovecha la misma fisura de la roca.
Leucanthemopsis alpina.Esta margarita está especializada en la alta montaña y la vida en crestas pedregosas y fisuras de suelos pobres en bases.
En el collado de Brazato, vista total sobre el ibón embalsado. Lo más arduo ya está hecho, ya solo quedan los 250 últimos metros de desnivel.
El collado de Brazato nos lleva a un universo rocoso. El ibón Perforao es el primero que nos recibe. Tras el ibón las crestas de Lavaza. Por el canchal seguimos subiendo en dirección al Puerto de Brazato
Rhododendron ferrugineum, matorral alpino por excelencia, se atreve todavía a 2.500 metros de altitud a afrontar los rigores de la alta montaña.
El Puerto de Brazato está situado en la divisoria entre el valle de Tena y el valle de Bujaruelo, que se extiende ahora a nuestros pies. El macizo del Cobachimosa/Vignemale nos enseña sus marmoleras, además de sus neveros permanentes. Pequeños cristales azules aparecen a nuestros pies, son los ibones de Batanes, ya pertenecientes a la cuenca del Ara
Tras una fatigosa subida por un caos de grandes rocas llegamos a la cima del pico Baciás (2.758 m), y la prometida vista sobre el Vignemale, que nos hace sentir muy, muy pequeños.
Tres luceros azules, los ibones de Espelunz, y una amplia vista del valle de Bujaruelo, hasta la misma cabecera, cerrada por el Pic Alphonse Meillon, custodiando el circo del Ara, pero dominado siempre por el Vignemale.
Datos de la ruta.
Punto de partida. Balneario de Panticosa. 1.630 m
Pico Baciás 2.758 m.
Ascensión acumulada. 1.231m
Track en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7480986