Stahelina dubia usa con discreción los verdes pardos, y aun formando capítulos, éstos son estrechos y poco llamativos. Las flores tan apenas sobresalen de un ahusado involucro, y sólo cuando maduran brillan con la luz atrapada por los blancos vilanos de los frutos. En este modelo de discreción el caminante podrá observar un halo de elegancia en las leves ramas y hojas.
Linneo dio nombre a esta planta e inauguró el género. Bajo el tórrido calor de agosto en las tierras del somontano de Barbastro, Stahelina dubia espera a la sombra de las carrascas de El Pueyo.
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