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Ermita y gorgas de San Julián




Cerca de Nueno, el flanco sur de la Sierra de Gratal termina en estrechos barrancos tallados en los conglomerados. En un breve paseo se accede a la entrada de las Gorgas de San Julián. 


El sendero se abre paso en el matorral bajo de romeros y coscojas. A la izquierda, Gratal.  Al frente se ven dos cortes en la sierra, el de la derecha es el que tiene escondida la ermita de San Julián, y termina en un estrecho paso.


Ophrys lupercalis, orquídea que crece en los pastos recalentados, y claros de matorral bajo.



En pocos minutos estamos ya bajo las paredes talladas en los conglomerados.

La gayuba en plena floración, agarrada a los primeros tramos de conglomerado horizontal, y en terrenos pedregosos. Abunda en la zona.


Orobanche latisquama, que parasita una mata de romero.


En los pastos soleados, la Polygala nicaeensis subsp. caesalpinii.



La ermita de san Julián aprovecha un covacho en la roca.

Como es bastante habitual en la sierra de Guara, la ermita está algo elevada respecto al lecho del barranco. Al fondo vemos la continuación del estrecho.


El interior de la ermita.

El incesante goteo forma mamelones calcáreos y una pila de agua, con una oquedad que se introduce en la roca y sirve de depósito de la fría agua.



De vuelta al camino, observamos la pared en donde se esconde la ermita de san Julián































Tamus communis ha renovado las hojas, que lucen un verde fresco y de tacto como papel de seda ,por lo delgadas que son todavía.

Viburnum tinus, el durillo, abunda en el fondo del barranco.


Viola riviniana, en zonas más sombrías y frescas.



En un breve paseo hemos llegado al punto en el que el barranco se estrecha al máximo.

Aquí las luces y sombras se unen a la roca formando este peculiar paisaje.
Se nos ha hecho corto el paseo. Vemos que al final hay unos clavos en la roca, pero eso ya requiere seguir el sentido inverso y el uso de la cuerda.





















Ophrys sphegodes y Ophrys fusca "abejetas"



De todos es sabido que la relación entre plantas e insectos es muy estrecha. También es frecuente observar que el balance de beneficios está equilibrado para ambos. La planta aporta nutrientes a cambio del intercambio de polen que el insecto realiza. Hay ocasiones en los que la planta sale perdiendo, como es el caso de aquellas que son nutricias para las larvas de mariposas, coleópteros, etc. En otras ocasiones son los insectos los que acaban digeridos por los jugos corrosivos de la planta, como sucede con Pinguículas o Droseras. Cuando se trata de la familia de las Orquídeas, y en concreto con el género Ophrys, la relación debe de calificarse de pérfido engaño.
Ophrys fusca

Ophrys sphegodes




































Un abejorro macho vuela a principio de la primavera, las hembras tardarán algo más en salir. Además de las apreturas del hambre, debe de sentir alguna inquietud por perpetuar la especie. Al girar el vuelo en torno a una encina sus receptores olfativos distinguen un aroma que estimula todavía más sus instintos reproductivos. Una hembra debe estar cerca. Allí a ras del suelo un lomo marrón, velludo está posado sobre una flor. La maniobra es fácil, el aterrizaje es perfecto. Seguido al traveseo viene la sorpresa y después el desengaño. Aquello no era una hembra. La  inmóvil flor  ha dejado pegadas sobre la testuz del abejorro unas estructuras, los polinios, cargados de miles de granos de polen. El abejorro se aleja, pero no puede resistir los atractivos olfativos y visuales de otra orquídea próxima. Cae de nuevo en la trampa. Algo del polen se desprenderá sobre el estigma. La fecundación cruzada se ha conseguido y de todo este enredo seguirán miles de semillas.
Ophrys lupercalis
































En las proximidades de El Pueyo , Ophrys lupercalis y Ophrys sphegodes son las primeras en orquestar este falso ritual de apareamiento. Ambas viven en lugares archillosos, a menudo algo pedregosos; lugares bien caldeados en la orla de la carrasca o del quejigo. Por su pequeño tamaño y sus colores discretos pasan desapercibidas a excepción de sus rosetas de hojas basales, anchas, lustrosas de un verde tierno. Distinguirá el caminante una de otra por la mácula que adorna el labio inferior. En O. sphegodes es brillante, encarnada, componiendo un dibujo que varía entre la X y la I I . En O. lupercalis es una mácula de forma menos definida, en muchas ocasiones con forma de W. La primera tiene el lóbulo basal con forma más globosa, mucho más incurvado que en O. lupercalis, cuyo labio es más alargado y más profundamente lobulado. Ambas presentan gran variabilidad en los diseños del labio inferior, lo cual ha motivado que se describan no pocas subespecies. No son las únicas orquídeas que podremos disfrutar por El Pueyo, pero para ver las demás tendremos que esperar todavía uno o dos meses.