Pocas plantas que podamos encontrar silvestres en el campo han pasado con apenas variaciones al uso industrial como lo ha hecho el lúpulo. Se sabe que ya fue utilizado en la Edad Media para aromatizar la cerveza, pero la historia del cultivo del lúpulo en España no comienza hasta principios del siglo XX, con las primeras investigaciones sobre este cultivo en España. El objeto era regularizar el suministro, evitando la inseguridad que suponía la utilización de lúpulo silvestre, y reducir las importaciones. En aquel momento se abastecía a las más de 35 empresas cerveceras que había en España. Galicia fue la pionera, pero en la actualidad la producción la lidera León, seguida de lejos por La Rioja y La Coruña.
El lúpulo es una especie dioica, es decir que presenta pies masculinos y pies femeninos. Para la producción de la cerveza se emplean las flores femeninas, que están agrupadas en glomérulos y están protegidas por brácteas. Cuando las flores maduran las brácteas se ensanchan y toman el aspecto de un cono de aspecto papiráceo. Es en ese momento en el que se emplean para la elaboración de la cerveza, puesto que entre las escamas se desarrolla una glándula que produce lupulina. La lupulina contiene una resina que aporta el sabor amargo,y aceites esenciales que añaden a la cerveza el aroma característico. Hace un tiempo tuve el placer de ayudar a Angel Lorente, amigo y colega en la música, a elaborar cerveza artesanal. Fue un regalo para el olfato la manipulación y cocción de las maltas, pero el culmen fue el momento en el que sumergimos el lúpulo en la malta elaborada. Se multiplicaron por mil los aromas y matices, revivieron recuerdos de sensaciones producidas por las buenas cervezas que hasta ese momento había bebido.
El lúpulo es una planta de presencia escasa en Aragón, y aún rara en amplias zonas. Nosotros tenemos la fortuna de ver notables ejemplares en la confluencia de los ríos Vero y Cinca, así como alguna mata que trepa por los taludes próximos al puente de Santa Fe. Es una planta que crece en los sotos. Tiene crecimiento longitudinal, por lo que necesita el apoyo de árboles o carrizos hasta alcanzar los 4 o 5 metros. Las hojas salen directamente del tallo principal, con un largo cabillo, y se distribuyen opuestas por pares. Son las hojas anchas, con tres o cinco profundos lóbulos, similares a las de la vid.
Tradicionalmente se han utilizado los tallos tiernos para comerlos cocidos como si fueran espárragos. Fiel a su familia , las Cannabináceas , tiene compuestos levemente narcóticos. Se ha utilizado como ligero sedante ya que sus ácidos tienen efectos similares a la melatonina. Para favorecer el sueño y ahuyentar pesadillas se rellenaban las almohadas con las flores. Estudios actuales avanzan la posibilidad de utilizar compuestos químicos existentes en el lúpulo para regular los lípidos en la sangre y como anti-inflamatorio en procesos reumáticos y fibromialgias.
Los ácidos que contiene el lúpulo tienen efecto anti-microbiano. De esto ya se dio cuenta Hildegard von Bingen, (1098-1179) abadesa del monasterio de Rupertsberg , Alemania. Esta culta mujer describió en su obra Liber simplicis medicine o Physica las virtudes del lúpulo como conservante natural de la cerveza. Y es que sin saber ella de la existencia de las bacterias, ya descubrió que el lúpulo preservaba tan preciado brebaje de la corrupción.
Tradicionalmente se han utilizado los tallos tiernos para comerlos cocidos como si fueran espárragos. Fiel a su familia , las Cannabináceas , tiene compuestos levemente narcóticos. Se ha utilizado como ligero sedante ya que sus ácidos tienen efectos similares a la melatonina. Para favorecer el sueño y ahuyentar pesadillas se rellenaban las almohadas con las flores. Estudios actuales avanzan la posibilidad de utilizar compuestos químicos existentes en el lúpulo para regular los lípidos en la sangre y como anti-inflamatorio en procesos reumáticos y fibromialgias.
Los ácidos que contiene el lúpulo tienen efecto anti-microbiano. De esto ya se dio cuenta Hildegard von Bingen, (1098-1179) abadesa del monasterio de Rupertsberg , Alemania. Esta culta mujer describió en su obra Liber simplicis medicine o Physica las virtudes del lúpulo como conservante natural de la cerveza. Y es que sin saber ella de la existencia de las bacterias, ya descubrió que el lúpulo preservaba tan preciado brebaje de la corrupción.
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