Llano Cheto. Paseo primaveral

Un paseo primaveral hasta Llano Cheto con la única intención de disfrutar del tacto exclusivo de las recientes hojas del haya, escuchar el agua que nos acompaña todo el trayecto y contemplar algunas de las especies botánicas que este rincón pirenaico siempre nos depara. Ahí van algunas fotos.
Cardamine heptaphylla, a la sombra de las hayas en el Paso del Oso
Scilla lilio-hyacinthus. Todavía en flor en la zona más alta del paso del Oso
Scilla lilio-hyacintus, en ocasiones forma comunidades extensas que cubren  la vertical ladera del paso del Oso
un ejemplar de Ranunculus platanifolius con una múltiple corola
Myosotis decumbens, un nomeolvides  que encontramos en pequeños claros del hayedo.
Dactylorhiza sambucina, orquídea  muy frecuente en los pastos primaverales, en este caso de hermosos tonos púrpura

Orchis mascula, en los prados de Llano Cheto.

Prunus padus. Alcanza tamaño de árbol en el Llano Cheto. Su aroma es extraordinario.
Vipera aspis ,  el invierno ya pasó para todos los habitantes del bosque.


camino de El Pueyo. Limodorum abortivum

flores de Limodorum abortivum
La naturaleza tiene esencia cíclica. Ya bien lo observaron los clásicos cuando atribuían al círculo y la esfera el significado de la perfección.
Este sencillo principio se cumple hasta en la más simple pieza del engranaje natural.
La producción de materia viva, de compuestos carbonatados, en ocasiones significa aprovechar los desechos, los detritos. Y es aquí donde intervienen bacterias y alguna que otra planta.
Una más de las orquídeas que pueblan el entorno de El Pueyo, Limodorum abortivum tiene la singularidad de carecer de clorofila.
A diferencia de las otras orquídeas que por aquí observamos, no forma hojas basales verdes. En su lugar, presenta unas hojas lanceoladas bien aplicadas al tallo,  de la misma tonalidad violeta que caracteriza a toda la planta. 
Al no producir clorofila los nutrientes que necesita para sobrevivir los extrae por parasitismo de los hongos micorrícicos que encuentra en los carrascales, en una relación simbiótica  muy específica. Es por tanto una planta saprófita, y como tal indirectamente se alimenta de los desechos de otros seres vivos. Esta forma de vida vegetal, separada de la tiranía de la luz para producir nutrientes mediante la síntesis clorofílica, le permite vivir en  las zonas donde el bosque es más denso. No obstante, de alguna manera la luz debe intervenir en su ciclo vital , como delata que en ocasiones su coloración varía entre el azul pálido y el intenso violeta, hecho relacionado directamente con el grado de exposición a la luz.
La veremos en ocasiones formando grupos bastante numerosos, y como es alta de porte, siempre es una sorpresa cuando caminamos por el interior del bosque o por alguno de esos leves senderos que lo bordean en las inmediaciones del Pueyo. No conozco que se le de nombre común alguno por nuestra tierra. Tampoco sé de que haya sido objeto de algún uso. Su específico abortivum no se refiere a una propiedad específica, sino a la diferencia en la conformación de las hojas dentro de su familia, que al ser como largas placas escamosas, son como abortos  ,mal conformadas hojas  que caracterizan a las orquídeas.  En realidad la naturaleza es sobria: no produce lo que no se necesita. Sabia lección.


Camino de El Pueyo.Jasminum fruticans."jazmín"

A la oscura sombra del olivo crece la fresca mata del jazmín. Los alargados tubos de sus flores abren los labios proyectando como si fuera música el leve aroma de su néctar.
El jazmín está en flor, y con él todos los colores de la primavera que ya está en pleno apogeo.
Único representante en nuestras tierras de la familia de las Oleaceas, forma pequeños matorrales allí donde consigue cobijo en algún quejigo, carrasca o en los centenarios olivos que bordean el camino al Pueyo. Frente al imponente grosor de estos olivos, contrastan las delicadas y flexibles ramillas del jazmín. Esta delicadeza ha sido inspiración de poetas y pintores,quizá embelesados por el suave aroma, la finura de las flores, y la siempre presencia fresca de sus hojas, aunque para ello se fijaron en su pariente, el jazmín que se trajo de oriente y se cultiva en jardines (Jasminum officinale) y que por la palidez  de las flores motivó ser alegoría de la piel y la pureza. Becquer escribía "manos de jazmín" y Lorca "flor de jazmín y toro degollado"
El jazmín, al madurar, produce unos frutos globosos negros, brillantes, que quedan solitarios en las ramillas cuando comienza a perder las hojas.
No es un arbusto que haya tenido secular uso, si no es para agrupar sus ramillas y formar ocasionales escobas.