El verano marca la máxima actividad en las huertas. El riguroso clima y los mimos que requieren las hortalizas exigen tan cuidada atención. Por estas fechas, y hasta bien comenzado el otoño, crecen en las tierras incultas dos plantas que tienen que ver con las refinadas plantas de la huerta. Cichorium intybus es la chicoina o achicoria, pariente cercana de la endibia (Cichorium endivia) y de la escarola. Las flores azules, de lígulas con cinco puntas aparecen en el extremo de cortos cabos , o están directamente pegadas a los tallos finamente acanalados. Cuando las condiciones son buenas, la chicoina sobrepasa el metro y medio, presenta un aspecto desgarbado trazado por múltiples ramas que miran en todas las direcciones.
Ha sido la chicoina una planta útil hasta el punto que se cultivó una variedad para producir con sus raíces tostadas un sucedáneo del café. Quien pasó por la amarga época de la posguerra conocerá también el amargo sabor de la achicoria. Sin embargo, su uso como bebida de cocimiento se remonta mucho tiempo atrás, ya que está acreditado el uso de la achicoria como tónico y estomacal haciendo cocimientos no sólo con las raíces, sino también con hojas y flores previamente desecadas.
Por la semejanza en la distribución de las flores también se llama chicoina o achicoria a Chondrilla juncea, planta más próxima al diente de león (género Taraxacum), y de la que se han utilizado las hojas basales del primer año como ensaladas. Esta chicoina dulce, de sabor no tan amargo hace una roseta de hojas el primer año de vida, cuando crece el vástago floral las hoja se secan y llegan a desaparecer. La planta queda dibujada como una vara con pocas hojas estrechas de la que parten ramillas en las que se agrupan las flores. En Salas Altas a esta achicoria se le llama "carnigüelo", denominación genérica para las ensaladas silvestres y dientes de león.
No hay comentarios:
Publicar un comentario