Con las lluvias de septiembre, los campos entran en sazón y comienza a descontarse los días para la recogida de la oliva. Junto al tronco del olivo crece una hierba áspera, enreligada, de curvos ganchos en tallos y hojas, que agarran la manta de la recogida y dificultan la tarea si no se mantienen los troncos de los olivos limpios de maleza. Prospera también bajo las carrascas y quejigos, proliferando cuando se encuentra en umbrías no demasiado frías. Rubia peregrina es una mata enredadera que se extiende rastrera y se agarra como puede para cubrir, en ocasiones, las espuendas hasta hacerlas impracticables. Las hojas se disponen en verticilos, son ovaladas y duras, armadas en el margen con finos ganchitos que le permiten agarrarse a todo lo que por allí pase. Los tallos tienen la tendencia a partirse en los entrenudos. La rotura del tallo no es , en absoluto, un contratiempo para la planta. Al contrario, el fragmento roto viajará y permitirá la reproducción vegetativa del individuo. Un clon idéntico que enraizará y permitirá la dispersión de la especie.
Es ahora, en septiembre, cuando muestra los frutos globosos, que cuando caen dejan un esqueleto de ramillas en trazados quebrados que se enredan entre sí.
El caminante atento ya la pudo ver florecer en los comienzos del verano, y quizá la recolectase para hacer un cocimiento que le ayudase a "rebajar la sangre".
Rubia peregrina es pariente de otras yerbas "pegalosas" como comúnmente se les llama a muchas especies de la familia de las Rubiáceas.
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