El caminante avezado pronto se percatará de que esta especie tiene algo especial, no hay hojas, no aparece el color verde en ninguna de sus partes. Orobanche ramosa es una de esas especies que se han especializado para vivir a expensas de las demás, es una parásita. Para nada necesita ya las hojas, no tiene clorofila que le permita transformar la energía del sol en hidratos de carbono. Toda esa tarea se la encomienda a las plantas que le rodean. Ya habíamos visto algo parecido con la cuscuta, que se adhería a las partes aéreas de las plantas. En el caso de Orobanche ramosa creará una red de raíces chupadoras que se adherirán a las raíces de sus huéspedes. Allí perforará las raíces ajenas hasta que encuentre el floema, el tejido que transporta alimento procedente de las partes aéreas de la planta hospedada y que estarían destinadas a la alimentación de las raíces.
Toda esa actividad subterránea pasa desapercibida, hasta que llega el momento de la floración. Para su reproducción la planta necesita de la polinización, de allí que extienda al exterior unas ramas de color blanco marfileño en donde se desarrollan racimos de flores azuladas.
Las semillas que resulten de la fecundación, al germinar, lanzarán una raíz prospectora que buscará una raíz de huésped, a la que taladrará y extraerá los azúcares necesarios para su desarrollo. La raíz se convertirá en tubérculo del que más tarde saldrá nuevamente un nuevo vástago florido.
¡Hola chicos!
ResponderEliminarEs una auténtica delicia leer entradas como esta que se ocupa de difundir detalles interesantes para cualquiera, especialmente para aficionados amantes de la flora y sobre especies vegetales que no son excesivamente conocidas.
¡Bravo!
La altitud se puede deducir y el lugar también ya que lo especificáis relativamente pero no he visto la fecha y podría ser de alguna utilidad.
Seguiré vuestras aportaciones botánicas.
¡Que vaya bueno!
Hola Juan, preciosa la foto de la orobanche, y sí, tenias razón, es la misma que he visto por aquí
ResponderEliminarUn saludo