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Sendero de agua por el Entremont.

15 de junio de 2013
Una alternativa acuática al sendero que recorre el estrecho del Entremont es hacerlo en piragua. Cuando el embalse de El Grado está lleno, el agua contenida se adentra en el estrecho y amortigua la corriente que viene de la presa de Mediano durante unos cuantos metros. Son los metros suficientes para recorrer la parte rocosa del estrecho, disfrutando de las oquedades formadas en los paredones. Este año he venido acompañado de mi hermano Ricardo.

Comenzamos a remar cerca del puente de Ligüerre. Atrás vemos este pueblo restaurado, la tarde está apacible y calurosa, pero como iremos siempre por el estrecho, prácticamente no nos dará el sol durante todo el paseo.

Atrae poderosamente el color del agua y los reflejos que se crean en estos remansos.


Nos acercamos a las orillas para ver de cerca las caprichosas formas de la roca. En este caso, la disolución de las rocas calizas de la parte superior forman bandas verticales grises que cubren la roca base.


La combinación de fracturas y erosión del agua han formado algunas grutas.



El extraordinario color del agua crea efectos mágicos al reflejar las formas de la roca.

Alguna cueva tiene las dimensiones suficientes como para navegar por su interior.

 Líneas perpendiculares





















Bóvedas.

Azules.

Reflejos

De vez en cuando giramos la piragua en redondo para contemplar el camino recorrido.

Desde un recodo vemos allá en lo alto la ermita románica de San Emeterio y San Celdonio  y parte del torreón del castillo de Samitier, antiguo vigilante del paso.


Un margen pedregoso sirve de base para que crezca una valerianacea, Centranthus angustifolius, con sus características hojas estrechas y lanceoladas.
























La emborrachacabras, Coriaria myrtifolia,  muestra sus frutos.


Poco a poco la corriente se hace más intensa. El embalse ha dejado paso al río. Tenemos que remontarlo y para eso vamos aprovechando las protecciones que nos brindan las contracurvas y resaltes del río.Sus contracorrientes nos ayudan un poco, aunque alguna vez debemos cruzar al otro lado del río para continuar río arriba.

Hemos subido lo que las fuerzas nos han permitido, ahora ya nos dejamos arrastrar corriente abajo, plácidamente, hasta encontrar de nuevo las calmas aguas del embalse. Damos por terminado el paseo.



















Mediano. Sendero de agua hacia Arasanz y Plampalacios

4 de Mayo de 2013.






















Hace una tarde espléndida para coger el remo y trazar un sendero de agua que desde Mediano me lleve a Arasanz. No seguiré un trazado recto, sino que describiendo una quebrada línea elijo la Torre del antiguo pueblo de Mediano para que forme el primer vértice de la  derrota. La Peña Montañesa ha cubierto su cabeza con un inmenso tocado de nubes.



Un año más las gaviotas se me han adelantado y ya ocupan posiciones en el campanario. Me reciben con sus sonoras risotadas.

Torre de Mediano, junio 2010.
El agua ocupa la totalidad del embalse, y así lo certifican las ventanas de la torre casi cubiertas por completo. Recuerdo aquel año en el que el nivel del agua estaba en su punto perfecto para hacer un viaje fantástico. En los archivos guardo imagen de aquel año, en el que me sentí brujo entrando en lo alto de la torre por las ventanas convirtiendo la navegación en un fantástico vuelo.


En ocasiones olvido que estoy en el corazón del Sobrarbe, tierra áspera por antonomasia, y engañado por el espejismo del agua embalsada me transporto a lejanas latitudes, allí donde los lagos son naturales y las montañas son tan salvajes como las nuestras.


 Pero esto es el Sobrarbe, y donde se guardó el agua se produjo el abandono. No puedo sustraerme a la idea de que el agua ocupa el espacio de las mejores tierras de pueblos que ya no lo son.

Arasanz aparece acorralado por un bosque que ya no se utiliza para leña y que cada año que pasa invade más las añejas piedras.

De nada sirvió a estos pueblos  la vigilancia de   Muro de Roda.


Ni les protegió el desfiladero del Entremont , ni  la fortaleza de Samitier.


Abandonadas quedaron las ermitas y pequeñas iglesias, como la  parroquial de Plampalacios, dedicada a San Bartolomé,cuyas paredes lamen las aguas que hace tiempo se tragaron las casas de los antiguos feligreses.

Más fortuna tuvo Aínsa, aupada sobre un cerro, hito que marca el comienzo de  nuevas tierras.

Comienza a atardecer, y aunque ya dirijo la proa hacia Mediano,  de vez en cuando vuelvo la espalda, giro la piragua en redondo y me quedo embelesado contemplando cómo van tiñéndose las montañas.  Sestrales y Castillo Mayor se van tiñendo de negro, mientras que las Tres Sorores y las Tres Marías adquieren tonos rosados.
































Track de la ruta (excepto aproximación a Pampalacios) en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8239534




Peña Montañesa y faxa Toro


Yo nunca había subido a la Peña Montañesa por la cara sur, y en mi familia hacía días que se hablaba de esta cima. A esto se sumaba la ilusión que le hacía subir a esta montaña a Diego Martínez por ser su familia de Foradada del Toscar (casa Mur). Dos correos electrónicos y se unió nuestro amigo José Vicente Ferrández. Marisol, que se lo vio venir, lo dejó para otra vez, así que nos fuimos los arriba citados más mis hijos Alicia, Diego y yo. La subida, amena, cómoda y agradable. La bajada...ya se contará.

El primer tramo discurre por una agradable y fresca senda que enseguida toma altura para presentarnos a los pies el valle de La Fueba Alta. El monasterio de San Victorián queda allá abajo, y en derredor un paisaje humanizado. Me viene a la memoria aquel habitante de estas tierras  retratado por  las palabras de  Severino Pallaruelo en el libro: "José, un hombre de los Pirineos", de obligada lectura para quien quiera comprender esta tierra.  Tras San Victorián, la serreta de Arro, divisoria con la Fueba Baixa.  Más allá el tozal donde se aúpa Muro de Roda, y detrás el Tozal de Palo, de forma redondeada. A un costado el embalse de Mediano.




















Es el dominio del erizón, o del escarpín como por aquí le llaman. Entre sus apretadas agujas prosperan otras plantas, quizá porque el escarpín, además de proporcionar protección contra rumiantes, también entrega algo de frescor y humedad en esta soleada cara de la Peña Montañesa.Tal es el caso de Arenaria grandiflora, una Cariofilácea que estira sus flores  blancas por encima de los globos del erizón también en flor.




























Lo que define a la Peña Montañesa en la cara sur es la verticalidad de los paredones alternados con fajas inclinadas donde crecen el boj y los erizones. Estamos a unos 1.900 mts.La cima ya se divisa allá al fondo, y a nuestra izquierda se van abriendo los tajos donde algún pino negro sobrevive como puede.

La supervivencia no es un juego, y esto bien lo debe saber este hijuelo de erizón (Echinospartum horridum) que se asoma al vacío extendiendo raíces y ramas como un retorcido bonsai japonés.


En cambio en el apacible pasto aparece esta boraginácea, Onosma tricerosperma subsp. alpícola,  endemismo pirenaico.

Hemos llegado a una divisoria del camino, una opción nos haría perder algo de altura para luego atacar la cima por el flanco suroeste, preferimos girar a la derecha y sin perder altura asomarnos hasta el collado que separa el Pico de la Tuca. Un terreno agreste donde las agujas calizas se vuelven fantasmagóricas con la entrada de brumas desde el lado norte.

La rubiácea Galium Pyrenaicum  forma caminos de flores al ocupar las rendijas entre los bloques de caliza.
El terreno es cada vez más rocoso y hostil, y el mínimo espacio de suelo fértil es aprovechado poniendo en juego la especialización.
Un endemismo del Pirineo aragonés, Veronica aragonensis. Estamos a casi 2.200 mts.

Colonizando las gleras móviles que rodean la cumbre, Borderea pyrenaica es  otro endemismo del Pirineo oscense,  considerado por los botánicos como un fósil viviente, ya que  se remonta a la flora de la Era Terciaria. En la foto un ejemplar masculino.
Estamos tardando mucho en llegar a la cumbre. No es por cansancio ni por dificultad en el terreno. Es porque estas  gleras móviles están llenas de pequeños tesoros que nos detienen. Pero no hay prisa. No hacemos montaña por deporte.
En esta ocasión es una pequeña crasulácea, Sedum atratum, de características hojas rojizas.

Hasta el momento nos hemos encontrado con roca caliza, pero en una pequeña área aparece algo distinto. Tiene apariencia cristalina, y dureza de cuarzo. Pero al mismo tiempo parecen evidentes las formas de sedimentación por filtración en cueva. El fragmento tiene forma de estalactita,  inclusive los anillos concéntricos de su crecimietno, y está junto a una losa que se ha formado por depósito horizontal. ¿Alguien me lo puede explicar? 


Alicia en la Canal Mayor. La idea es volver bajando por aquí, vía directa hacia Torrelisa y girar luego hacia Oncins...
Ya en la cima, el día está nuboso y nubes bajas van y vienen. De vez en cuando se abre una ventana y se divisa algo el panorama. En la foto están los dos Diegos y Alicia. José Vicente no ha llegado todavía pues las plantas del camino dan faena. En cambio estos zagales, son más jóvenes y más impacientes por llegar.
Ya tenemos motivo para volver, puesto que la visibilidad es reducida. A momentos se vislumbra Cotiella, otras desaparece, por un claro se aprecian los pueblos de la solana: Sin, Serveto. En la foto se aprecia el caserío de Ceresa, y de fondo Castillo Mayor y Sestrales entre la bruma. Lo dicho, habrá que volver.
Mis compañeros de ruta, y la prolongación  de la Peña Montañesa que serpentea como una culebra hasta Ferrera. Abajo el barranco de la Garona y el collado Gulliver que da paso al barranco de Viu. El macizo de Cotiella parcialmente tapado por la nube.

La segunda cima de Peña Montañesa, La Tuca (2275mts) Al fondo, Mediano, del que podemos ver la mancha de la torre del pueblo inundado.
Es el momento de la vuelta. Siguiendo un mapa de la editorial Alpina, vemos la posibilidad de bajar directos por la Canal Mayor. Pero después de descender unos 600 mts. no vemos claro el camino, y además nos encontramos unos vistosos mojones que nos animan a salir de la canal y coger una faja. En la foto, la flecha indica el lugar por donde más adelante iría el "camino". 


































Metidos en lo que luego se convertirá en la Faixa Toro, vemos la Canal Mayor en la parte inferior, estrecha y rocosa. No apreciamos signo de senda y nos felicitamos de no haber entrado por allí. Arriba el pico,  se aprecian las pedreras, nosotros hemos descendido por la que está a la derecha y sale del collado. 
En este punto la faja es ancha y horizontal, es cómoda de seguir y espectacular por los precipicios verticales. 





















Un pequeño espolón rocoso hace de barbacana hacia el llano. Comenzamos a apreciar la verdadera identidad de la Peña Montañesa en esta cara sur: verticalidad.
Al girar en un recodo rocoso se nos desvela la realidad de la ruta en la que nos estamos metiendo. El camino es tan apenas perceptible, y discurre casi tapado por los erizones por una estrecha e inclinada faja entre la vertical pared. Parece mentira se pueda transitar por allí, pero la evidencia de mojones y bojes podados para facilitar el paso lo más lejos posible del cortado nos dicen que por allí es.



Una grasilla de hábitos insectívoros, pinguicula longilolia subsp. longifolia se apreta en una fisura por donde seguro pasa alguna vez el agua de escorrentía.
Es cierto que vamos todos con el corazón un tanto encogido. La faja es en algunos tramos muy estrecha, y no está permitido dar ningún traspiés. 
Como vamos lo más próximos a la pared posible vemos algunas rarezas, como este helecho, Asplenium celtibericum subsp. molinae.


Tras cada espolón superado surge otro nuevo que hace el camino interminable. Vamos en estricta fila de a uno, y la conversación ha decaído por completo. Vamos ensimismados, pero también contemplando el majestuoso paisaje. Vamos con el camino de bajada, lo que acentúa algo la sensación de inseguridad. Eso unido a no saber cuánto queda por delante y en qué condiciones estará. Pero las trazas de paso humano son siempre evidentes y nos anima.

Una mata de Erodium foetidum subsp. glandulosum en la inclinada faja.


El camino nos obliga a bajar por una vertical canal donde la vegetación es espesa, en un rincón crece una mata de lilium pyrenaicum , que ya comienza a acusar el final de su temporada de floración.

El sendero nos hace subir de nuevo por otra canal estrecha y muy pendiente para coger el camino principal de subida a la Peña Montañesa. Respiramos aliviados, pues lo peor ya ha pasado. Ninguno habíamos pasado por allí, y la incertidumbre era un enemigo que teníamos que esquivar durante todo el camino. Ahora que ya lo conocemos, todo se ve un poco diferente.Sin embargo, ahora, viendo la Peña Montañesa desde Oncins, la comprendemos bastante mejor. Sabemos más de sus formas, de sus peligros. Hermosa montaña.



























Datos de la ruta:
desnivel acumulado 1300m
Distancia recorrida 12 Km

Track de la ruta. http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8233950