Yo nunca había subido a la Peña Montañesa por la cara sur, y en mi familia hacía días que se hablaba de esta cima. A esto se sumaba la ilusión que le hacía subir a esta montaña a Diego Martínez por ser su familia de Foradada del Toscar (casa Mur). Dos correos electrónicos y se unió nuestro amigo José Vicente Ferrández. Marisol, que se lo vio venir, lo dejó para otra vez, así que nos fuimos los arriba citados más mis hijos Alicia, Diego y yo. La subida, amena, cómoda y agradable. La bajada...ya se contará.
El primer tramo discurre por una agradable y fresca senda que enseguida toma altura para presentarnos a los pies el valle de La Fueba Alta. El monasterio de San Victorián queda allá abajo, y en derredor un paisaje humanizado. Me viene a la memoria aquel habitante de estas tierras retratado por las palabras de Severino Pallaruelo en el libro: "José, un hombre de los Pirineos", de obligada lectura para quien quiera comprender esta tierra. Tras San Victorián, la serreta de Arro, divisoria con la Fueba Baixa. Más allá el tozal donde se aúpa Muro de Roda, y detrás el Tozal de Palo, de forma redondeada. A un costado el embalse de Mediano.
Es el dominio del erizón, o del escarpín como por aquí le llaman. Entre sus apretadas agujas prosperan otras plantas, quizá porque el escarpín, además de proporcionar protección contra rumiantes, también entrega algo de frescor y humedad en esta soleada cara de la Peña Montañesa.Tal es el caso de Arenaria grandiflora, una Cariofilácea que estira sus flores blancas por encima de los globos del erizón también en flor.
Lo que define a la Peña Montañesa en la cara sur es la verticalidad de los paredones alternados con fajas inclinadas donde crecen el boj y los erizones. Estamos a unos 1.900 mts.La cima ya se divisa allá al fondo, y a nuestra izquierda se van abriendo los tajos donde algún pino negro sobrevive como puede.
La supervivencia no es un juego, y esto bien lo debe saber este hijuelo de erizón (Echinospartum horridum) que se asoma al vacío extendiendo raíces y ramas como un retorcido bonsai japonés.
En cambio en el apacible pasto aparece esta boraginácea, Onosma tricerosperma subsp. alpícola, endemismo pirenaico.
Hemos llegado a una divisoria del camino, una opción nos haría perder algo de altura para luego atacar la cima por el flanco suroeste, preferimos girar a la derecha y sin perder altura asomarnos hasta el collado que separa el Pico de la Tuca. Un terreno agreste donde las agujas calizas se vuelven fantasmagóricas con la entrada de brumas desde el lado norte.
La rubiácea Galium Pyrenaicum forma caminos de flores al ocupar las rendijas entre los bloques de caliza.
El terreno es cada vez más rocoso y hostil, y el mínimo espacio de suelo fértil es aprovechado poniendo en juego la especialización.
Un endemismo del Pirineo aragonés, Veronica aragonensis. Estamos a casi 2.200 mts.
Colonizando las gleras móviles que rodean la cumbre, Borderea pyrenaica es otro endemismo del Pirineo oscense, considerado por los botánicos como un fósil viviente, ya que se remonta a la flora de la Era Terciaria. En la foto un ejemplar masculino.
Estamos tardando mucho en llegar a la cumbre. No es por cansancio ni por dificultad en el terreno. Es porque estas gleras móviles están llenas de pequeños tesoros que nos detienen. Pero no hay prisa. No hacemos montaña por deporte.
En esta ocasión es una pequeña crasulácea, Sedum atratum, de características hojas rojizas.
Hasta el momento nos hemos encontrado con roca caliza, pero en una pequeña área aparece algo distinto. Tiene apariencia cristalina, y dureza de cuarzo. Pero al mismo tiempo parecen evidentes las formas de sedimentación por filtración en cueva. El fragmento tiene forma de estalactita, inclusive los anillos concéntricos de su crecimietno, y está junto a una losa que se ha formado por depósito horizontal. ¿Alguien me lo puede explicar?
Alicia en la Canal Mayor. La idea es volver bajando por aquí, vía directa hacia Torrelisa y girar luego hacia Oncins...
Ya en la cima, el día está nuboso y nubes bajas van y vienen. De vez en cuando se abre una ventana y se divisa algo el panorama. En la foto están los dos Diegos y Alicia. José Vicente no ha llegado todavía pues las plantas del camino dan faena. En cambio estos zagales, son más jóvenes y más impacientes por llegar.
Ya tenemos motivo para volver, puesto que la visibilidad es reducida. A momentos se vislumbra Cotiella, otras desaparece, por un claro se aprecian los pueblos de la solana: Sin, Serveto. En la foto se aprecia el caserío de Ceresa, y de fondo Castillo Mayor y Sestrales entre la bruma. Lo dicho, habrá que volver.
Mis compañeros de ruta, y la prolongación de la Peña Montañesa que serpentea como una culebra hasta Ferrera. Abajo el barranco de la Garona y el collado Gulliver que da paso al barranco de Viu. El macizo de Cotiella parcialmente tapado por la nube.
La segunda cima de Peña Montañesa, La Tuca (2275mts) Al fondo, Mediano, del que podemos ver la mancha de la torre del pueblo inundado.
Es el momento de la vuelta. Siguiendo un mapa de la editorial Alpina, vemos la posibilidad de bajar directos por la Canal Mayor. Pero después de descender unos 600 mts. no vemos claro el camino, y además nos encontramos unos vistosos mojones que nos animan a salir de la canal y coger una faja. En la foto, la flecha indica el lugar por donde más adelante iría el "camino".
Metidos en lo que luego se convertirá en la Faixa Toro, vemos la Canal Mayor en la parte inferior, estrecha y rocosa. No apreciamos signo de senda y nos felicitamos de no haber entrado por allí. Arriba el pico, se aprecian las pedreras, nosotros hemos descendido por la que está a la derecha y sale del collado.
En este punto la faja es ancha y horizontal, es cómoda de seguir y espectacular por los precipicios verticales.
Un pequeño espolón rocoso hace de barbacana hacia el llano. Comenzamos a apreciar la verdadera identidad de la Peña Montañesa en esta cara sur: verticalidad.
Al girar en un recodo rocoso se nos desvela la realidad de la ruta en la que nos estamos metiendo. El camino es tan apenas perceptible, y discurre casi tapado por los erizones por una estrecha e inclinada faja entre la vertical pared. Parece mentira se pueda transitar por allí, pero la evidencia de mojones y bojes podados para facilitar el paso lo más lejos posible del cortado nos dicen que por allí es.
Una grasilla de hábitos insectívoros, pinguicula longilolia subsp. longifolia se apreta en una fisura por donde seguro pasa alguna vez el agua de escorrentía.
Es cierto que vamos todos con el corazón un tanto encogido. La faja es en algunos tramos muy estrecha, y no está permitido dar ningún traspiés.
Como vamos lo más próximos a la pared posible vemos algunas rarezas, como este helecho, Asplenium celtibericum subsp. molinae.
Tras cada espolón superado surge otro nuevo que hace el camino interminable. Vamos en estricta fila de a uno, y la conversación ha decaído por completo. Vamos ensimismados, pero también contemplando el majestuoso paisaje. Vamos con el camino de bajada, lo que acentúa algo la sensación de inseguridad. Eso unido a no saber cuánto queda por delante y en qué condiciones estará. Pero las trazas de paso humano son siempre evidentes y nos anima.
Una mata de Erodium foetidum subsp. glandulosum en la inclinada faja.
El camino nos obliga a bajar por una vertical canal donde la vegetación es espesa, en un rincón crece una mata de lilium pyrenaicum , que ya comienza a acusar el final de su temporada de floración.
El sendero nos hace subir de nuevo por otra canal estrecha y muy pendiente para coger el camino principal de subida a la Peña Montañesa. Respiramos aliviados, pues lo peor ya ha pasado. Ninguno habíamos pasado por allí, y la incertidumbre era un enemigo que teníamos que esquivar durante todo el camino. Ahora que ya lo conocemos, todo se ve un poco diferente.Sin embargo, ahora, viendo la Peña Montañesa desde Oncins, la comprendemos bastante mejor. Sabemos más de sus formas, de sus peligros. Hermosa montaña.
Datos de la ruta:
desnivel acumulado 1300m
Distancia recorrida 12 Km
Track de la ruta. http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8233950
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