Cascadas de Pineta

Hace quince días hicimos un recorrido por las cascadas de Pineta. Jesús Martínez  tenía verdaderas ganas de ver agua, después de un verano tan seco. El recorrido comenzaba en el camino junto a las cascadas que conducen a Lalarri, después fuimos al fondo de este valle para ver el salto de agua que baja de La Munia, y por último la cascada de Pineta, en un bonito paseo circular recorriendo el fondo de los dos circos.Unos 11Kms. de recorrido con un total de ascensión acumulado de unos 750mts.  Las últimas lluvias y alguna nieve de altura había alimentado algo estas cascadas. Además de Jesús estuvieron su mujer Mª Carmen y  el hermano de ésta, Ramón. MªCarmen regenta la casa rural de Foradada del Toscar "Casa Mur" un lugar perfecto donde pasar unos días relajados en contacto con la montaña, y con el ritmo de vida de sus moradores.



 Las cascadas de Pineta no requieren presentación alguna, sólo contemplarlas, oír el ruido del agua que rompe el silencio del bosque,  y dejar entrar en los poros de la piel la frescura de este entorno.Nada más. Todo lo demás es secundario.



Ramón, MªCarmen y Marisol, saturados por la felicidad del bosque


Marisol, MªCarmen y Ramón, contemplan desde lo alto la última cascada del primer tramo del recorrido.
















Frutos de belladona, en el margen de la pista que conduce a Lalarri, superados el primer recorrido de las cascadas.



En los llanos de Lalarri el otoño está avisado por las merenderas y azafranes  silvestres. Esta pequeña centaurea (Centaurea nigra subsp. carpetana?) florece a ras del suelo, lo que me hace dudar de la identificación.




El salto de agua que procede de los lagos de la Munia.
No conozco a nadie que disfrute más que Marisol cuando le cae el agua pulverizada de un salto de agua.

Jesús contempla el valle glaciar colgado de Lalarri.
Por último vamos a la cascada de Pineta. Antes de acercarnos a sus pies, admiramos la belleza de los sucesivos descuelgues del agua.



Datos de la ruta


Distancia recorrida 11 km.
Desnivel acumulado: 724m.











Camino de El Pueyo. Portulaca oleracea "verdolaga"

 Como la vegetación comienza a languidecer, los yermos aparecen más despejados, las grandes plantas se van agostando. Es un buen momento para encontrar, con mayor facilidad, esta planta rastrera, muy frecuente en baldíos, pero también en huertas y cultivos, que ya desde principio de verano nos acompaña.
La verdolaga pertenece a la familia de las Portulacaceas. Quizá por ser una especie invasora, procedente de oriente en épocas muy antiguas, es la única especie de esta familia que por nuestras tierras podemos encontrar.

Tiene los tallos y la hojas carnosas. Produce pequeñas flores de amarillo muy llamativo sentadas en las axilas de las hojas. Como hecha numerosas semillas, se reproduce y extiende con facilidad. Esta facilidad de propagación hace que se la incluya entre las "malas hierbas". 
Ángel Lorente, colega musical en la Banda de Barbastro y amigo de gustos naturistas, me recordaba hace unos días los valores nutritivos y medicinales de esta planta. Yo recordaba que Font y Quer le otorgaba valores diuréticos. Mirando en internet parece ser que contiene abundantes antioxidantes. Yo recuerdo, que en los años 80 era habitual ver en los mercados de calles y plazas de Italia la versión cultivada(Portulaca sativa) de nuestra verdolaga  e incluso la servían en algunos restaurantes en las ensaladas junto con flores de calabacín. Ángel me informa de que el rey Enrique VIII era tan aficionado a esta hierba que no tomaba ensalada que no la contuviera, y anteriormente , los romanos hacían encurtidos de verdolaga para comerla también en ensaladas, así como para obtener un vinagre gelificado, pienso yo que será por su alto contenido en mucílago. El sabor de la  verdolaga es atractivo, aunque quizá un tanto fuerte para los delicados paladares actuales, pero sin duda le da carácter a una ensalada tomándola en crudo , aliñada con aceite y vinagre de la tierra, y bien fresca, que es cuando más propiedades tiene. Con estas virtudes ¿quién se atreve a decirle en la cara "mala hierba"?


Punta baja de Napazal

Esta es la segunda entrega de nuestra estancia en Lizara este verano. Tras subir al Bisaurín apetece dar un paseo sin cansar demasiado el cuerpo. Así pues, decidimos subir al collado del Bozo,  y ver qué se divisa desde allí. Una vez en el collado  cuesta poco  encaramarse a la punta Napazal, redondeada loma, producto del esqueleto rocoso formado por los flysch,  las facies rocosas sedimentarias que forman el armazón de estas montañas.


El llano de Lizara es un espacio para la historia. La historia geológica ha dejado las huellas de las cicatrices sobre la roca caliza que, aunque oculta por el prado alpino, muestra la forma de numerosas dolinas. La historia humana ha dejado sus huellas en el dolmen, muy deteriorado, que nos habla de gentes que ya practicaban la ganadería en esta tierra hace milenios.


En las proximidades de una cabaña de pastores hacemos acopio de agua fresca. Está bien resguardada del ganado, por lo que la bebemos con confianza. Al tiempo que nos refrescamos, observamos el llano de Lizara, y el camino recorrido ayer para ir al Bisaurín que se extiende frente a nosotros.




 Gracias al frescor y humedad que le proporciona el fondo de una pequeña sima en la roca caliza crece, rodeada de helechos,  una megaforbia propia de ambientes húmedos: Adenostyles alliarae.




Un rebaño de ovejas juega a simular los estratos de la roca. Van con la cabeza gacha. Más tarde los encontraremos sesteando, amodorrados,  con el morro apoyado en la reseca roca, inmóviles, pasando como pueden la hora de calor.

La humedad de un pequeño regato es suficiente para que Parnassia palustris prospere a pesar de la dureza de este verano.

Hemos superado el collado de el Bozo y nos dirigimos a la punta baja de Napazal. Un empedrado natural sigue fielmente la curvatura de la loma. Posiblemente, la gelifracción ha hecho el capricho de cuartear geométricamente la roca.

Con poco esfuerzo, este rincón del Pirineo nos regala tan espectacular visión, una barra caliza que cierra de oeste a este los valles de Aragüés y de Aísa. Frente a nosotros tenemos el macizo de Bernera y la Sierra de Aísa.

Una pequeña umbilífera, Bupleurum ranunculoides da una pequeña nota de color en estos pastos agosta

Gypsophila repens ,encespedante planta de hojas glabras,  muestra las últimas flores de la temporada. La mayoría de ellas ya marchitas.

El día es caluroso, pero la altura mitiga el agobio y permite una contemplación detallada de la barrera caliza. Con el mapa en ristre comenzamos a nombrar las cimas. Mirando hacia el Norte,comenzamos por el flanco Oeste, dominado por el Bisaurín y  el Macizo de Bernera.
y seguimos por el lado Este, contemplando la sierra de Aísa , el llano de Nazapal y el dominio del refugio Rigüelo:

Hacia el sur las formas se suavizan. Son las sierras exteriores del Pirineo, de geología totalmente distinta. La cuerda que parte del collado del Bozo se extiende hacia el sur culminando en la Punta de Mesola, máxima altura de la sierra de la Estiba que separa el valle de Aragüés del Puerto del de Aísa.