Cypripedium calceolus, terminando su floración

Con este caluroso y seco mes de Mayo, Cypripedium calceolus ha adelantado su floración. Muchos de sus pies ya han madurado y queda alguno, donde crecen más resguardados del sol, con las flores todavía frescas. Quizá para poco más de una semana. Hay que recordar que es una especie amenazada de extinción en la Península Ibérica. Uno de sus enclaves, en el valle de Tena, es muy accesible. Por suerte están vigilados por voluntarios de la zona, pero el visitante tendrá que extremar el cuidado pues sólo la presencia humana y las abundantes pisadas están alterando el suelo por donde crecen estas sorprendentes orquídeas. Su reproducción es muy lenta, se estiman en torno a nueve años para que maduren y sean capaces de producir flores con semillas.Así que, si la vas a ver, por favor, procura seguir estrictamente la senda y no pisar más allá de donde está pisado, pues el entorno se está degradando. Presta atención donde pones los pies, pues hay  matas de esta orquídea que ya han madurado y pueden pasar desapercibidas si sólo te fijas en los colores de las flores.
Estas son unas normas que hay que seguir siempre, con cualquier especie, pero que con esta especie no podemos olvidar. En el caso de las orquídeas y de ésta en particular, debemos considerar que su ciclo vital está ligado a la existencia de unos hongos  específicos en el suelo. La orquídea produce unas semillas muy diminutas, con muy escaso almacenamiento energético para prosperar. En su defecto, la semilla debe prosperar junto a ese hongo específico que le aportará los nutrientes para que la semilla llegue a buen término. Por esto, el mantenimiento del suelo adecuado es fundamental.

Camino del Pueyo. Lonicera implexa y L.etrusca (pata de gallo,madreselva)

Capítulo con flores de Lonicera implexa
De todos los cambios que los caminos realizan a lo largo del año, quizá el más sutil sea el que compromete al olfato. De unos días atrás, el camino del Pueyo ha cambiado en ciertos lugares la fragancia que sus flores desprenden. En los puntos más frescos del camino, las flores de la madreselva, la  pata de gallo como se le llama en algunos lugares de nuestro Somontano, han madurado y su dulce néctar hace de reclamo para los insectos. Es un placer reservado para un corto periodo de tiempo. Merece la pena no desperdiciarlo. 
Lonicera implexa medra al amparo de nuestros carrascales y quejigares. Así lo vemos a mitad de camino hacia El Pueyo, dando respiro en la sombra. Es planta arbustiva, de buen tamaño. En ocasiones trepa aupándose en sus vecinos y puede llegar a formar un espeso seto.
Sus llamativas flores se agrupan en capítulos, a veces pendientes de las largas ramas que trepan. Decorativos racimos que le sirvieron a  Cervantes  para recrear escenas pastoriles, como es la del segundo libro de la  Galatea "vieron venir hacia ellos hasta una docena de gallardos pastores puestos en dos hileras, y en medio venía un dispuesto pastor, coronado con una guirnalda de madreselva y de otras diferentes flores."    Y si el caminante no se inspira con las anteriores líneas, aquí van otras de la segunda parte del Quijote.  "También le pareció bien otra que entró de doncellas hermosísimas, tan mozas que, al parecer, ninguna bajaba de catorce ni llegaba a diez y ocho años, vestidas todas de palmilla verde, los cabellos parte trenzados y parte sueltos, pero todos tan rubios, que con los del sol podían tener competencia, sobre los cuales traían guirnaldas de jazmines, rosas, amaranto y madreselva compuestas.
Frutos de Lonicera implexa
Además de Lonicera implexa podemos encontrar otra madreselva, Lonicera etrusca. Las distinguiremos por  la disposición de las flores. En el primer caso las flores son sésiles, esto es ,saldrán directamente de la rama, a partir de las hojas soldadas que forman cazoleta. En la segunda de las especies, las inflorescencias surgen de una ramita, el pedúnculo.
Normalmente la madreselva presenta las hojas en verticilos de dos, sin embargo, a veces produce una "anomalía" en la que los verticilos son de tres, tal y como se aprecia en la fotografía de la madreselva en fruto.
El caminante podrá encontrar ambas especies muy próximas entre sí en algunos puntos del camino hacia el Pueyo. Quizá observe que L.implexa gusta de lugares algo más sombríos, y que su desarrollo es algo menor, en tanto que L. etrusca no desdeña los taludes a pleno sol, y pueden llegar a formar unas marañas tan altas como sean los soportes donde se apoye.
Flores de Lonicera etrusca
El genérico Lonicera lo debemos al botánico Linneo, quien allá por 1750 dedicó este género al botánico alemán Lonitzer, quien había estudiado las plantas y sus virtudes en torno al  1560.

Lonicera etrusca aupada sobre un litonero y un majuelo.

Canal del Palomo, Vadiello

Mis hijas Alicia y Aurora en un
tramo vertical de la canal
La Canal del Palomo es una vía equipada que recorre un estrecho y vertical corredor horadado en los bloques de conglomerados en el entorno de Vadiello.
Es una vía ferrata  de cierta dificultad y exigente en algunos pasos, que la hace emocionante, y  que hay que superar  cuando no está excesivamente húmeda.
Con un desnivel total de 210 metros, es una aventura  que nos permite entrar de lleno en la geología de la sierra de Guara, y también descubrir algo de su flora y su fauna.
Esta canal es una hendidura producida en el flanco sur  de los Mallos de Ligüerri. Formados por roca de conglomerados, lo mallos de Ligüerri son un testimonio más de la historia geológica de Guara en la que materiales de distinto grosor han sido erosionados en un primitivo Pirineo mucho más vertical que el actual, y aquí quedaron sedimentados. Cantos rodados de enormes torrenteras hoy desaparecidas que dejaron los escombros aquí en espesores de centenares de metros. Su posterior desecación y litificación dieron como resultado estos inmensos campos de escombros. Las fracturas que sufrieron , unidas a la acción del agua han formado estas canales, de las que la Canal del Palomo es un ejemplo de hermosas texturas y  espectacular verticalidad.















No todo es roca. En este entorno aquellas especies rupícolas encontrarán su mejor ambiente. Un bonito ejemplo es Valeriana longiflora. Esta es una especie que vive en las verticales inferiores de esta  canal, de suerte que podremos contemplarla sin necesidad de tener que comenzar a trepar.
Valeriana longiflora es un endemismo ibérico, catalogada como rara en el Libro Rojo de Gómez-Campo. Sus hojas son redondeadas y con un largo peciolo. Recuerdan a otra rupícola que también en esta canal podemos ver, Sarcocapnos enneaphylla.


Desde el principio la verticalidad de la canal se impone en todo el trayecto.De vez en cuando unas pequeñas pozas permiten un respiro relativamente horizontal. En sus fondos podremos observar algún pequeño tritón, prueba de la pureza de estas aguas, y también aviso de que debemos extremar las precauciones para no alterarla.  El agua mana constantemente, aunque hoy ,afortunadamente para nosotros, baja escasa.






















El conglomerado nos muestra la diversidad de sus componentes. El agua ha pulido en algunos lugares la superficie consiguiendo el efecto de un perfecto empedrado. Allí se muestran los cantos más o menos redondeados, englobados en una matriz de elementos más pequeños y arenas muy finas.



El recorrido vertical no cesa. Una vez superado cada tramo parece imposible el acceso. Mejor no pensar en la posibilidad de bajar por aquí.















El recorrido se me antoja también un viaje en el tiempo. Hemos de salvar 200 metros de roca que se formó poco a poco, por acumulación de sedimentos durante milenios. Podemos apreciar distintas épocas de aluvión. Por franjas se observan zonas de material fino, casi arenoso, de un color rojizo. Estas capas de 30, 40cm. se alternan con otras donde predominan los gruesos bolos que nos hablan de periodos de más fuerte actividad erosiva, de mayor fuerza destructora y de arrastre. Capa sobre capa, vamos ascendiendo los milenios de la historia de la sierra. Vamos despacio.Prima la seguridad. Algunos pasos requieren pensar por dónde subir, cómo auparse. Pero además no tenemos prisa. Estamos disfrutando del lugar.

Deben quedar pocas decenas de metros.
 El sol y un estrecho rellano permite a Smilax aspera (la zarzaparrilla ) medrar entre sombras y humedad. Esta colonización es lenta. El suelo fértil escasea.























A medida que nos acercamos al final, la luz es cada vez más intensa. Afuera debe hacer calor, y hasta ahora no lo hemos notado. Los últimos metros exigen unos pasos  un poco más atrevidos, casi circenses, que requieren  fuerza en los brazos y agilidad. Somos conscientes de que el tramo se acaba, y aunque notamos algo el cansancio también nos apena ver que llegamos al final.


La salida es un plano inclinado cerrado por una pared cóncava. La roca no acaba pero sí la ascensión. En las oquedades anidan los buitres. El insistente grito de un polluelo de buitre se oye con la reverberación de la cueva donde habita, al poco rato entran dos aves adultas.
La parte superior de la canal del Palomo parece un oasis entre la aridez de la roca.
En estos pastos soleados habita una bella y esbelta orquídea, Platanthera bifolia.
Esta orquídea está caracterizada por dos hojas grandes  que forman la base de la que sale el erguido tallo floral. Las flores presentan un larguísimo  y fino espolón.



Para volver al punto de partida seguimos el cable de vida que nos ha acompañado todo el trayecto. No soltamos el disipador del cable, pues la vuelta tiene algunos puntos muy aéreos. En ocasiones da la sensación de estar caminando por el  inclinado tejado de un rascacielos. Seguimos caminando por roca.

Enfrente tenemos la sinuosa carretera que rodea la Punta Norte del monte Espiellos (1151 mts). Se ha acometido una intensa labor de repoblado de arbolado en estos montes que rodean al barranco de Vadiello. Al fondo se ven las paredes rojas del mallo Loco.






En este paraje podemos comprobar la variabilidad de Anagallis arvensis, la hierba de las güebras, pequeña pero bonita Primulácea que nos presenta en dos pies muy próximos sus flores azules y naranjas.
Todavía tenemos unos destrepes antes de encontrar un camino. Siempre es más fácil subir que bajar, y aunque los pasos son fáciles, hay que hacer el esfuerzo mental para decirle a pies y manos cómo tienen que trabajar.






















En uno de estos desplomes encontramos una bonita Campanulácea. Campanula erinus, de diminutas campanillas,  es otra planta que gusta de lugares pedregosos y roquedos. Ya estamos cerca del final.

El matorral de coscojas y romeros va sustituyendo al dominio de la piedra. Ya muy próximos al coche podemos fotografiar la más grande de nuestras jaras. Cistus albidus, de intensos tonos rosados y gruesas hojas.