Camino del Pueyo. Leuzea conifera (cucharetas de pastor)

Flor de Leuzea conifera
He de reconocer que siento una especial predilección por los cardos. Aunque Leuzea conifera no es un cardo al uso (carece de púas, no es hiriente al tacto, sus dimensiones son modestas) reúne uno de los elementos que más me fascinan de este tipo de plantas: las brácteas del involucro. El caminante no buscará una única flor en esta especie de alcachofa desecada. No olvidará que pertenece a la familia de las Compuestas, y por tanto verá que  en la cima de cada peciolo se agrupan las flores , componiendo un capítulo. Los capítulos florales de Leuzea conifera tienen en la base lo que hace más llamativo de esta planta: las brácteas doradas, con textura de papel antiguo, que dispuestas como un tejado de pizarra envuelven un penacho de escondidas flores lilas. No es una planta delicada, ni siquiera de vistosos colores, pero a mí me gusta verla cuando ya se avisan los tonos dorados del cereal en los campos. Decía el filósofo escocés David Hume que la belleza de los objetos reside en la mente del que los contempla. No atino a acertar qué proyecta mi mente sobre esta planta para que me la muestre atractiva. Tampoco me importa. 
hojas de Leuzea conifera
Las hojas de Leuzea son de una gran variabilidad, así  que podrá entretenernos durante el paseo con la búsqueda de formas, simetrías y geometrías, y de seguro que no faltarán muestras para ello, pues caminando hacia El Pueyo la podremos ver junto a carrascas, en algún yermo, o si caminamos pausadamente bajo los árboles que cubren la falda del cerro.
De su nombre científico vale decir que el origen del específico es evidente por el aspecto de piña que tiene. El genérico se dio en honor a un naturalista francés Joseph Philippe François Deleuze que vivió a caballo entre el XVIII y XIX, quien además de dedicarse a tareas científicas enarboló la bandera de la moda pseudomédica del mesmerismo. A todas luces más visionaria e iluminada que científica, pero que todavía está en el imaginario del público como demuestra el fervor por pulseras, torques y demás artilugios con atribuciones casi mágicas.  Quizá con más fundamento en tierras de Estadilla  para reducir los dolores de muelas han usado el cocimiento de esta planta, por cierto que por allí  llaman pinocheta.

Lagos de Alba

Hacía muchos años que no subíamos a este rincón del Valle de Benasque. Calculo que han pasado unos 26 o 27. Ya había ganas, y francamente la tranquilidad del recorrido y el excepcional entorno justificaban la vuelta. En esta ocasión hemos encontrado señales azules y amarillas para seguir el trayecto hasta el primer lago. Un tramo empinado por el barranco de Turonet, hasta llegar al rellano donde chillan las marmotas. Aquella primera vez  no se las veía. Habían sido esquilmadas y todavía no habían cruzado el Pirineo tras introducirlas de nuevo los franceses.




















Estamos a unos 2.300 mts. La calurosa primavera ya ha derretido casi al completo la nieve. El ibón se muestra plácido, transparente. Todavía tenemos que ascender algo más para que la vista se abra a las crestas de Alba, aunque ya comienzan a anunciarse.
Los últimos ejemplares de pino negro bordean el segundo ibón en un entorno dominado por el granito erosionado por la acción de los desaparecidos glaciares. Los tres ibones ocupan sendos escalones de un circo presidido por el pico de Alba. Este pico representa el extremo Oeste del macizo de las Maladetas, pirámide rocosa de la que partirían tres lenguas glaciares, una la que excavó el circo y la lengua subsidiaria que bajaría hasta el gran glaciar que recorriera el valle de Benasque.
























Ya en el tercer ibón podemos observar la crencha de Alba con el pico  Alba (3118mts)  a la izquierda. La vegetación se reduce a la propia de los pastos de altura, la cual crece entre los caos de piedra.
Sin pretender cansarnos mucho más nos aupamos a la hombrera que hace de partición de aguas en esta cubeta. Además del mencionado Pico de Alba, vemos a la izquierda la Tuca Blanca de Paderna (2.855), y ,ahora más diáfana ,la barrera rocosa que forma la cresta de Alba, divisoria con la cubeta de Cregüeña.

Continuando la mirada vemos los otros dos lagos visitados en este mismo trayecto. De telón de fondo el "otro" valle de Benasque, el que por la orilla derecha del Ésera nos comunicaría con Francia por el puerto de la Glera que vemos allá al fondo casi en el centro de la imagen.















Desde este privilegiado ibón alto de Alba vemos el valle de Remuñé y la cabecera del valle de Lliterola presidido por la pirámide de la tuca de Remuñe a la izquierda, más próximo a nosotros las tucas de Lliterola. En el extremo opuesto el Pico del Puerto Biello (2850mts).

Algunas de las plantas que hemos encontrado durante el recorrido:

Geranium sylvaticum














Geranium sylvaticum.
En las proximidades del Balneario de Benasque. Forma grandes grupos sobre los canchales.
Potentilla rupestris








Potentilla rupestris. Una rosácea que también la encontramos a escasa altura. colonizando taludes. Tallos rojizos, hojas con varios foliolos.


Saxifraga pentadactylis

















El barranco de Turonet tiene el aspecto de un fractura vertical en la que afloran rocas con alto contenido en hierro. Aprovechando los resquicios encontramos Saxifraga pentadactylis.


Viola saxatilis




















En los pastos que se forman a 2.000 metros, en las proximidades del Turonet de Alba, aparecen las coloridas Viola saxatilis. En esta ocasión muestra muy vivos los colores. En otras ocasiones habíamos visto esta especie pero no mostraba un violeta tan intenso. Menuda pero muy hermosa.

Anemone narcissiflora






















Algo más altos, ya próximos al primer ibón, aparece esta ranunculácea de blanco inmaculado. Sus flores de pétalos aguzados nacen en pequeños grupos sobre un tallo bien erguido. Anemone narcissiflora.



Botrychium lunaria
















En estos mismos pastos aparecen ejemplares de este diminuto y extraño helecho. Botrychium lunaria tiene un sólo fronde estéril con  lóbulos en forma de abanicos que se disponen imbricados. El segmento fértil, bien diferente está todavía inmaduro pero ya muestra las esferas que contendrán  las esporas.




Primula integrifolia










A medida que ascendemos, los pastos muestran que la nieve hace poco se retiró. Son pastos tan apenas desarrollados, donde medran las pioneras de la primavera. En torno a los 2.400 mts aparece Primula integrifolia. Tiene las hojas formando una roseta en la base. La corola , amplia y rosada tan apenas se levanta del suelo. Junto a ella aparecen otras pioneras  como son las soldanellas y alguna genciana.


Silene acaulis



















Colonizando las rocas graníticas, formando cojinetes tan apenas voluminosos para resistir los envites del viento y los rigores del frío vemos las peñas coloreadas por Silene acaulis, comenzando la floración.





Pulsatilla vernalis















En los retazos de pasto que se forman entre el caos derocas aparecen ejemplares ya muy maduros de Pulsatilla vernalis. Toda ella velluda, con su flor refleja, los pardos sépalos, y mostrando ya los frutos largamente ciliados. A sus pies , capullos rosados de Daphne cneorum. Todo el camino ha estado impregnado con el dulce aroma de este pequeño arbusto.

Datos de la ruta:
Fecha 19 de junio de 2010
Punto de partida Balneario de Benasque. 1.692mts
Altura máxima alcanzada. 2.475mts

Track de la ruta: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8234159


Camino del Pueyo.Ruta angustifolia (ruda)

flor y fruto de Ruta angustifolia
Para una noche mágica como la de San Juan, qué mejor que una planta mágica. La ruda es de esas especies arraigadas en la tradición que han acompañado al ser humano desde siglos. Ya en 1.555 el comendador y profesor de retórica de la universidad de Salamanca, Hernán Núñez de Guzmán, en su recopilación de refranes citaba el refrán: "Con la yerualan y la ruda, no se muere criatura" y añadía que era dicho de honradas mujeres. De esta manera se refería a la creencia en personas con el poder de dañar a las criaturas de la casa, es decir niños y  animales, y que para protegerse de estos brujos y brujas la ruda cumplía función protectora. Ahora bien, la ruda debía ser recogida la noche de San Juan. Otro refrán de la misma índole decía "casa donde hay ruda, el ángel la saluda". Y por estos pagos se decía una variante "Quien va al monte y no coge ruda, ve a la Virgen y no la saluda". La ruda se cortaba y se colocaba en portales, sobre cenizas de los hogares , entradas de cuadras...es decir, era el "vade retro" del vulgo en la tierra llana donde crece esta planta. Los de la montaña ya tenían la carlina para tal menester.
No todo eran magias con la ruda. Era planta conocida por sus virtudes medicinales, especialmente entre mujeres por ser favorecedora de la menstruación, aunque también se advertía de su capacidad para producir el aborto, y de la gravedad extrema que produce su intoxicación. Tantas aplicaciones curativas se le atribuían que sería largo de enumerar aquí.
Campo de rudas

La ruda pertenece a la familia de las Rutáceas. La podremos encontrar fácilmente en el entorno de El Pueyo. Sólo tendremos que ir hacia los lugares donde la carrasca clarea, también donde está la roca casi desnuda, en zonas bien soleadas, en lugares de chesos. Quizá el caminante la huela antes que la vea , ya que su olor es penetrante, fuerte, inconfundible e inolvidable una vez la hayamos reconocido.Todas sus partes desprenden la esencia  tan característica nada más es tocada. Aunque la flor es pequeña, el porte de la planta llega  a sobrepasar el medio metro en los lugares mejores nutridos, y allí donde el agua escasea, o el suelo es pobre , tan apenas levanta un palmo. Ruta angustifolia, su específico le viene por lo angosto de sus hojas, de color verde apagado, bien diferente de las flores que tienen un verde limón. Vistas en detalle  vemos las flores de cuatro pétalos, con cilios en el margen y forma abarquillada. El fruto globoso, con cuatro surcos y poros repartidos por la superficie. En conjunto, flor y fruto siempre me han parecido extraños, como venidos de otro planeta. Quizá en realidad pertenecen a otra época, cuando los brujos y brujas pertenecían a la realidad cotidiana. Cuando las gentes usaban la ruda para protegerse a sí y a sus criaturas. Hoy no tenemos brujas, pero tampoco tenemos ninguna ruda que nos proteja de quienes acosan a nuestras criaturas.