El macizo de la marmolada con sus 3342m es el exponente calcáreo de mayor altitud de las Dolomitas. Todavía conserva parte de su glaciar, y en el primer día de senderismo vamos a aproximarnos a él. Es finales de agosto de un verano que por aquí califican de lluvioso. No obstante, viendo la vegetación y el estado de los prados, de un verde nuevo, pensamos que no son extrañas las nubes que parcialmente cubren el macizo.
Actualmente el glaciar está muy reducido, pero se observa la huella de su presencia en las torres que formaron las lenguas glaciares. La considerable perpendicularidad y altura de estas torres nos dan idea de la potencia del antiguo glaciar.
El paso excavado por los hielos tiene dimensiones colosales.
Por ser el primer día de un largo viaje, nos damos un descanso y hacemos la aproximación en unas cabinas-jaula.
Subir en marcha a la mini jaula tiene su gracia, sobre todo si toca subir en segundo puesto.
Ya haremos caminando la bajada.
Los laterales de la artesa glaciar muestran las formas pulidas por el hielo. Son las crestas del Sas da les Doudesc de 2.713m. El suelo está cubierto de una fina gravilla blanca, restos de la continua molienda de las rocas.
Ya con los pies en la tierra, nos acercamos hacia el glaciar. En la traza de la nieve algunos alpinistas bajan en cordada de la cumbre. Rimayas y grietas asoman en la superficie del glaciar.
Las nubes se mueven con rapidez, mostrando y ocultando las elevadas siluetas.Caminamos por esta roca que parece recién estrenada. Ni asomo de vegetación, ni tan siquiera líquenes.
No vamos equipados para adentrarnos por el glaciar, nuestra idea es hacer senderismo, pero eso no quita para subir un poco más, hasta donde dicta la prudencia.
En una zona convexa el hielo muestra profundas grietas. Hace dos días estuvo nevando, y algunas grietas están parcialmente cubiertas.
La roca de Marmolada, blanco crema, con la huella del paso del hielo. En el Pirineo tenemos muchas huellas como esta en granitos, pero no parecen tan recientes. Parece como si el glaciar se retiró anteayer.
Paisaje de altura, tras la cresta del Sas da les Doudesc, se adivinan otros macizos de esta impresionante unidad que son las Dolomitas.
A pesar de la dureza del medio, el verano permite la colonización de especies que aprovechan el respiro estival para prosperar. Es el caso de Arabis alpina, especie que también encontramos en el Pirineo habitando roquedos.
La potencia erosiva del glaciar queda patente en los perfiles pulidos de la roca.
Entre las gravas trituradas, una especie alpina que no vemos en nuestro Pirineo, Thlaspi rotundifolia.
Antes de comenzar el descenso, una fotografía de familia.
La vuelta presenta el otro lado del valle, el grupo que forman el Sassopiatto y Sassolungo a la izquierda y el grupo del Sella a la derecha. Aquí están varias de las excursiones de los próximos días. Una será la vuelta al Sassolungo, otra será la ascensión al Pitz Boé, cima piramidal que aparece a la derecha, otra ruta será la que discurra por las vertiginosas praderas del Viel del Pan, en las laderas herbosas que tenemos aquí enfrente ,enlazando varios refugios.
Saxifraga aphylla, forma un denso cojinete entre los cantos blancos, a 2.750m
Abajo el tejado del refugio Ghiaccia a 2.700m. y sucesión de crestas calcáreas.
La ladera está cubierta de una fina capa de grava entre la que crece esta bella amapola amarilla, Papaver alpinum.
Un sauce enano, Salix breviserrata probablemente, en pequeños grupos entre las rocas forma los matorrales a mayor altitud.
Una especie también familiar en el Pirineo, Doronicum grandiflorum, en este caso subsp. clusii, con hojas abrazadoras.
Hemos bajado considerablemente de altura, y ya cubren el suelo los pastos alpinos donde también habita Pedicularis verticilata.
Hemos comenzado a descender desde los 2.850 metros, y hemos llegado al Col di Bousc (a 2.434m), vamos siguiendo el sendero 606 que dirige perfectamente los pasos hacia el lago Fedaia, situado a 2.044m, donde hemos dejado el coche. Mimetizado con la roca, un bunquer de los muchos que se hicieron en estas montañas en la primera Guerra Mundial. Aquí se establecieron ejércitos italianos que vivieron en condiciones durísimas, y construyeron vías de paso acondicionadas para el transporte de personas y material bélico, las que luego darían lugar a las vías ferratas tan famosas en el mundo deportivo de montaña.
Achillea clavenae.
Pedicularis rostrocapitata.
Saxifraga caesia, también es otra habitual en nuestro alto Pirineo calizo.
A medida que descendemos y nos acercamos al lago Fedaia, los herbazales van ganando fuerza, en ellos salió Biscutella laevigata, que nos ha dejado aquí sus semillas.
Una delicada cariophillacea, Silene pusila.
Pseudorchis albida, visitada por un par de mosquitos zancudos.
Matorral de Rododendron hirsutum, más pequeño que nuestro rododendro, y con las hojas vellosas, como indica su específico.
Ya a punto de terminar el recorrido, un bonito peralito no presente en nuestro Pirineo, Pyrola rotundifolia.
Ya próximos al lago Fedaia, Marisol y Aurora posan teniendo a la espalda el collado al que queremos llegar mañana siguiendo el camino Viel del Pan.
Sana envidia ....
ResponderEliminarEnhorabuena por tu blog. Te he añadido a mis "favoritos". Que placer descubrir a alguien interesado y con conocimientos de botánica.
ResponderEliminarUn saludo
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