Camino de El Pueyo: Arctostaphylos uva-ursi. "bucharguala,gayuba"

flores de Arctostaphylos uva-ursi
Cierto es que el conocimiento se multiplica cuando éste se comparte. De la buchardaga no tenía noticia que se encontrara por nuestros alrededores próximos hasta que Antonio Mariñosa, fiel seguidor de este blog, me lo advirtió hace un par de meses. También es cierto que salirse de la senda habitual propicia el aumento del saber, y es que el citado amigo tiene la sana costumbre de recorrer con la bicicleta las numerosas rutas que en torno a Barbastro se desparraman por nuestros montes. Él me indicó una pista de tierra que discurre entre el Camino del Medio del Pueyo y el Camino  de los Alparraces. En una pequeña colina, de tan apenas 430 metros de altitud, crecen bajo carrascas y entre aliagas un buen número de buchargualas. Ya desde la misma pista se la distingue, pues se descuelga por un talud rocoso que bordea el camino. 
matas rastreras de bucharguala
Hará bien el caminante en internarse un poco en el monte y observará no pocos ejemplares que se desparraman por el suelo, ya que este arbusto es rastrero y se extiende formando una intricada red de ramillas. Con inquietud he estado esperando que llegara el momento en que se formaran las preciosas flores de este arbusto. Son diminutas, pero la forma y los delicados tonos que muestran son motivo suficiente para hacerles una visita. Para mí  las flores son farolillos que tamizan la luz del sol de una manera mágica. En Salas Altas , de forma más prosaica les llaman a las flores porronetes. ¡qué simpáticos! .
Siempre las había visto en las agrestes sierras del Prepirineo, alguna vez en la Carrodilla, incluso en altitudes considerables ya en las altas sierras axiales, ahora puedo verlas cerca de casa. Un lujo.
Y cuando llegue el verano tendré ocasión, desde casa, de ir a ver las manzanetas rojas, globosas que se forman cuando madura el fruto. Son algo insípidas y farinosas , pero comestibles.
frutos de una gayuba de Monrepós
Al parecer se cogió el nombre genérico de  la descripción que hizo  Galeno de esta planta , y por tanto tiene etimología griega. El específico , en latín, es una redundancia , puesto que ambos términos griego y latino , vienen a referirse a los racimos de uva que gusta comer el oso.
Tan antigua referencia medicinal  continuará hasta nuestros días. Se usa la cocción de sus hojas para aliviar las infecciones de vejiga dado que los taninos que contiene desarrollan  acción bactericida.

Camino de El Pueyo:Helianthemum marifolium "jarilla"


Brota en terrenos pedregosos, resecos, muy soleados, acompañando a las principales aromáticas de nuestros montes como son el tomillo y el romero. Esta menuda planta, de aspecto leñoso, guarda gran parecido con otras  jarillas que ya comienzan a aparecer por los montes.  Todas las jaras y jarillas pertenecen a las Cistáceas. En estas dos denominaciones se unen los padres lingüísticos del castellano, primero por que Cistus es como llamaban los latinos a la jara, especie mayor de la familia. Y "jara" es una derivación del árabe "xara" que significa matorral. A las de pequeño porte se les llama comúnmente jarillas, englobando así a especies de distinto género y especie.
 Para evitar la confusión , el caminante  ,para separar esta especie de todas las demás,se valdrá  de la forma de las hojas. Al observar sus hojas triangulares nos viene a la memoria la similitud con las hojas del orégano, por lo que también se le ha denominado helianthem origanifolium, específico que se reserva en la taxonomía aceptada en "Flora Ibérica" a una de sus subespecies. Mas no le busquemos ningún aroma que no es planta que desprenda esencia alguna. 
La intensidad del color de sus pétalos justifica  su nombre: helianthemum de helios= sol y anthemon= flor. tanto podría valer por su posición al sol, como por el color de sus pétalos, amarillo luminoso.



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Camino de El Pueyo. Euphorbia serrata. "lecheras, letreras"

La más tempranera de nuestras "lecheras" destaca en los taludes y cunetas por su intenso, luminoso, color verde.
Fácilmente la reconoceremos por el dibujo finamente aserrado del margen de las hojas y de las brácteas, característica ésta que es reconocida en el nombre específico.
Al cortar tallos u hojas veremos que surge una sabia blanca, como de leche espesa. Está clara la razón de su nombre común.
En general, las Euphorbiaceas son plantas extravagantes, en tanto que sus flores no tienen ni pétalos ni sépalos. Toda la maquinaria de reproducción está vinculada a proveer alimento a los insectos nectarífagos, y para eso no se adornan de llamativos colores, sino que exponen directamente el néctar a los comensales. Será fácil observar junto a las flores el brillo de éste nutritivo líquido. Eso sí, antes de que maduren los globosos y lisos frutos. No obstante la complejidad de estas flores se observará si las miramos a corta distancia, mejor con una buena lupa. Veremos que las flores están agrupadas en pequeños racimillos: una solitaria flor femenina central rodeada de flores masculinas provistas de un solo estambre. Alrededor del racimo unas placas mazudas bien lubricadas de néctar.
Es la letrera una planta que forma abiertos ramos, rara vez de individuos solitarios, crece de una cepa perenne que aporta cada año nuevos vástagos. 
La leche que rezuma cuando se la hiere es tóxica. En ocasiones se ha usado como pócima para "quemar" las verrugas.
No es la única lechera que habita por estos territorios del Somontano. En especial, la estructura floral nos permitirá ir reconociendo otros ejemplares de la misma familia. Las Euphorbiaceas son una familia variable y pródiga en los climas cálidos. En las casas se ven plantas de esta familia traídas de los trópicos, espinosas, con llamativas flores rojas, es la llamada "espinas de Cristo", procedentes de Madagascar. También exóticos son los cardones de las islas Canarias. Imposibles de olvidar son  sus singulares formas de candelabro en las inhóspitas laderas del Barranco del Infierno, en Adeje.