La más tempranera de nuestras "lecheras" destaca en los taludes y cunetas por su intenso, luminoso, color verde.
Fácilmente la reconoceremos por el dibujo finamente aserrado del margen de las hojas y de las brácteas, característica ésta que es reconocida en el nombre específico.
Al cortar tallos u hojas veremos que surge una sabia blanca, como de leche espesa. Está clara la razón de su nombre común.
En general, las Euphorbiaceas son plantas extravagantes, en tanto que sus flores no tienen ni pétalos ni sépalos. Toda la maquinaria de reproducción está vinculada a proveer alimento a los insectos nectarífagos, y para eso no se adornan de llamativos colores, sino que exponen directamente el néctar a los comensales. Será fácil observar junto a las flores el brillo de éste nutritivo líquido. Eso sí, antes de que maduren los globosos y lisos frutos. No obstante la complejidad de estas flores se observará si las miramos a corta distancia, mejor con una buena lupa. Veremos que las flores están agrupadas en pequeños racimillos: una solitaria flor femenina central rodeada de flores masculinas provistas de un solo estambre. Alrededor del racimo unas placas mazudas bien lubricadas de néctar.
Es la letrera una planta que forma abiertos ramos, rara vez de individuos solitarios, crece de una cepa perenne que aporta cada año nuevos vástagos.
La leche que rezuma cuando se la hiere es tóxica. En ocasiones se ha usado como pócima para "quemar" las verrugas.
No es la única lechera que habita por estos territorios del Somontano. En especial, la estructura floral nos permitirá ir reconociendo otros ejemplares de la misma familia. Las Euphorbiaceas son una familia variable y pródiga en los climas cálidos. En las casas se ven plantas de esta familia traídas de los trópicos, espinosas, con llamativas flores rojas, es la llamada "espinas de Cristo", procedentes de Madagascar. También exóticos son los cardones de las islas Canarias. Imposibles de olvidar son sus singulares formas de candelabro en las inhóspitas laderas del Barranco del Infierno, en Adeje.
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