Las caléndulas comienzan a tapizar de amarillo algunos rincones del camino. Vemos algunas aisladas. En ocasiones se agrupan anunciando que poco a poco comienza a despertar la primavera. En la naturaleza, las soluciones evolutivas que se muestran exitosas tienden a repetirse. Cuando la familia de las Compuestas resolvió el recurrente problema de la reproducción mediante la asociación de flores formando cabezuelas creó un patrón que se repite en numerosas especies de la misma familia. Así, encontramos muchas especies distintas con el aspecto similar de cabezuelas donde se agrupan las diminutas flores. Distinguirá el caminante esta pequeña flor por el colorido ligeramente anaranjado de las lígulas que rodean la cabezuela de flores. Además, las lígulas tienden a extenderse en ángulo, ligeramente embudadas.
frutos de Calendula arvensis |
Fructifican rápidamente. Por eso también podremos ver los inconfundibles frutos. Estos nos sacarán de dudas ante cualquier otra compuesta amarilla. Los frutos están curvados y van provistos de ganchos en el margen exterior. Estrategia poco habitual en esta familia, tan proclive a formar vilanos que favorecen la dispersión por el viento.
Junto a la ermita de San José, al pie de El Pueyo, pegadas a una tapia que mira al sur se ha formado estos días un pequeñísimo jardín. Junto a las caléndulas empiezan a salir los nazarenos, las fumarias, alguna minúscula letrera, algún diente de león. Estas caléndulas tienen una pariente de postín, la hierba gaucha, (Calendula officinalis). Querida en jardines y boticas, aperitiva y emenagoga.
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