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Pico Coriscao

18 de Julio de 2020.  Junto al puerto de San Glorio, se alza el pico Coriscao, en la Sierra Mediana, balcón con el que asomarse con proximidad a los Picos de Europa de Fuente Dé, no en vano este pico está anclado en la divisoria sur del parque. Lugar para asombrarse con la amplitud y riqueza de la montaña leonesa.

Desde el puerto de San Glorio hemos tomado una pista asfaltada que nos lleva al collado de Llesva, con espacio para dejar el coche y calzarnos las botas. Tenemos por delante una caminata de algo más de seis quilómetros por retazos de piornal y sobre todo pastizales hasta llegar al pico Coriscao, que desde el comienzo de la ruta vemos allá lejos, con su calva cabeza plateada. Hacia el norte sabemos que estaremos amenizados por la presencia del macizo central de los Picos de Europa.


Al pie de las Peñas de la Horcada Cimera quedan los coches. Nosotros tomamos senda bien marcada que sube por el lomo de la sierra en neta dirección oeste

Los piornos  (Cytisus oromediterraneus) están todavía en flor.

Todavía conservan algunas hojas. Éstas irán cayendo poco a poco a medida que avance el verano hasta que sólo queden las verdes varas.

Forman almohadones hinchados que rompen la monotonía del pasto. El verdor de  estos montes contrasta con la aridez que adivinamos allá lejos, en los macizos calizos.


Gentiana lutea, panacea medicinal, luce aquí su esplendor.
Hacia el sur vemos cómo serpentea la carretera que sube hasta San Glorio, y de fondo la Sierra de Orpinas.

El pico Coriscao, siempre escondiéndose tras los sucesivos lomos de esta sierra Mediana.


En estos pastos crecen pequeños cojines de Carduncellus monspelliensium
También algunos clavelillos (Dianthus pungens)
Algún resalte de roca rompe la redondez de estas cimas verdes. Conglomerados que añaden gravas y pedrizas al paisaje. Al fondo el pico Coriscao.

Tonos pardos miran hacia el sur, más verde hacia el norte, seguimos la cuerda de la sierra, siempre subiendo en suave pendiente.
Geraneum subargenteum crece en pedregales de los claros del pasto

Hemos tomado suficiente altura como para pararnos a contemplar esta magnífica panorámica del corazón de los Picos de Europa. Fuente Dé centra la imagen, a la derecha, asoman algunas casas de Espinama de donde parte una pista que sube a las Portillas del Boquejón.


Un último repecho nos sitúa en la cima, allá abajo en una curva de la pista aguardan los vehículos.

Dos formas de Dianthys hyssopifolius, muy cerca de la cima.


Entre las rocas calizas, se asocian Chaenorhinum origanifolium y Arenaria purpurascens


Desde la cima tenemos una posición frontal respecto de Fuente Dé


Inevitable intentar hacer una panorámica de la vista hacia el norte.

Hacia el suroeste, la montaña de León se extiende mostrando su variada fisonomía, arrugada como un pergamino viejo, surcada de infinidad de valles orientados en todas las direcciones y presidida por innumerables cimas.

Un detalle de estas montañas: cercana a Coriscao  está Peña Vallines. A media altura, una pequeña laguna , Pozo Butrero.

Hacia el Este, vemos casi íntegra la ruta seguida hasta la cima.




Datos de la ruta y track en 



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Pico Gilbo

 En la provincia de León, cerca del pueblo y embalse de Riaño, se alzan unas cimas calcáreas dotadas de un atractivo relieve. Quizá la que más destaca por su pétreo y vertical porte es el pico Gilbo. Es nuestro primer contacto con la montaña oriental leonesa, porción meridional de la Cordillera Cantábrica, dentro del Parque regional de los Picos de Europa en Castilla y León.


Hemos llegado a Riaño con las últimas luces de la tarde, justo para tomar el primer contacto con esta montaña. El sol incide sobre la escarpada figura  del pico Gilbo y dora sus blancas rocas calizas, a su costado el resto de los picos ya han sido atrapados por las sombras. 

Nos hemos sentado en un banco que mira hacia el embalse y su marco de montañas. Allí nos hemos quedado un rato embelesados viendo cómo se mueven las sombras.

Cruzado el puente de Riaño nace una pista que contornea el embalse, sin apenas ganar altura, y que nos acerca a nuestro objetivo.

El objetivo aparece pronto a la vista, semi oculto por antecimas rocosas. En un recodo  de la pista nace un disimulado sendero que permitiría alcanzar el collado y  la falda del Gilbo, pero vemos que siguiendo la pista pasaremos por un bosque de hayas. Decidimos dejar este camino para la bajada.

A los lados de la pista se extienden matorrales de piorno, brezos y escobizos, pero ya todos han pasado la floración. Sí vemos en lugares más frescos algunos ejemplares de campanillas en flor. Acostumbrados a la flora del Pirineo, lo bueno de cambiar de territorio es encontrarnos especies que no habíamos visto hasta ahora, como es el caso de Campanula arvatica...

...o Campanula rapunculus


Hemos llegado a un mirador acondicionado para tomar un respiro y dejar que la mirada recorra el paisaje. El Gilbo aparece a la izquierda, con su característica forma triangular, y a su costado, a la derecha, el Cueto Cabrón, en el extremo derecho, sobre el embalse, el Cueto Nebloso


Nos vamos a adentrar en un tramo más espeso del hayedo, girará el sendero hacia el sur para encontrarnos en la otra vertiente de esta sierra, pero luego el camino volverá a la cara norte y subirá al Gilbo por la cara que ahora estamos contemplando.


Un empinado camino sigue entre prados, piornos y hayas para llevarnos al collado. Entre respiro y respiro, vamos conociendo este paisaje. Estratos verticales y frentes de anticlinal han modelado las calizas para realizar estas formas tan abruptas.


Orientado hacia el noroeste se extiende un bello bosque de hayas. Algunos ejemplares llevan aquí muchas décadas. En la fotografía, un muñón de esta haya ha elevado una gran roca caliza y la mantiene suspendida en el aire, un par de centímetros separada de la base rocosa sobre la que se asienta el árbol.


Atentos al paisaje que se va abriendo, comenzamos a divisar las lejanas cimas de los Picos de Europa.


La mayor parte del desnivel ya está superada, hemos llegado al collado que separa las dos vertientes, y contemplamos la cara sur del Pico Gilbo. Un sendero atraviesa pastizales y brezales para luego subir por un tramo rocoso al pie del pico y volver a su cara norte. Comienza la parte más interesante de la ruta.


Abajo ha quedado ya el pequeño prado que forma el collado, seguimos subiendo y las vistas se amplían mostrando la extensión del embalse de Riaño.

En estos pastizales soleados, con suelo pedregoso vive esta bella crasulácea, Pistorinia hispanica.

Por un paso evidente entramos en la zona de roquedo que nos conduce de nuevo a la cara norte del pico Gilbo, vamos dejando atrás la Peña Vallarqué, y a la derecha podemos ver el pueblo Carande.

Ya en la cara norte, el camino, estrecho y empinado va encajado en la roca.

A medida que subimos, la emoción de descubrir nuevos paisajes hace disminuir el cansancio.


Una repisa sirve de sustento para esta bella dedalera: Digitalis parviflora



Vemos también alguna vieja conocida: Teucrium pyrenaicum

Sin dificultad llegamos a la cima. Comienza el paseo de la mirada. Abajo el pueblo nuevo de Riaño, junto al puente bajo el que reposa el antiguo pueblo de Riaño. 


Los Picos de Europa, en la lejanía.
 Picos de Europa


Otro sector de  los Picos de Europa.







Muy cerca de la cima vemos unos ejemplares de Erodium glandulosum

En fisuras de caliza Campanula scheuchzeri



Datos de la ruta y track en 
y atajo alternativo para el descenso

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