Camino de El Pueyo.Rhamnus alaternus. "Carrasquilla, aladierno"

Carrasquilla en flor

Es el aladierno un arbusto de tamaño muy variable , y aunque no muy abundante lo vemos proliferar en el entorno de El Pueyo, en ocasiones formando masas, junto con la carrasca y la coscoja, intrincadas, infranqueables cuando las condiciones hídricas son favorables. En la cara sur de las calizas de El Pueyo, de clima más seco y suelo más pobre, se presenta en forma de pequeños arbustos aplicados a las paredes como árboles enanos.
Presenta variabilidad en la forma de las hojas que es coriácea y de verde lustroso. Algunas veces son redondeadas y de margen liso, pero otras, muestra agudas púas en el borde. Sin duda estrategia defensiva contra herbívoros. Con esta semblanza guarda un cierto parecido con la coscoja (Quercus coccifera), motivo, sin duda, por el que se le llama popularmente carrasquilla y coscollina. 
Verde durante todo el año,el aladierno, o alatierno, o aladierna, está desde hace unos días  en flor. Pequeños grupos de flores estrelladas  verdosas que nos revelan la separación taxonómica de los Quercus. Hay pies machos y pies hembras. Los frutos, globos rojos de corto rabillo, tardarán hasta finales de verano en madurar.
Tantos nombres populares como tiene reflejan que es un arbusto ampliamente conocido y utilizado. En efecto su utilización más común ha sido siempre como mermasangre. Con un puñado de hojas y ramillas se prepara una cocción para tomar en ayunas, sin azúcar, con  efecto  hipotensor. Preventivamente también actúa contra catarros. Además de esta función está comprobada su labor purgante.
Es el aladierno un elemento más de nuestro patrimonio biológico y  cultural. Forma parte de nuestro paisaje y sirve de indicador de las características climáticas de una zona. Se integra en comunidades vegetales características de nuestros montes prepirenaicos. Por su carácter perenne contribuye al mantenimiento de las especies biológicas de todo orden que pueblan estos montes.

Punta Burrambalo desde Betés

Estuvimos en punta Burrumbalo hace unos años en verano. En esa ocasión subimos por Plan de Usabas. Ahora en  invierno queremos  subir desde el pueblecito de Betés.  Esperamos que haya nieve, aunque el deshielo de la última semana habrá afectado a las zonas más expuestas al sol. La motivación fundamental es ver el panorama desde la cumbre en día despejado, puesto que aquel verano el día se cubrió y no disfrutamos completamente de los alrededores, en especial de la puerta de Santa Elena.


En previsión de que los caminos estén cubiertos de nieve y como queremos acortar las largas lazadas de la pista, llevamos un track para el GPS, aunque desde el principio no nos parece demasiado acertado. La vuelta la hicimos por una vía mucho más directa y limpia de ramaje, que es la que coloco aquí y que soluciona los metros próximos a Betés y cómo evitar meterse por el barranco.
Hay que tomar un desvío antes de llegar a la  Fuente de la Liebre. No obstante, si se llega hasta aquí, se podrá contemplar la losa utilizada para construir la fuente. Contiene unos fósiles de gusanos segmentados. Están atrapados en la arenisca característica del Flish.


Betés está situado en una amplia vallonada. Aunque a primera vista parece rica en pastos, un paisano con el que conversamos nos indica que cuando la ganadería estaba en plena vigencia, las ovejas pasaban hambre y la producción era escasa. A un lado, nos cuenta, estaban los pastos de Biescas, al otro los de Aso y Acumuer. Betés disponía de este valle y los pastos situados más arriba. Y aunque  en invierno bajaban el ganado hasta Tardienta, "tanto arriba como abajo pasaban hambre". Ahora queda poco ganado, pasto abundante y las ovejas producen más. Qué lejos nos quedan aquellas épocas de sobrepoblación de la montaña.
Subimos rápido por el pinar. La nieve cubre la estrecha pista. Es agradable ahora en invierno, pensamos que en verano el camino irá bastante sombreado. Estas tierras del Sobremonte son duras en verano cuando están orientadas al sur, pero en este caso la vegetación espesa será de buena protección.






Sobre nuestras cabezas se oye el constante gru-gru de las bandadas de grullas que planean cruzar el Pirineo para dirigirse a las tierras septentrionales. Dan vueltas incansablemente como tratando de decidir si cruzan el frente frío que delante se les opone. La previsión meteorológica para estos días indicaba la presencia de una masa de frío polar que provocaría fuertes nevadas. Nosotros estamos bajo el sol brillante, pero las grullas deben ver otra cosa porque al final no se deciden a seguir y toman ruta hacia el sur.
























Con algo de dificultad dejamos el bosque para pasar a la zona de pastos, la pendiente es un poco fuerte para las raquetas, pero ladeando un poco y haciendo escalones conseguimos superar la gran cantidad de nieve que se acumula sobre pequeños bojes ( algunos están completamente cubiertos) y que en ocasiones ocultan zonas huecas donde nos hundimos casi hasta la cintura. Después aparece la nieve venteada y más compactada. Hacia el sur se abre el valle de Biescas. A la izquierda el Pelopín y Erata cubiertos de nieve. Escondidos en esas sierras los pueblos de Sobrepuerto: el valle de Espierre y Barbenuta perpendicular al Gállego, después el valle de Susín y Ainielle. En el centro la cima blanca del Oturia y el llano de Santa Orosia, testigo del pliegue tumbado que se cierne sobre la Val Ancha.

El sol ha hecho mella en las zonas más expuestas y aparece el suelo limpio. Nos permite contemplar la estructura geológica de esta montaña. Estratos de arenisca formando  escalonamientos. Dan la falsa impresión de acumulaciones horizontales, ocultan el buzamiento del anticlinal  que ha sido descarnado en uno de sus flancos. Una cabaña pastoril aprovecha la posición de vigía del cerro, y los bloques son usados para construir un redil. Al fondo, a la izquierda vemos, ahora ya completa, la cima del Burrambalo.


La techumbre de la cabaña todavía aguanta el paso del tiempo y el abandono. El valle de Aso de Sobremonte aparece detrás , con la cumbre nevada del Lucas. En el fondo, la silueta plana de la Peña Oroel.

Incrustado en las areniscas de la cabaña aparece este llamativo liquen de intenso color anaranjado.Dejo como asunto pendiente la identificación de esta microflora.


En los pastos despejados de nieve aparecen las galerías que los topillos han realizado cuando la nieve todavía cubría el prado. Su vida activa bajo la nieve presenta su trabajo en superficie, creando delgadas galerías que al remover la tierra ayudan a drenar el agua y resultan tan útiles para frenar la erosión en ladera.






Ya hemos llegado al collado que separa Burrambalo de Punta Cerruza. Ahora se descubre un sublime paisaje presidido por la Peña Telera en su cara sur. Al pie el plan de Usabas y a la derecha el corte que el Gállego ha practicado separando la sierra de la Partacua de la Sierra de Tendenera.















En realidad, el objeto de esta excursión era poder contemplar con la atmósfera limpia este rincón del Pirineo. Creo que pocos lugares como éste describen tan bien el proceso geológico de formación del Pirineo. Desde Burrambalo se aprecia el encabalgamiento que realiza la sierra Tendenera, forzando su pliegue sobre los materiales marinos que al sur forman el Flish de Sarasé, Bachesango y sierras contiguas, como Erata u Oturia. Nuestros pies reposan sobre materiales sedimentarios depositados sobre un mar que recibe los finos escombros de montañas pretéritas. En un esfuerzo inmenso de compresión y desplazamiento, las calizas se desplazan desde el norte a lo largo de decenas de kilómetros, y como en una ola se comban y tumban sobre aquellos materiales durmientes marinos. Se forman las sierras de Tendenera y Partacua, en principio una sola, y con su descomunal empuje, doblan y pliegan los mantos marinos combándolos en ondas suaves de anticlinales. Franjas de areniscas que cuando muestran su esqueleto aparecen como muros construidos por gigantes.
El río Gállego, corta perpendicularmente esta sierra, forma un tajo separando para siempre Telera de Tendenera. El hombre pondrá un eón más tarde un testigo en este enclave singular. La ermita de Santa Elena, tan apenas apreciable allá abajo como un punto blanco, lugar donde surge una fuente mágica.















Superamos  los metros que nos quedan hasta Burrambalo. El frío se hace notar y la nieve está dura, esto y la pendiente de ambas laderas recomiendan utilizar crampones y asegurar con el piolet. Hay quien ha necesitado de rescate en esta montaña de apariencia tan inocente.La roma cima aparece casi despejada de nieve, momento para relajarse y disfrutar.
Volviendo nuestro rostro al norte, la mirada queda atrapada en las agrestes formas de Telera y acompañantes.  La cuerda de montañas continúa hacia Peñas de Aso y Petruso. El cuello de Cabacherizas, como un tajo en al roca, separa Corona ro Mallo ( a la derecha) de Peña Parda a la izquierda. Detrás, semiescondida, Peña Telera. Vale la pena quedarse aquí un buen rato, rodeado por el silencio de las montañas. He recordado unas palabras de Charles Darwin, escritas con ocasión de su maravillosos viaje en el Beagle al contemplar los Andes en Chile: "¿Cómo no maravillarse de la fuerza que ha elevado estas montañas, y todavía más de las incontables edades que han debido necesitar para abrirse camino por entre tan poderosos obstáculos y para remover y nivelar sus enormes masas?
























Datos de la ruta:
Altura de la salida: 1297
Altura en la llegada: 2146
Desnivel acumulado 852mts
Distancia recorrido ida y vuelta: 9kms.
Track de la ruta
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8232767





Segundo año de paseos botánicos por el Pueyo.

Como ya hice el año pasado, he reunido todas las entradas relacionadas con los paseos botánicos por El Pueyo. El resultado es un archivo en PDF que podéis descargar picando aquí
En este nuevo archivo están incluidas todas las plantas citadas en estos dos años de blog.
Os animo a que lo utilicéis como archivo electrónico y evitéis imprimirlo. Es un coste  innecesario. Viéndolo en el ordenador las fotografías se ven mejor, y podéis ampliar su tamaño.  El índice os permite saltar directamente a la página deseada, y si tenéis un lector de libros electrónicos podéis  llevarlo en la mochila cómodamente y leerlo donde sea. El archivo en PDF lo podréis convertir al formato de vuestro lector sin dificultad. Espero poder hacer un nuevo archivo el próximo año, con lo que vaya apareciendo durante el 2013, con lo que sólo tendréis que tirar el archivo viejo y tomar el nuevo.
Que lo disfrutéis.

Torrollones de la Gabarda

El mal tiempo en el Pirineo nos persuade para ir al sur. En el pequeño embalse de Marcén iniciamos la ruta que recorre el paisaje monegrino de los Torrollones de la Gabarda. La primera parte de la ruta la hacemos siguiendo la media altura de una de las terrazas que forman estos sorprendentes paisajes. La vuelta será por la parte superior para así subir la mole del "Castillo" y terminar en el mismo punto de partida.

Tras pasar un amplio cultivo de alfalfa giramos hacia el sur para descender un poco y caminar al pie de las terrazas. 

El paisaje de los Torrollones es una formación geológica construida por las areniscas y arcillas (lutitas) que fueron depositadas a partir de la erosión pirenaica hace unos 20 a 25 millones de años (Oligoceno-Mioceno). Para aquel entonces, el Pirineo ya casi se había estabilizado. Vemos en la parte  superior de los primeros torrollones las características tablas. Las areniscas superiores son cementadas y adquieren más dureza. Los últimos y leves movimientos de la orogenia alpina fracturan estas areniscas que tan apenas sufren inclinación. Sin embargo, estas fracturas son el punto de arranque de la erosión posterior, que afectará sobre todo a las capas inferiores de arcillas muy disgregables, en especial aquellas que no tienen la protección superior de la arenisca. En los primeros torrollones apreciamos esta erosión   vertical  que afecta a las arcillas.

Unos metros más adelante observamos una singular formación. Se trata de micromodelados cavernosos que actúan en las areniscas. El aspecto de panal de abeja, o ciudad troglodita nos cautiva. Subimos para verla de cerca.



















Este modelado afecta tanto a las areniscas como  a las arcillas. En ambos casos la erosión es muy intensa y comprobamos la enorme fragilidad de esta roca. Un simple roce del dedo disgrega las pequeñas partículas arenosas.
Hay alveolos, de pequeñas dimensiones, dispuestos incluso en dos planos de profundidad. También oquedades mayores, tafonis, que en algunos casos engloban alveolos en su interior.
Parece ser que la alternancia entre humedad y extrema aridez participan en la formación de este singular relieve, al disolver sales que aglutinan partículas, por lo que la roca queda sin su componente aglutinador.


 El plano horizontal de los alveolos está recubierto de un polvillo muy fino, el sedimento resultante de esta descomposición. El viento se encargará de barrer periódicamente estos sedimentos dejando los alveolos limpios.


Desde el punto de vista botánico ésta no es la mejor época para venir, todavía está la vegetación dormida. Sin embargo, podemos apreciar alguna especie de estos parajes monegrinos.
El albardín o esparto (Lygeun spartum) lo encontramos ocupando alguna de las dunas que se han formado al pie de los cantiles. 



Atriplex halimus es un arbusto propio de estas tierras áridas. 
Ahora sólo presenta las cenicientas hojas.

Los torrollones presentan un frente vertical en la cara sur y un plano inclinado en la norte. De cima la característica tabla de arenisca.

Dispuestos en dirección este-oeste, forman un perfil escalonado producido por la alternancia de bandas de diferente dureza 

Especialmente llamativos son los anfiteatros con perfiles extraplomados.

La erosión diferencial individualiza bloques más resistentes. La escombrera de grandes bloques muestra el proceso de regularización de los materiales de derrubio, que van pasando de gran tamaño a arenas.

Entre los escombros, un fragmento de mineral de hierro. Hay varios diseminados. No nos concuerda con el resto de los materiales aquí depositados. No sabría decir cómo ha llegado hasta aquí.


Desde el sur, el torrollón llamado "el abuelo" presenta una atrevida figura en equilibrio.











No hay camino aparente, pero sí alguna señal de paso que nos asegura que se puede caminar con normalidad por las terrazas.
 Este sería un expuesto paso de no haber un pequeño arco natural que evita pasar por este estrecho giro.


Estos pasos son opcionales. En realidad forman parte del parque de aventura de La Gabarda (previo pago).








Seguimos la ruta y pasamos junto a un relieve espectacular. Un gran arco. Probablemente la filtración de humedad, junto con la fuerza de gravedad, produce descamaciones de gran tamaño y consecuentemente el arco.




















































Abunda el romero, ahora en flor, así como retamas. Otro arbusto característico de estos parajes áridos es Ephedra fragilis, el cual llega  a tamaños importantes, formando espacios cerrados.







Siguiendo ruta hacia el Este  llegamos  a este rincón donde el hombre ha cultivado olivos. Me produce una sensación especial  la proximidad de las verticales rocas y las formas redondeadas de los olivos.
















































Comenzamos el giro de vuelta, y para ello ascendemos unos pocos metros, y así volver por la parte superior de las terrazas. Junto a un cultivo aparecen los restos de lo que semeja una fortificación unida a habitáculos troglodíticos.
Rodeamos el cultivo y nos encaramamos al castillete.



Siempre parece que los fenómenos geológicos forman parte de un pasado muy lejano. En este caso la grieta que recorre este torrollón y que incluso afecta a los sillares parece indicar lo contrario. Parte de la construcción está excavada en la roca, sobre ella hay aparejos de gran tamaño ( 90x40x40 aproximadamente) formando una estructura claramente defensiva. Tendré que documentarme, pero tiene aspecto de ser medieval.

Una pequeña galería en la roca conduce a una abertura. Quizá puerta de acceso. Hay otras oquedades en la pared pero están ciegas.









Emprendemos ya camino rumbo hacia el punto de partida. Por el camino pasamos por el torrollón de mayor tamaño y que es conocido como el Castillo. 

A los pies del Castillo, el acceso es sólo practicable subiendo por esta estrecha grieta. Los dos primeros pasos son un tanto "estirados", y ayuda poco la piedra que sirve de base, inclinada y estrecha.

Una vez arriba se comprueba que no hay otra vía de ascenso. El zócalo de arenisca forma una plataforma amplia y horizontal desde donde se contempla el desarrollo de las terrazas que hemos ido recorriendo.

Varias excavaciones en la roca testimonian el uso de esta plataforma. Sin duda de carácter defensivo.
Varios aljibes excavados en la roca servirían para la acumulación de reservas. Son lo suficientemente grandes como para que ahora sirvan de alojamiento a un árbol que asoma las ramas por la abertura.

Si en la zona superior no quedan restos de construcción, sí aparecen en el flanco norte. Sillares y técnica constructiva similar a la vista en el otro castillete.











Bajamos del Castillo (con más dificultad que al subir) y ya nos encaminamos hacia el embalse del Torrollón, punto de inicio y final de esta interesante excursión.  Planeamos volver cuando las condiciones botánicas sean favorables. 



camino de El Pueyo. Lamium amplexicaule

 Pequeña mata que pasa desapercibida por su modesto porte, pero que mirada a corta distancia sorprende por su belleza y elegancia. Lamium amplexicaule es planta que crece en ambientes ruderales en ocasiones formando numerosas colonias, aunque también la veremos en campos de cultivo y barbechos. Es, por tanto, una planta vinculada a la actividad humana, ocupando aquellos lugares soleados y resguardados de los vientos del norte, aprovechando la humedad que se destila cada noche,.
Característica que llama poderosamente la atención es la copa que forman las brácteas y que abraza el tallo, rodeándolo por completo. Este es el motivo de su nombre específico: amplector (abrazo) caulis (tallo).
No goza de los favores aromáticos de otras labiadas,  tampoco se le atribuyen propiedades que puedan dotarla, como a otras del género Lamium, de utilidad para medicina u otros remedios. Sin embargo, como aquí la tenemos en pleno febrero, cuando no abundan los colores , disfrutemos de ella.


Me atrae el largo cuello de las flores. Y de su diseño, los purpúreos puntos de los labios y la garganta. Sé que en la naturaleza nada es gratuito, aunque sí puede ser casual. La necesidad debe regir la longitud de los tubos. Me imagino la trompa de alguna mariposa intentando llegar al néctar. Y las manchas púrpuras parecen un reclamo ineludible para avisar de la rica sustancia atesorada. He buscado alguna referencia bibliográfica por si esta planta está vinculada con alguna mariposa. Me he demorado disfrutando con el fantástico libro "Mariposas diurnas y zigaenas del Cinca Medio y territorios limítrofes)  de Cambra, De la Llana , Ferrández  (caramba, José Vicente, qué felizmente polifacético eres) , y no he visto que aparezca como nutricia de orugas. Bueno, no importa, seguro que algún  vínculo habrá, sólo queda descubrirlo. Al fin y al cabo ese es el empeño de los humanos, asombrarnos hasta con lo más diminuto, y descubrir sus secretos.
¡Ah, por cierto, no está el campo tan dormido... ya hay narcisos !