Acantilados del Algarve(4) De playa Benagil a Playa Vale Centeanes

12 de abril de 2017.   Aunque este tramo de la costa del Algarve sufre más la presión de las urbanizaciones, vale la pena recorrer el borde de la costa y admirar la belleza de sus acantilados.

Partimos de la playa de Benagil, famosa por la proximidad de las cuevas que adornan sus acantilados. Dejamos para próximos días el baño y el remo por esta zona. Hoy vamos a caminar por el borde del acantilado.

La ruta también es seguida por ciclistas, como el que aparece en la foto sobre la oquedad del acantilado.

En poco rato llegamos a la playa de Carvalho. A primeras horas está muy tranquila y se agradece un baño.

A esta playa accedemos por un pequeño túnel. También hay tallada en la roca unas escaleras hacia una pequeña cueva artificial.



Cabo Carvoeiro




























El mar excava galerías que atraviesan los salientes rocosos. Cabo Carvoeiro.























Colándose por estos pasadizos, el mar crea piscinas naturales.


























Hemos pasado ligeros junto a urbanizaciones que llegan hasta el acantilado, dejando sólo un estrecho paso. Así llegamos a las inmediaciones del faro de Alfanzinha.


Los barrancos de tierra adentro forman pequeños valles que al llegar al mar favorecen la formación de calas, como es el caso de Vale Espinhaço.



 Un ejemplar macho en celo de lagartija colilarga (Psammodromus algirus)


Sobrepasado el faro continúa un sinfín de urbanizaciones que resta encanto al conjunto. Esta zona está lejos de conservar la riqueza florística que en los días anteriores nos hemos encontrado. La costa traza una línea recta.






Llegamos a la playa do Vale Centeanes. Hemos llegado con la marea alta y la playa se ha reducido al máximo. Para llegar a ella hay que mojarse por un estrecho paso pegados a las rocas.

Después de un relajante baño emprendemos el camino de vuelta. Distintas luces y distintos ángulos renuevan el interés por el camino. Damos un salto con el coche y nos acercamos a Playa Marinha para terminar allí el día.






Track de la ruta en
https://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=17327346



Cucubalus baccifer. "tomate del diablo"

El verano está tocando a su fin y los colores que vimos meses atrás se van atenuando. En su lugar aparecen los frutos que anuncian cambio de estación. Entre estos numerosos frutos podremos tener la fortuna de encontrarnos con los tomatitos del diablo, baya de una hierba de la familia de las cariofiláceas, Cucubalus baccifer. De tamaño algo mayor que un guisante, globosa y negra, esta baya recuerda  a la que produce la belladona (Atropa belladona) motivo por el que en algunos lugares se le llama falsa belladona. Su parecido se limita sólo a la apariencia, ya que Cucubalus baccifer carece de las propiedades psicotrópicas de aquella solanácea. El común "Tomatitos del diablo" también se aplica a Solanum nigrum, Solanum dulcamara, y Solanum villosum. En todos estos casos por  formar bayas tóxicas.Pero con ocasión de Cucubalus baccifer el apelativo contraría su uso medicinal popular, ya que es yerba astringente, y su cocción se ha utilizado como febrífuga y antihemorrágica. 

Como sucede con los humanos, hay plantas que gustan vivir entre sus congéneres , en cambio otras plantas se complacen en vivir aisladas. Cucúbalus baccifer podría decirse que se encuentra entre estas últimas. Es extraño encontrarla formando sociedad con sus iguales.Normalmente aparece en pies aislados, eso sí apoyando sus frágiles ramas en las hierbas que la circundan, formando una maraña de ramas verdes y tiernas al término de las cuales aparecen las flores, que eligen el pleno verano para lucirse.
Como es planta que prefiere lugares húmedos y resguardados de los rigores estivales podremos encontrar esta bella hierba en el camino que sigue paralelo al río Vero, en dirección a Castillazuelo. Es propia de ribazos donde se acumula materia orgánica. Tanto si está en flor como si se encuentra con los frutos, es llamativo el amplio cáliz, el cual se va abriendo a medida que madura la flor y se convierte en fruto.

Ferrata Cala del Molí, San Feliu de Guixols

22 de agosto de 2017. Entre San Feliu de Guixols y playa san Pol se despliega un arco de costa en el que son protagonistas las turquesas aguas del Mediterráneo,el granito rosa y el dosel de pino mediterráneo.Estos tres protagonistas  se pueden sentir con intensidad en la vía ferrata instalada en este  bello tramo de la Costa Brava.



La vía Ferrata sigue los paralelos salientes rocosos que encuadran la cala del Molí. Una sucesión de paredes verticales, puentes suspendidos y algunos extraplomos convierten esta vía en una experiencia que puede llevar alrededor de tres horas si se hace el recorrido completo, y alrededor de una hora si se realiza sólamente el primer tramo. El primer tramo, entraña menos dificultad. El segundo requiere más fuerza física al desarrollarse en los planos inclinados del saliente que en la fotografía se ve a la izquierda. Está perfectamente equipada. Además de casco y disipador recomiendo el uso de guantes que mejoren el agarre en algunas clavijas que por la proximidad del mar se humedecen.
Aurora comienza la ferrata en el primer espolón, más corto.

La playa de san Pol. Es un buen punto de partida para llegar a estas calas remando en kayak.

Un primer puente es breve, aunque obliga a pasar sin agarre de manos, ya que la guía de vida está baja y no permite ser usada de pasamanos. Después viene un sencillo puente tibetano.

Uno de los atractivos de la vía está en el acompañamiento constante del mar



Algún saliente de la roca obliga a ser más cuidadoso en las maniobras. Tras estos breves pasos siempre queda el recurso de recuperar fuerzas contemplando el azul turquesa de las calas.

Buenos agarres, adecuadas fijaciones para apoyarse en los lugares más comprometidos hacen la vía emocionante y segura. Detrás de Aurora se extiende la larga pared por la que sigue la ferrata y que supone el mayor esfuerzo por el ligero extraplomo del recorrido

Todo el recorrido se desarrolla en los hermosos granitos rosa de este tramo de la Costa Brava. Como todos los granitos es roca ígnea enfriada muy lentamente formando cristales de distinto grosor. En este caso los tonos rosados los aportan los cristales de feldespato. Esta roca no es exclusiva del enclave en el que ahora estamos, es frecuente en la parte norte de la cordillera costero catalana, allí donde los sedimentos que se situaban sobre el granito ya han desaparecido. A la erosión marina se une la disgregación que se produce en algunos minerales por la corrosión provocada por la humedad y CO2 atmosférico. De su acción resultan formas caprichosas, a veces alveoladas o escamadas, como hemos visto antes en Bretaña y el norte de Cerdeña sobre granito de similares características.


Son rocas atormentadas por la acción de dos orogenias. Primero la herciniana, que supuso su aparición hace unos 280 millones de años rellenando con este material igneo los espacios débiles de la corteza terrestre. Después la orogenia alpina que actuó también sobre los sedimentos que cubrían los granitos, siendo éstos la raíz subterránea de esta cordillera costera. Todos estos avatares crean un relieve fracturado y con canales que bajan hasta el mar.

El primer tramo de la vía ferrata termina al final de una larga pared vertical que se sube fácilmente por escalones. Aurora ha calibrado sus fuerzas y decide que para el segundo tramo no está preparada. No hay problema. De aquí salimos  por la vía de escape.

Nos queda un buen sabor de boca y nos prometemos volver para hacer el recorrido completo. Para quitarnos la espina de no recorrerla entera ahora vamos a optar por recorrer este tramo de costa con el kayak. Así que el reportaje continúa...

...por el mar.







 Una buena recomendación colocada al principio de la ferrata.