Cypripedium calceolus, terminando su floración

Con este caluroso y seco mes de Mayo, Cypripedium calceolus ha adelantado su floración. Muchos de sus pies ya han madurado y queda alguno, donde crecen más resguardados del sol, con las flores todavía frescas. Quizá para poco más de una semana. Hay que recordar que es una especie amenazada de extinción en la Península Ibérica. Uno de sus enclaves, en el valle de Tena, es muy accesible. Por suerte están vigilados por voluntarios de la zona, pero el visitante tendrá que extremar el cuidado pues sólo la presencia humana y las abundantes pisadas están alterando el suelo por donde crecen estas sorprendentes orquídeas. Su reproducción es muy lenta, se estiman en torno a nueve años para que maduren y sean capaces de producir flores con semillas.Así que, si la vas a ver, por favor, procura seguir estrictamente la senda y no pisar más allá de donde está pisado, pues el entorno se está degradando. Presta atención donde pones los pies, pues hay  matas de esta orquídea que ya han madurado y pueden pasar desapercibidas si sólo te fijas en los colores de las flores.
Estas son unas normas que hay que seguir siempre, con cualquier especie, pero que con esta especie no podemos olvidar. En el caso de las orquídeas y de ésta en particular, debemos considerar que su ciclo vital está ligado a la existencia de unos hongos  específicos en el suelo. La orquídea produce unas semillas muy diminutas, con muy escaso almacenamiento energético para prosperar. En su defecto, la semilla debe prosperar junto a ese hongo específico que le aportará los nutrientes para que la semilla llegue a buen término. Por esto, el mantenimiento del suelo adecuado es fundamental.

Camino del Pueyo. Lonicera implexa y L.etrusca (pata de gallo,madreselva)

Capítulo con flores de Lonicera implexa
De todos los cambios que los caminos realizan a lo largo del año, quizá el más sutil sea el que compromete al olfato. De unos días atrás, el camino del Pueyo ha cambiado en ciertos lugares la fragancia que sus flores desprenden. En los puntos más frescos del camino, las flores de la madreselva, la  pata de gallo como se le llama en algunos lugares de nuestro Somontano, han madurado y su dulce néctar hace de reclamo para los insectos. Es un placer reservado para un corto periodo de tiempo. Merece la pena no desperdiciarlo. 
Lonicera implexa medra al amparo de nuestros carrascales y quejigares. Así lo vemos a mitad de camino hacia El Pueyo, dando respiro en la sombra. Es planta arbustiva, de buen tamaño. En ocasiones trepa aupándose en sus vecinos y puede llegar a formar un espeso seto.
Sus llamativas flores se agrupan en capítulos, a veces pendientes de las largas ramas que trepan. Decorativos racimos que le sirvieron a  Cervantes  para recrear escenas pastoriles, como es la del segundo libro de la  Galatea "vieron venir hacia ellos hasta una docena de gallardos pastores puestos en dos hileras, y en medio venía un dispuesto pastor, coronado con una guirnalda de madreselva y de otras diferentes flores."    Y si el caminante no se inspira con las anteriores líneas, aquí van otras de la segunda parte del Quijote.  "También le pareció bien otra que entró de doncellas hermosísimas, tan mozas que, al parecer, ninguna bajaba de catorce ni llegaba a diez y ocho años, vestidas todas de palmilla verde, los cabellos parte trenzados y parte sueltos, pero todos tan rubios, que con los del sol podían tener competencia, sobre los cuales traían guirnaldas de jazmines, rosas, amaranto y madreselva compuestas.
Frutos de Lonicera implexa
Además de Lonicera implexa podemos encontrar otra madreselva, Lonicera etrusca. Las distinguiremos por  la disposición de las flores. En el primer caso las flores son sésiles, esto es ,saldrán directamente de la rama, a partir de las hojas soldadas que forman cazoleta. En la segunda de las especies, las inflorescencias surgen de una ramita, el pedúnculo.
Normalmente la madreselva presenta las hojas en verticilos de dos, sin embargo, a veces produce una "anomalía" en la que los verticilos son de tres, tal y como se aprecia en la fotografía de la madreselva en fruto.
El caminante podrá encontrar ambas especies muy próximas entre sí en algunos puntos del camino hacia el Pueyo. Quizá observe que L.implexa gusta de lugares algo más sombríos, y que su desarrollo es algo menor, en tanto que L. etrusca no desdeña los taludes a pleno sol, y pueden llegar a formar unas marañas tan altas como sean los soportes donde se apoye.
Flores de Lonicera etrusca
El genérico Lonicera lo debemos al botánico Linneo, quien allá por 1750 dedicó este género al botánico alemán Lonitzer, quien había estudiado las plantas y sus virtudes en torno al  1560.

Lonicera etrusca aupada sobre un litonero y un majuelo.

Canal del Palomo, Vadiello

Mis hijas Alicia y Aurora en un
tramo vertical de la canal
La Canal del Palomo es una vía equipada que recorre un estrecho y vertical corredor horadado en los bloques de conglomerados en el entorno de Vadiello.
Es una vía ferrata  de cierta dificultad y exigente en algunos pasos, que la hace emocionante, y  que hay que superar  cuando no está excesivamente húmeda.
Con un desnivel total de 210 metros, es una aventura  que nos permite entrar de lleno en la geología de la sierra de Guara, y también descubrir algo de su flora y su fauna.
Esta canal es una hendidura producida en el flanco sur  de los Mallos de Ligüerri. Formados por roca de conglomerados, lo mallos de Ligüerri son un testimonio más de la historia geológica de Guara en la que materiales de distinto grosor han sido erosionados en un primitivo Pirineo mucho más vertical que el actual, y aquí quedaron sedimentados. Cantos rodados de enormes torrenteras hoy desaparecidas que dejaron los escombros aquí en espesores de centenares de metros. Su posterior desecación y litificación dieron como resultado estos inmensos campos de escombros. Las fracturas que sufrieron , unidas a la acción del agua han formado estas canales, de las que la Canal del Palomo es un ejemplo de hermosas texturas y  espectacular verticalidad.















No todo es roca. En este entorno aquellas especies rupícolas encontrarán su mejor ambiente. Un bonito ejemplo es Valeriana longiflora. Esta es una especie que vive en las verticales inferiores de esta  canal, de suerte que podremos contemplarla sin necesidad de tener que comenzar a trepar.
Valeriana longiflora es un endemismo ibérico, catalogada como rara en el Libro Rojo de Gómez-Campo. Sus hojas son redondeadas y con un largo peciolo. Recuerdan a otra rupícola que también en esta canal podemos ver, Sarcocapnos enneaphylla.


Desde el principio la verticalidad de la canal se impone en todo el trayecto.De vez en cuando unas pequeñas pozas permiten un respiro relativamente horizontal. En sus fondos podremos observar algún pequeño tritón, prueba de la pureza de estas aguas, y también aviso de que debemos extremar las precauciones para no alterarla.  El agua mana constantemente, aunque hoy ,afortunadamente para nosotros, baja escasa.






















El conglomerado nos muestra la diversidad de sus componentes. El agua ha pulido en algunos lugares la superficie consiguiendo el efecto de un perfecto empedrado. Allí se muestran los cantos más o menos redondeados, englobados en una matriz de elementos más pequeños y arenas muy finas.



El recorrido vertical no cesa. Una vez superado cada tramo parece imposible el acceso. Mejor no pensar en la posibilidad de bajar por aquí.















El recorrido se me antoja también un viaje en el tiempo. Hemos de salvar 200 metros de roca que se formó poco a poco, por acumulación de sedimentos durante milenios. Podemos apreciar distintas épocas de aluvión. Por franjas se observan zonas de material fino, casi arenoso, de un color rojizo. Estas capas de 30, 40cm. se alternan con otras donde predominan los gruesos bolos que nos hablan de periodos de más fuerte actividad erosiva, de mayor fuerza destructora y de arrastre. Capa sobre capa, vamos ascendiendo los milenios de la historia de la sierra. Vamos despacio.Prima la seguridad. Algunos pasos requieren pensar por dónde subir, cómo auparse. Pero además no tenemos prisa. Estamos disfrutando del lugar.

Deben quedar pocas decenas de metros.
 El sol y un estrecho rellano permite a Smilax aspera (la zarzaparrilla ) medrar entre sombras y humedad. Esta colonización es lenta. El suelo fértil escasea.























A medida que nos acercamos al final, la luz es cada vez más intensa. Afuera debe hacer calor, y hasta ahora no lo hemos notado. Los últimos metros exigen unos pasos  un poco más atrevidos, casi circenses, que requieren  fuerza en los brazos y agilidad. Somos conscientes de que el tramo se acaba, y aunque notamos algo el cansancio también nos apena ver que llegamos al final.


La salida es un plano inclinado cerrado por una pared cóncava. La roca no acaba pero sí la ascensión. En las oquedades anidan los buitres. El insistente grito de un polluelo de buitre se oye con la reverberación de la cueva donde habita, al poco rato entran dos aves adultas.
La parte superior de la canal del Palomo parece un oasis entre la aridez de la roca.
En estos pastos soleados habita una bella y esbelta orquídea, Platanthera bifolia.
Esta orquídea está caracterizada por dos hojas grandes  que forman la base de la que sale el erguido tallo floral. Las flores presentan un larguísimo  y fino espolón.



Para volver al punto de partida seguimos el cable de vida que nos ha acompañado todo el trayecto. No soltamos el disipador del cable, pues la vuelta tiene algunos puntos muy aéreos. En ocasiones da la sensación de estar caminando por el  inclinado tejado de un rascacielos. Seguimos caminando por roca.

Enfrente tenemos la sinuosa carretera que rodea la Punta Norte del monte Espiellos (1151 mts). Se ha acometido una intensa labor de repoblado de arbolado en estos montes que rodean al barranco de Vadiello. Al fondo se ven las paredes rojas del mallo Loco.






En este paraje podemos comprobar la variabilidad de Anagallis arvensis, la hierba de las güebras, pequeña pero bonita Primulácea que nos presenta en dos pies muy próximos sus flores azules y naranjas.
Todavía tenemos unos destrepes antes de encontrar un camino. Siempre es más fácil subir que bajar, y aunque los pasos son fáciles, hay que hacer el esfuerzo mental para decirle a pies y manos cómo tienen que trabajar.






















En uno de estos desplomes encontramos una bonita Campanulácea. Campanula erinus, de diminutas campanillas,  es otra planta que gusta de lugares pedregosos y roquedos. Ya estamos cerca del final.

El matorral de coscojas y romeros va sustituyendo al dominio de la piedra. Ya muy próximos al coche podemos fotografiar la más grande de nuestras jaras. Cistus albidus, de intensos tonos rosados y gruesas hojas.

Camino del Pueyo. Nigella damascena (arañuela)



Las altas temperaturas que durante este mes de Mayo estamos pasando han disparado el ritmo de maduración de las plantas. Este es un momento en el que hay una gran competencia por ocupar un espacio en taludes, y cerros. 
En medio de esta explosión de diversidad vegetal podremos encontrar los suaves azules de la arañuela. Pertenece a la familia de las Ranunculáceas, una familia con una numerosa estirpe, pero que no se prodiga mucho por nuestros soleados montes cercanos a Barbastro. Como es planta ruderal, no tendremos que hacer el esfuerzo de salir del camino para encontrarla. En los ribazos aparece  solitaria, a veces formando nutridas colonias.
 
fruto de Nigella damascena

Es una planta anual, es decir que no guarda ninguna reserva para el próximo año en raíces y hojas, dedicando toda su energía al desarrollo de la planta en su época de floración, que va de mayo a junio.

Cuando la flor madura forma un fruto globoso, que aloja semillas negras (de aquí viene su genérico nigella). Estas semillas se han utilizado como condimento, quizá por confusión con la otra nigella, el ajenuz, algo apreciada en cocinas exóticas. Al tratarse de Ranunculáceas, su uso debiera ser  muy prudente, pues es una familia en la que es común la  toxicidad de sus especies.  Por el contrario es una planta bastante célebre en jardines, de allí que la forma silvestre se ha modificado para obtener ejemplares más grandes y con sépalos más vistosos y numerosos.


Flor de Nigella damascena. (Pulsa sobre ella para verla en tamaño grande)
La arañuela es una planta de flor espectacular si se la mira de cerca. Cinco sépalos azulados  aparecen rodeados por una maraña de brácteas estrechamente divididas, de aspecto similar a las hojas que abrazan el tallo, y que por el aspecto de tela de araña le aportan el nombre común de "arañuela". Los pétalos, como es común en esta familia, son muy pequeños, casi como escamas, con una cavidad donde aloja el néctar. Tienen un color azulado intenso. En el centro de la flor apreciaremos un robusto mazo formado por los  pistilos, terminados en unos estambres alargados y retorcidos; y a su alrededor numerosos estambres con anteras mazudas. 


Camino del Pueyo. Aristolochia pistolochia (hierba bancera)



Hojas y flor de Aristolochia pistolochia
Al igual que no todo el monte es orégano, tampoco todas las flores tienen por qué ser vistosas y coloridas. A la hierba bancera le tengo una especial estima, simplemente porque es una de esas plantas que me hicieron dar un paso en el acercamiento a la botánica. Es menuda, poco vistosa, sus colores son un tanto mustios, y por tanto puede pasar desapercibida. De allí que el caminante deberá extremar su atención, salir quizá de los caminos habituales e internarse en terrenos por donde no iría de pensar sólo en mover las piernas. Esta flor la vi por primera vez  hace muchos años. Por fortuna me la mostró un amigo de Monzón,  José Vicente Ferrández, incansable botánico, del cual recomiendo todos sus libros y colaboraciones. Animo a visitar su blog  "Pasos" , que a partir de hoy incorporo como enlace en este blog, pues es de gran calidad y ayuda  para los que gustamos de ver plantas por el monte.

La Aristolochia pistolochia es una hierba rastrera, de bonitas hojas triangulares que salen alternamente. Si nos fijamos en su borde veremos que es rugoso y engrosado,como de cartílago. Las flores, aunque carecen de vistosidad en el color, son muy interesantes pues presentan un largo tubo,engrosado en la base,  con un labio largo a modo de tapadera. La garganta de la flor es velluda y con surcos oscuros que se dirigen hacia el interior. Su fruto tiene forma de meloncillo. 
Fruto de Aristolochia pistolochia
 El nombre de hierba bancera lo recoge Luís Villar en su libro plantas Medicinales del Pirineo aragonés, aunque manifiesta desconocer qué quiere decir este término. Yo también lo ignoro. Así que si alguien sabe algo, bueno será que lo comparta. 
El nombre científico es más vistoso incluso que la flor. Pero no pensemos que es caprichoso. Aristolochia se le llamó en la antigüedad por ser excelente (aristos) para los partos (lochía), mientras que pistolochia viene a ser una redundancia por su similar significado. Otras virtudes medicinales se le atribuyen por tradición, pero Pío Font Quer en su "Dioscórides renovado", obra de valor farmacológico, advierte de la toxicidad de sus componentes e indica atención en su administración.En las proximidades de El Pueyo, Aristolochia pistolochia la encontraremos en claros de carrascal y matorrales, a veces en suelos pedregosos, raramente la veremos desde el camino. Por ello, al salirse de él , el caminante prestará tanta atención a encontrarla como a no dañar otras plantas que por allí hubiera; además, quién sabe si buscando una cosa, se encuentra otra.

Sierra de Arangol. Peña Castillazuala

La Sierra de Arangol es un escalón previo en la subida al Tozal del Cabezo de Guara, pero además es un balcón que mira en el valle de Rodellar y el cañón de Barrasil.
Peña Castillazuala, sin ser su punto más alto, aporta una buena perspectiva al ser un espolón de la Sierra sobre el cañón. Para subir a ella, lo más razonable es salir de Pedruel.
Hace ya un tiempo que José Luis Lucia, incansable  caminante de la sierra de Guara, me habló con entusiasmo de este paraje, incluso me facilitó información de cómo llegar. A él le dedico esta entrada. En esta ocasión no hice mucho caso a sus indicaciones, y alargué la ruta, un poco por curiosidad, otro por desconocimiento. Salí del puente de Pedruel. Acertada opción para contemplar no sólo el precioso puente, también para asomarme al Bozacal d'os gatos. Bozacal es un término aragonés que no acierto a asegurar su significado. Primero me inspira el verbo bozar, atascar. Pero también me encuentro la interpretación de Jesús Vázquez, que al estudiar la toponimia del Sobrepuerto dice que bozo podría significar piedra grande (bozacal: lugar de grandes piedras) o depresión entre despeñaderos, lo cual viene que ni pintado para este paraje.Si alguien da más cuenta de este término, sería de agradecer.
Ophrys scolopax
Sea como fuere, sigo el sendero que me conduce a Pedruel, glacis arenoso aprovechado para los cultivos. Afortunada elección puesto que me encuentro con una preciosa orquídea: Ophrys scolopax. Es una de las llamadas  "abejetas". Esas florecillas que simulan el aspecto de las abejas, al parecer para atraerlas y así favorecer la polinización cruzada, al tiempo que les regalan con un festín de néctar. 
El camino es llano y con el agradable sonido del Alcanadre a la vera.


En las proximidades de Pedruel veo la flor e inmaduros frutos de Lunaria annua. Con el tiempo los aplanados frutos irán secándose y tomando el aspecto del pergamino.Alguna vez los hemos visto como elementos florales decorativos .
Lunaria annua
Un poco más adelante, la estrellada flor del Tragopogon porrifolius. Una Compuesta de flor solitaria sobre alto tallo. Tengo noticia de que por las inmediaciones de Barbastro también se da pero no he tenido la suerte de localizarla.
Tragopogon porrifolius
  Al llegar a Pedruel , me encuentro con que me he dejado el mapa en casa. Llevo el GPS , pero no es lo mismo. Mi memoria no está muy fina y no recuerdo por dónde tengo que continuar. No veo a nadie. Miro el GPS y me indica una senda que parte de la calle del Sastre. El rastro conduce hacia donde yo quiero ir, pero...Bueno, siempre hay tiempo para dar la vuelta. El camino no es muy claro, en algunos tramos se desdibuja del todo. 
Ramonda myconi, la "oreja de oso"
El rumbo es bueno, pero no asciende deprisa. Al rato me encuentro sin camino, al final de la Sierra de Arangol, y con la perspectiva de un lapiaz adornado de bojes y escarpines. La vista es buena, pero se puede mejorar. Sé donde tengo que ir por el satélite. Vamos hacia arriba. Amenizan la cuesta plantas calcícolas. En el hueco de una roca, seguramente aprovechando las ocasionales escorrentías, una "oreja de oso" en plena floración. Al tiempo que subo observo la vegetación por si hay alegrías. Boj, boj, boj. Espero que no se espese y me complique seguir subiendo. Agazapada en las mismas rocas una bonita Crucífera, Aethionema saxatile. Las hojas son algo carnosas, el tallo robusto. Las pequeñas flores rosadas ya han empezado a madurar por la parte inferior del tallo y muestran sus semillas aladas, escotadas en el ápice, y redondeadas en la base.
Aethionema saxatilis
La estructura de la sierra de Arangol la conforma una base de roca caliza, de grano muy fino, que ha sufrido el proceso de descomposición por efecto del agua y el CO2. En esta zona, la parte norte de la Sierra, la roca está desnuda, no hay tan apenas cobertura de suelo vegetal, lo que le da un aspecto agreste. Esta descomposición crea estas oquedades, algunas bastante profundas. En ellas se acumula algo de materia orgánica y prosperan los bojes y la flora que tiene asociada.
Superado, al fin, este tramo, ya veo la peña Castillazuala, que se prolonga tras una breve depresión. Aparecen los pastos. El terreno se suaviza. Este espolón promete buenas vistas sobre el valle, y en efecto así es. Rodellar y Cheto aparecen como la única muestra de presencia humana. Agudizando la vista veo la ermita de la Virgen del Castillo, apoyada sobre la roca que se enfrenta al barranco de Andrebot. Detrás la Ciudadela de Mascún y, cuando el sol la ilumina, la Cuca de Bellostas. Frente a mí tengo la pardina de Seral y a su espalda el vallejo de los Moros, con la senda que me llevaría a Nasarre y Otín. En primer término,las paredes del flanco norte de la garganta de Barrasil, por donde discurre el Alcanadre que veo allá 600 metros más abajo.
1. Desde peña Castillazuala, dirección Norte
















Abro la mochila para echar un bocado que llene el estómago, el espíritu ya se está llenando. Allí , plegadito, al fondo, veo el mapa. ¿no me lo había dejado? Bueno, al menos puedo identificar esas peñas de enfrente: Sierra de Lupera, con Tozal de Nasarre y Peña Ruaba como puntos máximos, sucesión de anticlinales que han sido excavados profundamente formando este cañón.
Chaenorhinum origanifolium
Antes de iniciar el regreso rastreo lo que entre las rocas crece.
Chaenorhinum origanifolium aprovecha las fisuras de la caliza para formar pequeños cepellones. Sus pequeñas hojas, parecidas a las del orégano, le han valido el apellido. Las flores son espolonadas.
Decididamente no voy a volver por donde he subido.Mirando hacia el sur se adivina levemente una senda que pasa por una apacible valle elevado.Ahora sí, con el mapa veo que este sería el paso natural, y cómodo, para llegar hasta aquí. Se llama Mallata Pequero, y está custodiado al oeste por Lacuna Alta (1.403 mts). Con el verdor de la primavera aparece como un oasis en medio de estas atormentadas peñas.
2. Mallata Pequero. A la derecha Lacuna Alta, y a la izquierda sierras de Balzez (Balcés) y Rufás
Saponaria ocymoides


Al tiempo que desciendo me encuentro con  ejemplares de Saponaria ocymoides, pequeña "jabonera" que también gusta de los ambientes calizos y bien soleados.
Observo que entre los cantos que hay a su alrededor hay alguno de caliza marrón, con fósiles de nummulites, los "dineretes" que tanto abundan en Guara y nos hablan de su pasado marino.
Más adelante, y a medida que los pastos van ganando terreno, me encuentro con Anthyllis montana. Tiene numerosos foliolos, más de 15 para diferenciarse de su pariente la vulneraria. Las flores agrupadas en capítulos globosos tienen un aspecto sedoso por los numerosos pelos que crecen entre las flores. 
Anthyllis montana

Ya en la Mallata Pequero la cosa cambia radicalmente. Si antes caminar era un tanteo entre piedras y agujeros, ahora el prado amortigua los pasos y se va como por una nube. 
El carácter montano de estos pastos queda patente en la vegetación. Algunos ejemplares de orquídeas empiezan a madurar. Delatan la presencia de humedad suficiente. Se trata de Dactylorhiza sambucina, con las flores de suave color amarillo, labio central con manchas anaranjadas, grueso espolón curvado hacia abajo.
Dactylorhiza sambucina
También por estos prados aparecen ejemplares de una bonita flor rosada, la  Valeriana tuberosa. Sus pequeñas flores agrupadas en cabezuelas globosas salen de un tallo al que se abrazan unas curiosas hojas divididas con lóbulos enfrentados y redondos. Las hojas basales son bien diferentes. Por su nombre intuyo que debe tener una poderosa raíz , pero la dejo tal y como está. 
Valeriana tuberosa
El camino se ha hecho evidente. Ya no hace falta intuir por donde debo caminar. Está claro que la ruta normal de ascenso va por esta vía. Empiezo a planear futuros recorridos que desde el pueblo de Pedruel, por esta vía directa me lleven a Lacuna Alta y al Tozal del Cabezo de Guara. Será un poco calcetinada, pero seguro que valdrá la pena. Siguiendo el mapa estoy al tanto de llegar a lo que llama Cuello Carapuca. No hay pérdida, el camino gira claramente hacia el Este y al poco me veo bajando directamente hacia Pedruel. Desde una de las lazadas del camino se vislumbra una gran panorámica norte sur. Veo a mi izquierda Rodellar, y en frente Las Almunias y los caseríos de Santo Tornil. Detrás la Sierra de Balzez que se extiende de norte a sur hasta que es rota allí donde el río Isuala forma el barranco  del Estrecho, que vemos en el extremo derecho de la fotografía. De fondo queda la sierra de Sevil, comienza a remontar la sierra de Rufás.

3. Sierra de Balzez. Las Almunias de Rodellar















Track de la ruta
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Camino del Pueyo. Aphyllanthes monspeliensis (Chunquetas)

En los ambientes de carrascal encontramos esta bonita liliácea. La vemos formar macizos globosos desde el suelo, de tallos finos  coronados por una o dos flores en el ápice. Aparentemente no tiene hojas. Se han transformado en leves vainas que envuelven al tallo en la base. Como es característico de esta familia de las liliáceas, las flores exhiben el número 6, bien poco habitual.
Chunquetas, xunquetas  se les llama, por el parecido con los juncos. Pienso en los  pastores, oficio de quienes  más cultura botánica tradicional podemos obtener. De ellos será la observación de que las flores son del gusto de las ovejas. Nosotros lo podemos intentar. Llevaremos un nuevo sabor a la boca. Lo haremos comiendo una flor y así probaremos su sabor dulce. Me viene a la memoria otro sabor floral también dulce. De pequeño , cuando iba con la familia a la Virgen del Plano, las acacias que allí había se cargaban de racimos de flores dulces, sabrosas. Ahora no sé si todavía viven aquellas generosas acacias. Hace tiempo que no voy por allí. La última vez se me encogió el corazón al ver la ruina y el abandono que allí se ha establecido. Prefiero conservar el recuerdo de los juegos en sus columpios, de la aventura de pasar por su puente colgante sobre el río Vero.