Camino del Pueyo. Salsola Kali, "capitana"

Salsola kali , hojas y frutos
Hace dos semanas nos deteníamos ante el sisallo para contemplar los frutos alados. No resultará difícil emparentar aquella planta con la "capitana". Frutos similares, también alados y papiráceos. Pero las diferencias nos llevan a una nueva especie.  Salsola kali es planta de tierras extremas y duras. La aridez, el sustrato salino que aportan los yesos, el relieve inexistente, todo esto indica que  estamos ante una planta de pura estepa. Desde los Monegros llega hasta nuestras tierras allí donde se dan cita estas condiciones. Por ello el caminante alargará los pasos hasta el flanco sur de Valcheladas, otrora utilizada como cantera, y en pocos metros vera no sólo como cambia el relieve sino también las formas de vida. Al ser planta adaptada a la sequía extrema tiene las hojas carnosas y bien aplicadas al tallo para economizar recursos. Para defenderse de los herbívoros muestra unas agresivas espinas al final de cada pequeña hoja. Todo en su alrededor es hostilidad, y ella se defiende. Si el caminante tiene ya unos cuantos años, seguro tiene recuerdos de la infancia vinculados con esta planta.  La desolación, la tensión dramática,  quedaban expresados, subliminalmente, en las películas del oeste por el paso fugaz de una mata seca, rodando por la soledad de los polvorientos caminos y poblados del oeste americano. 
En aquella lejana niñez, yo desconocía que se trataba de la Salsola kali, y que esos escenarios naturales nada tenían que ver con tierras de ultramar, y sí de nuestros desiertos almerienses.  También desconocía que  ese rodar por la llanura no es signo de desolación. Al contrario, es estrategia de vida, puesto que es la manera en que la planta, una vez seca y arrancada por el viento, rueda a la vez que dispersa las semillas.Así se convierte en planta precursora en la estepa.
Ahora, a mediados de octubre todavía están verdes las capitanas. Pero cuando se hayan secado iré a verlas. Elegiré un día de suave viento del norte, y al verlas rodar silbaré aquella melodía de Morricone.

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