paseo por las cascadas del Caldarés hacia Bachimaña

El plan era haber recorrido el valle de Acumuer, pero desde Tramacastilla vemos que el tiempo ha cambiado y unas oscuras nubes orográficas cubren Telera desde el Sur.Barajando posibilidades nos decantamos por pasear apaciblemente por el Caldarés y ver las cascadas que desde el Balneario de Panticosa se encuentran mientras se sube al ibón de Bachimaña.



El recorrido del barranco de Bachimaña está dirigido por una fractura que de norte a sur rompe el granito. Desplazamientos verticales en esta fractura forman los enormes escalones sucesivos que forman las distintas plataformas que iremos ascendiendo y que en escala menor se traducen en la formación de saltos de agua de indudable belleza.








Vale la pena abandonar en algunos tramos el camino y , guiados por el fragor del agua, acercarse a las verticales paredes para contemplar la sucesión de gradas.































El granito todavía tiene en la memoria la presencia de los hielos. Formas redondeadas delatan la intensa acción erosiva del glaciar que desde aquí bajaría hacia la cubeta del ibón del Balneario. El río pertenece a la historia geológica reciente de este paraje. Tan apenas ha participado en la formación de este relieve.
































Un brusco ensanchamiento del valle indica que entramos en una cuenca glaciar amplia, de formas suaves y onduladas. Las últimas cascadas se abren en abanicos.

La erosión glaciar, con rocas aborregadas donde todavía se aprecian los surcos lineales de la abrasión producido por un espesor de 500, 600 metros ¿?.
Un nuevo escalón tectónico y nos situamos en una nueva altura. Atrás queda la cubeta glaciar ocupada por el ibón del balneario. Maltratado balneario.
El agua, la agradable temperatura nos anima a continuar el paseo y subir  el tercer escalón, el que supera la última subida antes de llegar al ibón de Bachimaña. Abajo se ve, el encajonamiento que sufre el río por la fractura que se dirige hacia el sur. De izquierda a derecha, otra fractura, la que provocó este declive nos separa de las crestas de Batans y Serrato, donde se intuye la formación de una cuenca glaciar elevada, amplia, que confluiría, precipitándose, con la lengua glaciar de Bachimaña. Al fondo otra cuenca glaciar,  de Brazato.
Ya que estamos aquí, y dado que sobre nuestras cabezas las nubes se rompen, nos acercamos a los ibones de Bachimaña. Aunque los dos represados, su fisonomía delata la acumulación del agua en la intrincada red de fracturas del granito. 
El ibón grande de Bachimaña todavía conserva  parte de su costra de hielo. La nieve es escasa este año.  El nivel de agua está muy por debajo de lo habitual, por lo que se ven más islotes que en otras ocasiones. 

Como no podía ser de otra manera, no sólo roca y agua han sido motivo de esta pequeña excursión. Algunas de las plantas que hemos encontrado, bendita primavera, son las siguientes:
 A juzgar por el tubo cilíndrico , sin ensanchamiento al final, tan apenas ondulado en el margen,  quizá sea Narcissus abcissus,  diferente al N. pseudonarcissus tan frecuente en el Valle de Tena. Lo encontramos en prados soleados, del primer escalón del recorrido, un tanto alejado del camino principal. Y es que cuando hay tiempo y ganas, vale la pena divagar...
Salpicando las fisuras del granito, aprovechando zonas de constante humedad, Primula hirsuta aparece abundantemente durante el recorrido junto a grasillas.

Erinus alpinus también medra al abrigo de estas rocas silíceas, forma coloridos macizos de pequeñas y delicadas flores, contraste absoluto con la sobriedad del granito.
Encaramada a la roca como una consumada escaladora, Cardamine resedifolia es una crucífera pequeñita, de hojas pinnadas algo carnosas. Cualquier leve fisura en la roca sirve de soporte para la colonización orgánica. Líquenes, restos vegetales, algo de nutrientes, y la semilla adecuada completan el milagro.
Nota. José V. Ferrández, siempre atento, me ha advertido del error en la identificación de esta planta. Ahora ya corregida. Mil gracias.
Scilla verna es habitual en aquellos prados que recientemente se han desprendido de la capa de nieve. 






Llano Cheto. Paseo primaveral

Un paseo primaveral hasta Llano Cheto con la única intención de disfrutar del tacto exclusivo de las recientes hojas del haya, escuchar el agua que nos acompaña todo el trayecto y contemplar algunas de las especies botánicas que este rincón pirenaico siempre nos depara. Ahí van algunas fotos.
Cardamine heptaphylla, a la sombra de las hayas en el Paso del Oso
Scilla lilio-hyacinthus. Todavía en flor en la zona más alta del paso del Oso
Scilla lilio-hyacintus, en ocasiones forma comunidades extensas que cubren  la vertical ladera del paso del Oso
un ejemplar de Ranunculus platanifolius con una múltiple corola
Myosotis decumbens, un nomeolvides  que encontramos en pequeños claros del hayedo.
Dactylorhiza sambucina, orquídea  muy frecuente en los pastos primaverales, en este caso de hermosos tonos púrpura

Orchis mascula, en los prados de Llano Cheto.

Prunus padus. Alcanza tamaño de árbol en el Llano Cheto. Su aroma es extraordinario.
Vipera aspis ,  el invierno ya pasó para todos los habitantes del bosque.


camino de El Pueyo. Limodorum abortivum

flores de Limodorum abortivum
La naturaleza tiene esencia cíclica. Ya bien lo observaron los clásicos cuando atribuían al círculo y la esfera el significado de la perfección.
Este sencillo principio se cumple hasta en la más simple pieza del engranaje natural.
La producción de materia viva, de compuestos carbonatados, en ocasiones significa aprovechar los desechos, los detritos. Y es aquí donde intervienen bacterias y alguna que otra planta.
Una más de las orquídeas que pueblan el entorno de El Pueyo, Limodorum abortivum tiene la singularidad de carecer de clorofila.
A diferencia de las otras orquídeas que por aquí observamos, no forma hojas basales verdes. En su lugar, presenta unas hojas lanceoladas bien aplicadas al tallo,  de la misma tonalidad violeta que caracteriza a toda la planta. 
Al no producir clorofila los nutrientes que necesita para sobrevivir los extrae por parasitismo de los hongos micorrícicos que encuentra en los carrascales, en una relación simbiótica  muy específica. Es por tanto una planta saprófita, y como tal indirectamente se alimenta de los desechos de otros seres vivos. Esta forma de vida vegetal, separada de la tiranía de la luz para producir nutrientes mediante la síntesis clorofílica, le permite vivir en  las zonas donde el bosque es más denso. No obstante, de alguna manera la luz debe intervenir en su ciclo vital , como delata que en ocasiones su coloración varía entre el azul pálido y el intenso violeta, hecho relacionado directamente con el grado de exposición a la luz.
La veremos en ocasiones formando grupos bastante numerosos, y como es alta de porte, siempre es una sorpresa cuando caminamos por el interior del bosque o por alguno de esos leves senderos que lo bordean en las inmediaciones del Pueyo. No conozco que se le de nombre común alguno por nuestra tierra. Tampoco sé de que haya sido objeto de algún uso. Su específico abortivum no se refiere a una propiedad específica, sino a la diferencia en la conformación de las hojas dentro de su familia, que al ser como largas placas escamosas, son como abortos  ,mal conformadas hojas  que caracterizan a las orquídeas.  En realidad la naturaleza es sobria: no produce lo que no se necesita. Sabia lección.


Camino de El Pueyo.Jasminum fruticans."jazmín"

A la oscura sombra del olivo crece la fresca mata del jazmín. Los alargados tubos de sus flores abren los labios proyectando como si fuera música el leve aroma de su néctar.
El jazmín está en flor, y con él todos los colores de la primavera que ya está en pleno apogeo.
Único representante en nuestras tierras de la familia de las Oleaceas, forma pequeños matorrales allí donde consigue cobijo en algún quejigo, carrasca o en los centenarios olivos que bordean el camino al Pueyo. Frente al imponente grosor de estos olivos, contrastan las delicadas y flexibles ramillas del jazmín. Esta delicadeza ha sido inspiración de poetas y pintores,quizá embelesados por el suave aroma, la finura de las flores, y la siempre presencia fresca de sus hojas, aunque para ello se fijaron en su pariente, el jazmín que se trajo de oriente y se cultiva en jardines (Jasminum officinale) y que por la palidez  de las flores motivó ser alegoría de la piel y la pureza. Becquer escribía "manos de jazmín" y Lorca "flor de jazmín y toro degollado"
El jazmín, al madurar, produce unos frutos globosos negros, brillantes, que quedan solitarios en las ramillas cuando comienza a perder las hojas.
No es un arbusto que haya tenido secular uso, si no es para agrupar sus ramillas y formar ocasionales escobas.

Castillo Mayor

Como una gigantesca mesa  inclinada, el Castillo Mayor es la antesala de las recias cumbres del Parque Nacional de Ordesa. Mirador excepcional del valle de Escuaín, y hogar de una singular variedad botánica. Escenario del pastoreo pirenaico cuyos cielos surcan buitres y quebrantahuesos.

Como la mañana está fresca debido al nuboso cielo, la ascensión ha sido rápida y cómoda. Veníamos preparados para pasar calor una vez superadas la falda del Castillo Mayor, más boscosa. Ya en el último tramo, mar de rocas, apreciamos la extensión de la gran depresión calcárea denominada el Prado del Cura, donde quedan vestigios del pastoreo secular, así como muestras de su geología karstica que se manifiesta en pequeñas dolinas, algunas aprovechadas para labores pastoriles. Detrás , entre la Peña Montañesa y Sestrales, se extiende en toda su amplitud el valle del Cinca. Al fondo espejea el embalse de Mediano, en tanto alguna cortina de agua se ve caer allá a lo lejos.
















Castillo Mayor es uno de esos mágicos lugares donde los últimos tres metros son capaces de hacernos contener la respiración. Un repentino corte interrumpe la montaña y se precipita hacia Escuaín, que allá abajo se ve asomado a la garganta.Al fondo, cuello Vicenda avisa de la proximidad de Añisclo, y el Circo de Gurrundué demuestra el poder de destrucción del agua y los hielos en la Sierra de las Cutas. Al fondo, como no, Monte Perdido.



























El cañón de Escuaín se alarga y allí aparece Revilla, en la falda de Puntas Verdes. Sus laderas rocosas activan nuestra imaginación  que las hace prolongarse por encima del cañón en suave curva hasta unirse a los cantiles de Castillo Mayor. En nuestra mente forman así las curvas de aquellos anticlinales  y sinclinales que fueron su origen en el nacimiento del Pirineo. Castillo Mayor, un hermoso sinclinal aislado por la garganta que traza el río Yaga.  Las nubes  y las extrañas luces dificultan la visión sobre Cotiella y Posets. Pero allí están todavía con abundante nieve.

















La ruta discurre siempre por la solana, en los primeros tramos protegido por un bosquete mixto con quejigos, boj, algunas hayas donde se acentúa la humedad. Algunas plantas que hemos encontrado por el camino:
Polygala calcarea



En este primer tramo abundan las pequeñas cazoletas, Narcissus assoanus, punteando de amarillo el camino. También vemos las hojas de Lilium martagon, pero todavía les falta mucho para florecer.

Thlaspi caerulens

Iberis amara






























Potentilla neumanniana
El terreno se va volviendo cada vez más árido y rocoso, la vegetación arbórea va siendo cada vez más escasa. Aparece algún pequeño prado, etapas de ramoneo en la ascensión del ganado hasta el Prado del Cura.

Paronychia kapela  spp.serpyllifolia













Anthyllis montana

Hippocrepis comosa
Barbarea intermedia






















Ya en la zona de pastoreo de El Prado del Cura, lugar herboso, descubrimos que la primavera está en sus inicios. Lo que más abunda en este momento es el pálido narciso Narcissus alpestris y Euphorbia cyparissias, que también se adentra en el dominio rocoso que constituye la parte final del trayecto.
Narcissus alpestris






























Euphorbia cyparissias















Acer opalus













Ya en los últimos metros sorprende el desafío de varios solitarios árboles que han hecho su hueco entre el lapiaz. Todavía no han sacado las hojas. Su esquelético porte invernal acentúa la dureza de su empeño.
De vez en cuando, en  un respiro entre tanta roca aparece una tierna prímula.

Primula veris
















Pulsatilla alpina



























Casi junto al vértice geodésico que marca la cima de Castillo Mayor, una pulsátila nos recuerda la reciente retirada de la nieve.











Datos de la ruta:

Fecha 12 de Mayo de 2012

Punto de partida  1.280 mts. Camino de la Montaña de Sensa, Entre Puértolas y Bestué.

Altura cima . 2.020 mts

Camino de El Pueyo. Orchis purpurea


 Esta vistosa orquídea ocupa taludes sombreados por las carrascas. Necesita frescor y un cierto grado de humedad, por lo que en El Pueyo sólo las vemos en las laderas norte donde alguna escorrentía primaveral permite que se desarrollen.

Es de alto porte, sobre los 30 o 40 centímetros, aunque en condiciones muy favorables puede hacerse mucho mayor. Las flores se disponen en un apretado racimo.
Si sorprende a simple vista por su tamaño, más atractiva es a corta distancia. Las pequeñas flores  presentan un labelo colgante, blanco con el margen púrpura, y manchas glandulosas del mismo color. Este labelo, dividido en varios lóbulos, más los demás sépalos y pétalos que convergen en la parte superior, forman un conjunto que se  asemeja a un grotesco hombrecillo que viste pantalones anchos y amplio sombrero.
Uno de los aspectos que me fascinan de las orquídeas está en el subsuelo. Estas plantas son consideradas dentro de las más evolucionadas del reino vegetal. Sin embargo para prosperar dependen de las complejas asociaciones biológicas que se producen bajo tierra con hongos específicos que permiten la viabilidad de los nuevos individuos. Literalmente, si el microscópico hongo no está en el suelo, la orquídea no se desarrolla.


A Orchis purpurea la podremos encontrar también si nos acercamos al Prepirineo, e incluso en pleno Pirineo. En esos enclaves indicará zonas de mayor insolación y sequedad, precisamente las características que en el entorno de el Pueyo no faltan y nos permiten contemplarla, si bien aquí es tan escasa que nos obliga a extremar el cuidado para no perturbar el espacio ecológico en el que habita.













Camino de El Pueyo. Ornithogalum umbellatum."leche de gallina"

Al comienzo del camino viejo que conduce al Pueyo, pasada una granja  precedida por unas hermosas nogueras en su entrada, hay un campo plano a mano izquierda que termina donde una cruz calvario y comienza la subida hacia el canal y los depósitos de agua. En este campo, yermo los más de los años, crece esta bonita liliácea de flores blancas en el interior y  bandas verdes en el exterior.
La umbela de flores sale directamente de un bulbo, así como algunas hojas estrechas y largas, que tempranamente se marchitan.
El reloj biológico de estas flores está acompasado con la llegada de la época de más lluvias y la retirada de los fríos. En algún momento de la evolución de la plantas hubo de desarrollarse esta estrategia que exponen las plantas de bulbo. Las plantas de bulbo parece que escasean allí donde los fríos se alargan, o donde la insolación ocupa muchos meses del año. Adaptadas a los climas templados, eligen el momento de suficiente iluminación y abundante agua para desarrollar, a partir de las hojas subterráneas del bulbo, aquellas hojas que formarán los tallos floridos y las hojas externas. Tiene que hacerse rápido, en el momento en que más agua y sol se disponga para , con las hojas al sol, volver a acumular reservas en las hojas del bulbo. Si el balance energético es suficientemente generoso,  formará además pequeños bulbillos que complementan su sistema reproductivo.
Flor de Ornithogalum umbellatum. El número 3 como esquema de composición
Aunque sus cebolletas se comen, y parece ser que son diuréticas y laxantes, no he dado con ningún nombre usual que difiera del común castellano "leche de gallina". Tan peculiar nombre me queda aclarado con una cita que Pío Font Quer recoge en su Dioscórides renovado y que atribuye a Andrés Laguna, aquel médico español del siglo XVI que trasladó al castellano el tratado de medicina del griego Dioscórides. Así, en la cita de Laguna se escribe: "cuádrale muy bien aquel nombre , orithogalon (que quiere decir leche de gallina), a esta planta, pues cuasi tan rara es de hallar como la mesma leche".
Leal caminante, si para Laguna el ornitogalo era raro de hallar, te animo a que lo busques donde te indico e incluyas esta planta entre tus habituales de  primavera.