Camino de El Pueyo. Juniperus phoenicea. Sabina negral

Gálbulos de Juniperus phoenicea
Cuando paseamos por el entorno de El Pueyo, es frecuente encontrarse con carrascas, coscojas, algún quejigo, y muchos chinebros. Pariente de éstos últimos es la sabina negral. También de la familia de las Cupressaceae, comparte el mismo género Juniperus.
La gran diferencia está marcada en las hojas. La sabina tiene hojas en forma de escama, muy pequeñas y dispuestas  de manera que se acoplan una sobre otra como un tejado. Adaptación magnífica para minimizar la exposición al sol, la pérdida de humedad y así resistir los tórridos veranos. Se entenderá que sea una especie que encontremos en los lugares más soleados. El que quiera alargar un poco el camino por el Pueyo, tendrá ocasión de ver bonitos ejemplares de sabina negral si se aproxima a las canteras de Valcheladas. 
Sabina negral en lo alto de Valcheladas
En la ladera soleada y también cubriendo la parte superior rocosa de este enclave el caminante podrá ver dispersas sabinas que tanto crecen verticales en suelos fértiles, como creando tortuosas formas en aquellas que viven agarradas a las rocas calizas de este lugar.

Es la sabina negral árbol de pequeño porte, a veces parece arbusto. Si se la deja medrar podrá llegar a los 6 metros ( en las abandonadas canteras están creciendo ejemplares bien robustos). En el mismo pie encontraremos flores masculinas que florecen ahora en invierno, y que presentan el aspecto de pequeñas escamas al final de ramillas. El polen que producen deberá depositarse en los conos femeninos produciendo así unos lulos marrones color teja, muy similares a los del chinebro, y que madurarán al segundo año. El color de estos frutos diferencia a esta sabina de otra que pudiera encontrarse por este territorio. 
flores masculinas de Juniperus phoenicea
Hace un tiempo mi amigo José Vicente Ferrández me motivó en la búsqueda de sabinas albares por este entorno. Esta otra sabina , Juniperus thurifera, es propia de las zonas monegrinas, y tiene entre otras diferencias la peculiaridad de producir los frutos de color azulado. De momento la búsqueda ha sido infructuosa, pero siempre es una buena excusa para coger la bicicleta y dar vueltas por las pistas que unen el Pueyo con Peraltilla. Una tercera sabina tenemos en la montaña,  de porte rastrero, es Juniperus sabina  de la que he visto hermosos ejemplares en las laderas de La Cochata de Escarrilla, y en las laderas de Ibonciecho.
La madera de las sabinas, como sucede con los chinebros es dura e imputrescible  y ajena a la carcoma (cortándola en mengua)  . Con los gálbulos (lulos) se practicaba un remedio curativo contra las verrugas que tiene que ver con lo mágico, pues se hacía lanzando sobre el hombro una novena de frutos sobre el hombro, y no mirando nunca hacia atrás, práctica esta repetida con  frutos de otras plantas  que  se asemejan de alguna manera las verrugas. Quizá sea una extensión del uso más científico de su aceite que sí tiene el poder de exfoliar y suavizar la piel, eso sí utilizándolo externamente.Usado internamente se ha utilizado como  abortiva. Como todas las cupresaceas, al frotar las ramillas y hojas desprende un agradable aroma resinoso.  Esta resina permite la elaboración de alquitrán. En el norte de Africa se hace un alquitrán de sabina que se utiliza para decoración en cerámicas.  Hace unos días, paseando por las proximidades del Puente de los Pecadores de Gistaín, me enteré de que en ese valle usaban los gálbulos del enebro, rallados, para uso como condimento de cocina. 



Invernal Collado de L'iou

Hace dos años coloqué en este blog unas panorámicas desde este mismo collado. En esta ocasión vuelvo al mismo lugar acompañado de parte de mi familia, y completo aquel reportaje  con nuevas panorámicas que en aquella ocasión no realicé.




La jornada de ayer estuvo marcada por el fuerte viento. Gran parte de la nieve que cayó el miércoles se ha ido de las laderas. En cambio, en las zonas protegidas, situadas a sotavento, la nieve se ha acumulado formando estos "merengues".








Tanto con raquetas como con los esquís es una delicia moverse por estas laderas, disfrutando de los diversos estados de la nieve.













El flanco oeste del Portalet d'Aneou
 La gave de Bious desde el Collado de L'iou
 El pico Midi d'Ossau muestra sus dos cimas rocosas, a la derecha el Peyreguet
 Diego, Alicia, Marisol y yo


Portal de la Cunarda

Hemos partido desde Colungo, ahora que buscamos algo de calor, para recorrer este paisaje que en verano debe ser todo un tormento. Sucede con Guara que en algunos de sus rincones recompensa la aridez del trayecto con un paraje soprendente y plenamente gratificante. El portal de la Cunarda no es excepción, poco a poco se van dejando atrás los espacios humanizados para internarse en un terreno salvaje que culmina en el fantástico arco geológico que domina el barranco de Fornocal.

Las verticales paredes del barranco de Fornocal rompen el redondeado paisaje, el camino va ganando altura suavemente para evitar los barrancos laterales.


























Al norte, se aprecia la entrada de un nuevo frente frío que comienza a cubrir el Pirineo. Tan apenas se aprecian las Tres Sorores.






















Tras rodear el barranco Baricolla, en un giro del camino surge el Portal de la Cunarda. Ventanal abierto por la erosión diferencial, testigo de primitivos lechos fluviales erosionados en las calizas de Guara.
El camino transcurre por un denso bosquete de carrascas, coscojas y sabinas negrales, de vez en cuando aparece alguna alborzera mostrando las flores.

El camino está bien marcado y no cuesta llegar hasta el mismo portal. Visto de cerca se aprecia cómo se han formado capas de caliza disuelta que revocan la estructura del arco.
Un pequeño helecho, Asplenium ruta-muraria, muestra el envés de los frondes cubiertos por los soros que ya han debido expulsar las esporas.

La endémica Petrocoptis guarensis se agarra a las paredes del arco. Hay un buen número de ellas en los extraplomos superiores del arco.

Otra rupícola, valeriana longiflora se agrupa formando un denso cojinete.A su alrededor se aprecia la costra de cal  disuelta y precipitada.

El conjunto de plantas adaptadas a la roca caliza lo completan las tres especies siguientes, todas ellas bajo el portal de la Cunarda.
La primera esta pequeña Papaverácea, Sarcocapnos enneaphylla

Potentilla caulescens, rosácea especializada en terrenos básicos, aquí bien situada en un pequeño rezumadero  de la propia pared, que el deshielo matinal se encarga de mantener húmedo.

El ombligo de Venus, Umbilicus rupestris, en zona resguardada y no expuesta al sol. Muestra, ya secos, los tallos de las inflorescencias.

Una sensación especial se siente al ponerse al abrigo del Portal. 























La vuelta la realizamos siguiendo el trazado de la pista de Suelves. Esto nos permite contemplar, con las últimas luces de la tarde, parte del Somontano, y la silueta  de El Pueyo.

Camino de El Pueyo. Reseda phyteuma y Reseda lutea

No se pueden tener ideas preconcebidas. Este día de noviembre está gris y tengo la sensación de que el rápido  paseo hacia El Pueyo que me he propuesto hacer hoy no pueda deparar mucho. Está todo pardo y gris. A la vuelta de una curva, un aroma de hojas fermentadas me obliga a mirar hacia arriba. El litonero presenta sus amarillas hojas. Su olor es único, afrutado, terroso, refrescante. Varias profundas inspiraciones y sigo adelante con otro humor.  En el tronco de un almendro brilla un tenue color  ámbar. Una lágrima de resina se ha secado. Está todavía tierna, aún conserva un poco de sabor. Al trasluz la resina se ilumina mágicamente, adquiere vida mineral. Veo un retoño de cerollero. Apenas dos palmos. Aunque pequeño concentra en sus aserradas hojas los tonos del otoño, rojos y granates. Alguna bandada de pajarillos vuela entre los olivos. En las márgenes del camino todavía se puede ver alguna pequeña flor, entre ellas las resedas.
Reseda phyteuma
Reseda phyteuma es una pequeña planta que vive en suelos pobres, eriales, barbechos, incluso donde se presenta el yeso. De la familia de las resedáceas, dispone las flores en racimos cilíndricos cortos. Estas flores son hexámeras, con los pétalos pequeños y profundamente divididos, de color blanco, muy vistosos, aunque para apreciarlos será preciso que el caminante no tenga reparos en acercarse al suelo. Es planta que tiende a arrastrarse, elevando solamente las sumidades floridas.
Los frutos, globosos,  quedan colgando.




Reseda lutea



Reseda lutea  forma verticales racimos floridos, curvados en la base, de flores amarillo pálido como su nombre específico indica. Mayor en el porte que la anterior , aunque algo más pequeñas cada una de las flores.
Es una planta que podemos encontrar acompañándonos en los caminos de toda la provincia, pues gusta de las cunetas, colonizando las roturas de los montes  hechas para hacer caminos y pistas.
Reseda lutea

camino de El Pueyo. Hinojo, fenojo. "Foeniculum vulgare"

flores de Foeniculum vulgare
 Aunque archiconocido, no por ello el hinojo  debe quedar fuera de esta relación de plantas que encontramos camino de El Pueyo de Barbastro.
Es planta de la familia de las umbelíferas que desarrolla varas altas, incluso de más de metro y medio si las condiciones son favorables. Sus hojas son lineales, divididas. Las flores, pequeñas y amarillas se agrupan en umbelas dobles.
Al madurar produce semillas con aristas, parecidas en forma y sabor al anís. Aunque dulces al principio amargan un poco después.
Hojas de hinojo, con algún brote tierno
Ha sido planta muy utilizada: Los brotes tiernos de principios de primavera son sabrosos en ensalada. Sus semillas tomadas en infusión arreglan trastornos intestinales, y el baño en los ojos previene de oftalmias. Tanta fama tuvo en tiempos pasados que fue cultivada y exportada. Pío Font Quer relata en su obra "Dioscórides renovado" que se llevó  a Centroeuropa e incluso a la pampa argentina donde todavía se le tiene en gran aprecio. Estas migraciones de las plantas me lleva a otro uso del fenojo, que es en el aliño de los frutos de un árbol importado: el olivo.
Curiosa querencia tienen las caracolas a encaramarse ,cuando llega el frío,
a las ramas de hinojo.
Recuerdo que para estas fechas mi padre realizaba la operación de aliño de las olivas. Previamente las había "matado" con una novena de aclarados en agua y con una salmuera hecha en  proporción de agua y sal hasta que flotaba un huevo. Una vez "matado" las olivas, comenzaba la operación de darles gusto. En este momento entraba en juego el fenojo, convenientemente cortadas las ramas, formando hatillos junto con otra aromática reina de nuestras cocinas, el tomillo.
Rara es la vez que al pasar junto a un hinojo no tome una pequeña hoja y me la lleve a la boca. Su sabor me estimula los recuerdos.



Ripareta de Añisclo

El último domingo de octubre, dimos un paseo por el valle de Añisclo con intención de contemplar el avance del otoño. Todavía no estaban las hayas en su pleno esplendor de colores otoñales, pero aún así la jornada mereció unas cuantas fotos que son las que presento a continuación.

De izquierda a derecha: Mila, Marina, Ana, Marisol, Juan, Ricardo, Lorenzo.








Hace dos años estuvimos por aquí Marisol y yo, llegamos a la Ripareta cuando todavía le daba el sol , esta es la fotografía que saqué aquel día.

Aunque era por las mismas fechas, en aquella ocasión las hayas estaban a punto


Pico Tres Hombres

La montaña comienza su  letargo otoñal. El pico Tres Hombres, en el corazón del dominio esquiable de Formigal está ahora inusualmente tranquilo. Dentro de nada, en cuanto la nieve caiga y los remontes de las pistas comiencen a funcionar, todo a su alrededor cambiará , como si fuera un parque de atracciones.
Ahora podemos caminar por sus laderas sin apenas encontrarnos con nadie. Aún se oyen esquilas del ganado que pasta por las laderas de Tosquera y Tarmañones. Como es un pico fácil y cómodo, optamos por hacer una pequeña ruta circular, subiendo primero directamente  desde el aparcamiento de "Sextas" por los pastos de las faldas de Tres Hombres y bajando por el bosque de hayas que viste de otoño el barranco Furco.
Altitud punto de partida: 1.500mts
Altitud Pico Tres Hombres: 2.271mts.
fecha: 13 octubre 2.012


 Hemos evitado lo más posible la pista que sube a las plataformas superiores de los telesillas, superadas las laderas herbosas, llegamos al collado de Condiana tras el cual se abre un vallecillo subsidiario del amplio valle glaciar de Lana Mayor. Detrás la punta de Condiana, y de fondo la silueta de la Sierra de la Partacua.























Una prolongada linea de lomas conforma la Sierra Condiana en la que dos son los hitos mayores: Tres Hombres y Tres Huegas. De fondo Balaitus, Arrieles, Infiernos...
















Desde la vecina Francia  monta guardia , cercado de brumas, el Midi d'Ossau























Hacia el oeste, la barrera rocosa de la Sierra de la Partacua en toda su extensión. Desde esta privilegiada atalaya contemplamos la amplitud del collado de Bucuesa , y aunque la luz del sol nos dificulta el detalle, al menos apreciamos las torturadas siluetas que forman esta sierra, por lo que merece la pena ponerles nombre.


















La vuelta la realizamos por el otoñal bosque de hayas de Sallent, que despliega toda su paleta de colores.

Camino de El Pueyo. Tribulus terrestris. "abrojo"

Abrojo. Flor de Tribulus terrestris
El abrojo es una planta rastrera, propia de climas cálidos,  que crece en terrenos duros, compactados. La podremos ver fácilmente en la proximidad de Barbastro, junto a la cruz calvario de Santa Bárbara.
La flor tiene simetría radial, con cinco pétalos pequeños pero de llamativo amarillo. 
Fruto del abrojo
Las hojas  son paripinnadas, esto es  que están divididas en segmentos enfrentados en número par. Observadas con detenimiento veremos  el margen recubierto de enhiestos pelos blancos. Es la única especie perteneciente a la familia de las Zygophyllaceae que podremos ver de forma natural por estas tierras de Barbastro.
El fruto es quizá lo más característico de esta planta y  que justifica su nombre. Está provisto de  gruesas espinas, y debido a su forma poligonal, sea cual fuere la posición que adopte al caer en el suelo siempre presenta alguna espina dispuesta a dejar atribulado a quien con estas potentes defensas hiera. Los antiguos romanos tuvieron en estas semillas un buen ejemplo para el diseño de una de sus armas defensivas, el tribulus, consistente en unos trípodes pequeños de hierro terminados en aguzadas puntas que dispersaban por el suelo y así evitar que en los asaltos y asedios los caballos del enemigo se movieran con facilidad. Durante el  asedio que los galos hicieron a la conquistada Alesia se sabe que Julio Cesar utilizó con frecuencia  esta precursora de las minas de tierra.
Una polémica reciente envuelve a esta planta y la supuesta virtud de estimular la producción de testosterona, por lo que es utilizada por quienes quieren acelerar sus rendimientos deportivos. Por más que los estudios clínicos desmienten esta virtud, e incluso avisan de posibles efectos perjudiciales, la venta de productos con esencia de abrojo no disminuye.



Camino de El Pueyo. Psoralea bituminosa

Planta de largo recorrido vital, ya nos acompaña en primavera mostrando las inflorescencias y se alargará su presencia hasta bien entrado noviembre, si las heladas tardan en llegar. Es propia de carrascales, vías rurales, taludes. Como fiel perteneciente a la familia de las Leguminosas, ayuda a fijar el nitrógeno en el suelo  y también es una eficaz regeneradora de suelo. En este sentido cabría recordar la lenta y eficaz transformación que los suelos van experimentando por intervención de la vegetación. Muchas veces olvidamos la dependencia que tenemos del  reino vegetal. Cuando observamos un suelo que muestra sólo su capa mineral   usamos la palabra "desolado" ,sin suelo. El Diccionario de la Real Academia da como sinónimos: triste, inhóspito, desierto. En un proceso que  combina la química, la física y la biología, la materia mineral se convierte en orgánica a través de las plantas. El ciclo del carbono se une con el ciclo mineral y se constituye el suelo orgánico. El suelo orgánico es sinónimo de fertilidad, de vida. 
Psoralea bituminosa transmite algo de ese elemento mineral a través del olor. Frotando las hojas percibiremos un fuerte aroma a betún. De allí su nombre específico. Linneo la llamó  con redundancia  Bituminaria bituminosa.