El museo geológico minero de Madrid y las Rhynias

Hace unos días tuve la ocasión de visitar el museo del Instituto Geológico Minero de España instalado en Madrid. Además de su excepcional arquitectura y la abundante colección de rocas, minerales y fósiles, me llamó la atención la vitrina en la que aparece un fósil de Rhynias.
Ya sé que en el imaginario colectivo la palabra fósil trae a la mente la figura de grandes lagartos, mamíferos desaparecidos o moluscos marinos procedentes de lejanísimos tiempos. Como siempre, el mundo vegetal pasa desapercibido. La idea de lo primitivo sólo trae a la imaginación sangrientas cacerías o enfrentamientos entre seres gigantes,  los documentales sobre el pasado remoto  nos presentan a los animales  moviéndose al ritmo de sincopadas músicas. El mundo vegetal, si aparece, es un mero escenario.
Sin embargo, la evolución de la vida en el planeta Tierra sería muy diferente si las plantas no hubieran colonizado la tierra emergida. Este transcendental paso lo hicieron primero los musgos hace unos 600 millones de años y  200 millones después unos primitivos vegetales, aunque ya poseedores de un sistema vascular, que los paleobotánicos clasifican en el género de las Rhynias, vegetales pertenecientes a la familia de las Pteridofitas, en la que están incluidos helechos y equisetos que aparecieron hace unos 300 millones de años. Cuesta imaginarse la superficie terrestre sin el color verde al que tanto estamos acostumbrados. Incluso en el desierto, en las calcinadas rocas volcánicas o en las rocas desgastadas por los glaciares, encontramos plantas evolucionadas que colonizan con rapidez estos inhóspitos parajes. Qué espectáculo desolador tendría la Tierra antes de que estas primitivas plantas comenzaran a tapizar de verde.  Miro al exterior desde mi ventana y retraso con la imaginación el reloj de la Tierra hasta imaginarme el paisaje que se extiende ante mí transformado en un lugar donde sólo existen los colores minerales. Qué mundo tan extraño. Adelanto el reloj hasta que aparecen las Rhynias, sitúo después bosques de helechos y equisetos gigantes. Todavía tengo que ajustar este reloj algo más de un centenar de millones de años para que aparezcan las primeras flores con su variedad de colores.  Qué pequeña es nuestra era, la de los humanos, ante tal inmensidad.

Punta Tres Güegas

25 de julio de 2019. La Punta Tres Güegas es un modesto pico en altura (2.303m), pasa desapercibido desde los picos que tiene alrededor, que son de formas más agrestes, y tienen nombres más originales, porque picos Tres Güegas hay unos cuantos en el Pirineo. Güega, en aragonés: frontera, límite, muga. En el caso de la Punta Tres Güegas, extremo occidental de la sierra Condiana, sirve de vértice donde confluyen la canal de Izas, el valle  de Lana Mayor, y el barranco de los Campos de Troya. 

Partimos del aparcamiento Sestas del complejo de esquí de Formigal. No es la ruta más recomendable, si se mira desde el punto de vista paisajístico, ya que deberemos atravesar todo el espacio esquiable con sus numerosas alteraciones. Más interesante es desde el embalse de Tramacastilla, pero como todo hay que verlo...

Evitamos la aburrida carretera que lleva al aparcamiento de Sarrios, y en su lugar, con intuición caminamos por la tasca, siguiendo los barranquillos que bajan del valle...

Los refugios y rediles nos recuerdan que antes que el esquí estuvo el ganado. Todavía recorren estos pastos rebaños de vacas y ovejas, aunque los refugios están en desuso.

Punta Tres Güegas se muestra pronto, como loma redondeada que cierra el valle. En contraste, La Punta Escarra enseña sus paredes verticales y descarnadas. 

Mirando hacia el norte, tenemos una buena perspectiva del Puerto Viejo de Sallent, a su izquierda el Pico de Sallent (Estremère para los franceses) y ya en el país vecino el Midi d'Ossau.

El camino hasta la cima no tiene gran interés paisajístico, las torres de arrastre de los telesillas y la pista que lleva al collado hacen desmerecer el lugar. Nos distraemos mirando la flora que se mantiene en regatos y retazos de pasto. A medida que tomamos altura, los pastos están más frescos y muestran algunas interesantes plantas. En este caso un hipérico (Hypericum richeri subsp. burseri), planta de pastizales alpinos, con grandes pétalos punteados de vesículas negras y hojas redondeadas.


Una  dedalera (Digitalis purpurea) que no ha desplegado los habituales colores púrpura y presenta sus racimos de flores albinas.

Dianthus benearnensis es uno de esos clavelillos de montaña que motean los pastos soleados y pedregosos.

Pedicularis mixta, se acerca a los lugares más húmedos.

Los suelos removidos para la contrucción y mantenimiento de las pistas favorecen la aparición de Omalotheca sylvatica formando poblaciones numerosas.


La acedera, Rumex scutatus, hojitas tiernas para alegrar una ensalada.
La flor de la acedera.


Llegados al collado de Izas que separa la Punta Tres Güegas del Pico Royo, por fin nuestros ojos se despegan del suelo para contemplar un paisaje de calidad. La Canal de Izas se despliega a nuestros pies y nos dirige la mirada hacia los picos que rodean Canfranc 

Ampliando el foco de la cámara hasta completar 180 grados vemos el desarrollo de la Canal de Izas, con Punta Escarra y la Pala de Ip que vigilan la vertiente sur (izquierda de la fotografía) y el Pico Arroyetas, teñido de rojo ( a la derecha). El valle se prolonga sinuosamente hasta encontrarse con el valle del Aragón que se intuye en las montañas de Canfranc al fondo.
Desde el collado de Izas hasta la cima de la Punta Tres Güegas es fácil.  Al otro lado del collado el pico Royo , el pico Culibillas y el pico Arroyetas. En este último se aprecian mejor las tonalidades rojizas de las areniscas y arcillas del permotrías que tan maravillosamente dan color a esta zona del valle del Alto Gállego.

 La naturaleza ácida de los suelos pizarrosos que forman la Punta Tres Güegas permiten que crezca Galeopsis pyrenaica, en las gleras semifijadas de la cresta.

Geranium cinereum abunda

Cuanto más ascendemos más efecto tiene la gelifracción del suelo en invierno, es el lugar donde prospera Campanula  scheuchzeri

A veces acompañada de Solidago virgaurea

Llegados a la cima podemos mirar el valle Lana Mayor. En primer término el pequeño ibón de la Sierra, al pie de la Peña Calcín. Más lejos se ve el embalse de Tramacastilla o de Las Paúles. Una alternativa atractiva para subir a Tres Güegas es desde este embalse, siguiendo por el rincón de Arbenuso hasta llegar a la cordal que desde el sur llega a esta cumbre. 
Ibón de la Sierra, Peña Calcín y de fondo la Sierra de la Partacua 

Punta Escarra

Pala de Ip

Pico  Arroyetas. La observación de los estratos que forman este pico nos muestra pliegues tumbados con la charnela en ángulo agudo, así como fallas que muestran discontinuidades en las bandas de los estratos.

Espergularia rubra 
 Aunque de flor diminuta, es interesante dedicarle unos minutos para verla con la lupa.

Scleranthus uncinatus , debido a su rareza en el Pirineo, es quizá la especie más interesante que hemos localizado en el lomo que forma este pico. Las flores, verdosas, tienen los sépalos ganchudos.

Silene rupestris, muy delicada flor en un paraje tan inhóspito.

Sempervivum arachnoideum, una siempreviva que abunda en el crestón pizarroso que une punta Tres Güegas con Tres Hombres. 

Desde la cima, miramos parte del recorrido. 

Balaitus es el gigante que domina este panorama.

Emprendemos la vuelta siguiendo la larga cresta que corre paralela al valle, volveremos como hemos subido, salvando barrancos y tascas guiados por la intuición y enlazando las trochas que el ganado ha abierto.

Track de la ruta en 



Powered by Wikiloc