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Plana Cuasta

3 de noviembre de 2018.    Plana Cuasta es un estupendo mirador situado en el gozne de entrada a los valles de Ordesa y de Bujaruelo. Llegar hasta aquí es arduo si no se dispone de permiso del ayuntamiento de Torla para transitar por la pista que lleva al refugio de control de incendios situado en el mismo collado.
Desde Torla parten caminos que salvan 900 metros de desnivel hasta encontrar la pista y así llegar al collado de Plana Cuasta, otra posibilidad es comenzar a caminar en Bujaruelo, desde el puente de santa Elena. La tercera opción es partir de la ermita de san Miguel, cerca de Fragen y seguir la ancha pista durante once kilómetros. 


Nosotros hemos optado esta vez por la pista, que nace junto a la carretera nacional, a un kilómetro de Fragen en dirección a Broto. El Pelopín está ya nevado y hemos visto coches aparcados junto al túnel de Cotefablo. Sin duda excursionistas que optan por aprovechar las primeras y tempranas nieves de este año.

La pista pasa junto a la ermita dedicada a san Miguel. Allí se puede dejar el coche. El manzano que acompaña a la ermita luce el colorido de las sabrosas manzanas de la montaña.

La altura a la que se encuentra la pista nos permite disfrutar de una panorámica sobre el valle del Ara a su paso por Broto. Contemplamos la perfecta formación del valle de origen glaciar, con fondo plano, que llega hasta Sarvisé y Planduviar.
Caminar por la pista sería monótono de no aparecer la barrera rocosa de Mondarruego y Punta Narronal, que flanquean el norte del valle de Ordesa. A sus pies la puerta de entrada al valle, entalle vertical en la roca creado por el paso del glaciar.


A 1.650 m , sobre los pastos que dan al mediodía, una paridera continúa activa dando vida ganadera a estos montes.

Materiales característicos del Flysch construyen la sierra que estamos recorriendo de sur a norte. Su composición a base de areniscas y margas se traducen en formas suaves y redondeadas, preludio de las crestas verticales situadas más al norte.

Un claro del bosque nos permite ver Torla bajo nuestros pies.

A medida que avanzamos hacia el norte, el valle de Ordesa empieza a mostrarse. A pesar de lo avanzado del día, las sombras se extienden  por el fondo del valle. La cresta de Diazas, a la derecha, traza sus singulares curvas allí donde el relieve en cuesta del sur termina en un abrupto precipicio. En la vertiente opuesta del valle, el Tozal del Mallo recibe los rayos solares que iluminan su pared, y más allá se adivina el circo de Cotatuero.

Desde esta posición observamos el giro de 90 grados que sufre el valle, para tomar ya decididamente dirección sur. Los pliegues tumbados que aparecen en bajas cotas, a un lado y otro del valle nos informan del manto de corrimiento, formado por materiales calizos que hasta aquí cabalgan y se comprimen.
Miramos hacia atrás y vemos el recorrido de la pista atravesando el bosque. El valle del Ara queda semioculto.
El último kilómetro antes de llegar al collado está trazado sobre un pacino que mantiene helada la temprana nieve caída este otoño. El trazado de la pista sigue la curva del barranco para luego girar hacia el este  y subir lentamente hasta el collado.
Una vez en el collado se despliegan ante nosotros la sierra de Tendenera, en su tramo más oriental, dominado por la Peña de Otal, también llamada Peña Arañonera.  A la izquierda, bien cubierto de nieve el Tozal de las Comas.

Delante de la Peña de Otal está el pico Fenés, el cual prolonga su lomo rocoso que desciende hasta el valle de Bujaruelo

La posibilidad de mejorar las vistas nos anima a remontar las lomas que se extienden a nuestra izquierda, en dirección al Tozal de las Comas, aunque sabemos que por esta vez no podremos alcanzar su cumbre.

Un primer plan era acercarnos al morro que se asoma al valle de Ordesa, pero un guarda del Seprona nos ha pedido que no nos acerquemos puesto que están vigilando un quebrantahuesos herido y no es conveniente que se altere con el paso de personas. No hay problema, vamos en dirección contraria.Subimos unos doscientos metros más siguiendo el lomo de la sierra.Abajo quedan los edificios de control forestal.

Con la altura mejoramos la posición.

También hacia el sur gozamos de una buena perspectiva.

El valle de Bujaruelo domina una amplia panorámica. El tramo próximo al puente de San Nicolás se ve a lo lejos, bajo Bernatuara. A la izquierda el Vignemale/Comachibosa marca la diferencia con su colosal altura.
Más en detalle el macizo de Comachibosa.


A continuación del Comachibosa, la sierra de Sandaruelo, con los picos Lourdes, Cardal.

En este sector, domina el Bernatuara, en el centro, y a su custado Soum Blanc des Specières. Debajo las pequeñas edificaciones de San Nicolás de Bujaruelo y las torres de alta tensión que marcan el camino hacia el collado de Bujaruelo.


Dedicamos los últimos momentos a contemplar de nuevo el valle de Ordesa, y cómo las sombras se van extendiendo, con el atardecer por las laderas del bosque de Cotatuero. El Tozal del Mallo y la Faja de las Flores quedan resaltados con el blanco de la nieve.

Para nosotros ha sido un descubrimiento esta nueva perspectiva sobre Ordesa y Bujaruelo, y con los pasos de regreso comenzamos a planear la próxima vez que volvamos, ya que este lugar merece mayor dedicación.

El track con los detalles de la ruta los encontraréis en
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/plana-cuasta-30543210



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Valle de Bujaruelo. Desde el puente de San Nicolás hasta la cabaña del Cerbillonar

Para hacer aprecio al otoño que se acaba de desperezar en nuestros montes, hemos dado un paseo por el valle de Bujaruelo.   En estas fechas, el protagonista es el colorido de los árboles. El valle se cubre con las tonalidades cálidas otoñales, siempre acompañadas por el  rumor del río Ara y la transparencia de sus aguas.


El puente de San Nicolás da paso a una amplia ripara donde el agua remolonea. Se diría que el río descansa en este apacible llano después de bajar encajado en barrancos y brincar por los peldaños de roca.



























Hacia el Este, las paredes occidentales del Mondarruego avisan de los cantiles que bordean Ordesa.
Antes de llegar al  puente de Oncins, una pista sale por la izquierda en dirección al valle de Otal, nuestra ruta sigue hacia el estrecho cañón que ya vemos a la derecha. Las hayas y abetos bordean los pastos ganaderos, reverdecidos con la lluvia del otoño.


















La Peña de Ordiso

Desde el puente de Oncins contemplamos las aguas del río Ara.


El agua baja plácidamente y las truchas esperan en el abrigo de la gorga la llegada de algo que llevarse a la boca.


























La Vaqueriza, espacio donde el terreno ganado al bosque para su uso como pastoreo es ocupado nuevamente por hayas , arces y pinos.


Pie macho de Silene dioica, planta nemoral que es habitual de hayedos.










La pista se eleva sobre el río.Tras el collado de Otal, la Sierra del Turbón. La punta afilada de la peña de Otal o Arañonera inaugura la sierra de Tendenera.

Os faus. Las hayas.


El Ara...


...y otras aguas que alimentan el Ara




Una planta excepcional en nuestro Pirineo, Calamintha grandiflora. Labiada de la que, según el Atlas de la Flora del Pirineo Aragonés, las localidades donde se encuentra en todo el Pirineo son tres: una en Francia (Capcir), otra en el Berguedá de Barcelona, y otra aquí, en Bujaruelo. Está catalogada entre las especies amenazadas de Aragón y sensible a la alteración de su hábitat. Además de las grandes flores, llaman la atención sus hojas con  dientes agudos  regulares.



El Ara baja muy encajonado antes de llegar al refugio de Ordiso.



En la angostura, el puente colgante de Burguil ofrece un ángulo aéreo sobre el río y el bosque. Hemos desbarrado para llegar al puente, pero volvemos sobre nuestros pasos para continuar por la pista.
















El azirón, Acer platanoides, despliega todo el cromatismo otoñal.








Nuevamente el río se desembaraza de las angosturas en el vado que permite el acceso al valle de Ordiso

La cabaña de Ordiso mantiene el aprisco renovado, la actividad ganadera perdura.  Al otro lado de esta pleta, el camino que sube por el valle de Ordiso y llegaría hasta el collado de Tendenera.


La Montaña de Año y el río Ordiso.



El bosque se desparrama hasta la pleta de Ordiso.

La pista deja paso a un sendero que gana altura. La dulzura de los pastos y los bosques dejan paso repentinamente a la roca pura: el macizo de Comachibosa o Vignemale.
Una mirada atrás, hacia Ordiso para medir contrastes.  Los pliegues apilados en la construcción de estas montañas forman planos inclinados en los que los cabalgamientos deslizan, dejando visibles laderas trazadas con precisión.

















Con el paso del bosque al suelo sin protección aparecen las gleras móviles. En este ambiente prospera una planta de largas raíces: Linaria supina subsp. pyrenaica.













El paisaje se va volviendo cada vez más alpino, desvelando cumbres. El pico Bacías, cerrando el barranco de Espelunz señala la divisoria con el vecino valle de Tena, en su fracción de Panticosa.

La senda desciende con pausa en dirección a la cabaña del Cerbillonar, ahora se distingue en toda su magnitud el macizo de Comachibosa



Otro aziron, en este caso iluminado de amarillos.








Poco a poco nos acercamos a los pies de Comachibosa. Su aspecto nos recuerda al macizo de Llardaneta por las calizas versicolores que matizan la cumbre, y a los Infiernos por la amplia masa de mármol que ocupa uno de sus flancos.









El río Ara crea un espacio amplio, majestuoso en el paraje llamado Cerbillonar. De aquí arranca el barranco de Espelunz con el que podríamos enlazar con Brazato o Catieras, ya en la vertiente de Panticosa. El Ara continúa su curso en riguroso Norte acompañado por el pico Neveras, antesala del Arratille






El macizo de Comachibosa muestra la huella del extinto glaciar que bajaba hasta el valle de Bujaruelo, las hombreras, el lecho escalonado y las morrenas que terminan en el fondo del valle, por donde discurre hoy una torrentera.

Nuevamente atrapa nuestra atención las rudas formas del Comachibosa

Detalles de las crestas que reflejan las fuertes contracciones que dieron a luz esta montaña, así como la continua destrucción que desde el mismo momento de su nacimiento ha sufrido.