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Del refugio Auronzo al refugio Locateli, un paseo junto a las Tre Cime di Lavaredo. Dolomitas.

En pleno corazón de las Dolomitas  de Sesto , próximas a Cortina d'Ampezo se encuentra el fantástico conjunto de las Tres Cime di Lavaredo. Un corto trayecto nos lleva de refugio en refugio pudiendo contemplar de cerca este paraíso de los escaladores.


Vamos de ruta hacia Austria. Hemos pasado unos días en Bolzano y nos hemos dejado llevar por la intuición para envolvernos de esta parte de Italia, en la región del Alto Adige y la Bellunese. Vamos a dejar por un momento las apacibles y suaves formas donde se dispersan las granjas y nos vamos a adentrar en el dominio de la roca, puesto que el paraje presidido por las Tre Cime di Lavaredo es el mundo rocoso en estado puro.
Una carretera de peaje nos conduce al refugio Auronzo, el paisaje que rodea la carretera ya anticipa lo que está por venir.


Emprendemos la marcha inmediatamente sin entretenernos en el refugio Auronzo que está atestado de gente, aunque el motivo de ponernos en marcha sin dilación es que el tiempo está inestable y queremos llegar lo más lejos posible antes de que se forme una tormenta.



Sucesivos planos de siluetas recortada nos presentan un paisaje dominado por las calizas fracturadas y lavadas, un perfil de dientes de sierra que se extiende en todas las direcciones.

El sendero parte a 2.300 metros, y pasa junto a la cabecera de valles que desembocan en el río Ansiei. Al fondo vemos el lago de Santa Caterina, junto a la población Auronzo di Candore.


El lago Santa Caterina queda empequeñecido ante la mole del monte Pupera Valgrande, es una visión algo engañosa, ya que es un macizo con un máximo de 2520metros, pero la población  que está a sus pies se encuentra a tan sólo 880m.



El sendero es cómodo y sin desnivel, y en los primeros centenares de metros discurre junto a pastos. Pero el entorno va a cambiar bruscamente. El dominio de la roca se impone.


Poco a poco nos vamos acercando a las rotundas formas de las moles calizas que forman Tre Cime




En los canchales de roca triturada aparece Saxifraga caesia.


El camino contornea las tres cimas que componen el conjunto Lavaredo
Entre los cascajos desprendidos crecen estos cardos alpinos, Cirsium spinosissimum, habitual en buena parte de los Alpes, pero del que carecemos en los Pirineos.


El trazado casi recto del camino nos lleva hasta que la pared dividida en tres cimas termina en la cima este, la llamada Cima Piccola.


Pocos metros más adelante llegamos al collado desde donde se abren extensas panorámicas y las Tre Cime di Lavaredo comienzan a mostrar su famosa silueta.
A la derecha ya podemos ver el refugio Locatelli.


Aunque la mirada es cautivada por las formas de la montaña también cabe prestar atención a la flora que la puebla. Achillea clavenae mimetiza sus flores con el blanco de la caliza dolomítica.


Tre Cime di Lavaredo.

El suelo crioturbado sirve de sustento a dos amapolas amarillas: Papaver croceum...
... y Papaver kerneri, cuya distribución es mucho más reducida que el anterior, reduciéndose a los alpes orientales.

Seguimos el camino en dirección al refugio Locatelli, esto nos permite pasar bajo el Monte Paterno que con sus 2.746 metros sirve de monolito de divisoria entre el Tirol del sur , actualmente perteneciente a la región italiana del Trentino-Alto Adige, y la región del Véneto .


Deliberadamente nos hemos separado del camino que conduce al refugio Locatelli con intención de tener una visión elevada del conjunto, además de situarnos sobre unos lagos que están en la vertiente oriental. Vemos un camino que por detrás del refugio parece conduce al Sasso di Sesto, pero más que ascencer ese promontorio rocoso, vemos más interesante ir más allá, para ver qué se observa tras la Torre de Toblin que en la fotografía aparece a la derecha.

Los lagos dei Piani, cabecera del valle del río Landro,  a los pies de Monte Paterno
En las repisas venteadas encontramos esta hermosa potentilla,  Potentilla nitida.


Nos detenemos un momento para ver detalles del valle que se abre hacia el este.



Decidimos alejarnos  del refugio Locatelli y adentrarnos más en estos parajes rocosos. La opción es buena, ya que una vez dejado atrás el refugio y sobrepasado el collado que nos sitúa detrás de la Torre de Toblin la montaña aparece solitaria, con nuevas formas y estructuras agrestes que enseguida nos cautivan y animan a seguir caminando.  





Atrevidas formas nos salen al paso, y restos de antiguos glaciares dejan ver sus heridas en la montaña.


























Parecida a la anterior, Achillea oxyloba, de hojas con divisiones mucho más finas.

Caminamos por estos parajes disfrutando de horizontes nuevos, como niños que estrenan juguetes. Todas las montañas, todos los relieves son nuevos, desconocemos sus nombres, los valles que los conectan. Es una sensación extraña, tan diferente a como nos sentimos cuando caminamos por el Pirineo. 

Es contemplación pura, sin las complicaciones que supone planificar rutas, conectar territorios, situar nombres.


Embriagados por el horizonte, casi pasan desapercibidas pequeñas plantas que viven en estos roquedales, como sucede con esta crucífera, Thlaspi rotundifolium.


El mal tiempo se nos está echando encima y tenemos que pensar en volver. Retornamos al refugio Locatelli.




Tenemos de nuevo las Tre Cime di Lavaredo, ahora un poco más frente a nosotros.


El cielo se oscurece repentinamente, la tormenta avanza con velocidad.

Aun con la premura que impone el cambio del tiempo, no podemos resistir volver la vista atrás para captar las fugaces luces que se forman en tan singular paraje.



































Ya se oyen los truenos y brillan los relámpagos tras las crestas. Una última mirada antes de despedirnos de este singular espacio de montaña.

Dolomitas 5. Piz Boé

Hemos ido retrasando esta excursión, buscando un día en el que las nubes no estropeen la jornada. Hasta ahora todos los días hemos visto esta montaña desde distintos puntos de vista, y apenas la hemos visto descubierta. Es el penúltimo día en Canazei , y creemos que ha llegado el momento. Para Aurora es su primer 3.000. Yo medio en broma le digo que éste 3.000 no cuenta, porque la aproximación la vamos a hacer con remonte, y eso le quita deportividad. Pero le concedo que llevamos cinco días seguidos de caminata (más unos cuantos de turismo urbano por Italia)  y eso también cuenta.


Punto de partida, Passo Pordoi 2239m. Aquí un remonte mecánico nos llevará hasta Sas de Pordoi, 2.950m, estación situada al borde del muro vertical que tenemos en frente.



Sas de Pordoi es una elevada plataforma, cortada a pico en vertiginosos contrafuertes.

Abajo queda el Passo Pordoi, y la carretera que comunica los valles.

Piz Boé aparece cubierto por la nube, pero los amplios espacios azules nos hacen abrigar la esperanza de que irá cambiando.























A casi 3.000 metros de altura, en un paisaje azotado por los vientos y el frío, la roca es la protagonista. Profundos cañones se abren en el zócalo calizo.

A medida que vamos acercándonos al Piz Boé, vemos más cerca los cañones. Una cierta similitud vemos con el cañón de Ordesa. Una similar geología, dominio calizo modificado por extintos glaciares y modelado kárstico.



Aridez extrema a pesar de la alta pluviosidad de la zona, consecuencia de un suelo calizo que no retiene nada de agua,  paisaje con una casi absoluta ausencia de vegetación.


Pero la esterilidad es aparente. Una mata robusta de lo que podría ser ( ¿) prospera en un rellano de roca.

Atrás ha quedado Sas Pordoi con su estación del funivía. Separado del gruppo del Sella, vemos a la derecha el Sassolungo y el Sas Piat, objetivo previsto para mañana en un recorrido que los atraviesa.




















Seguimos ascendiendo. El desnivel es pequeño, apenas 200 metros positivos, lo que hace que esta ruta esté muy transitada. 




















Con la altura, las panorámicas se hacen más amplias.






















Una leve trepada con ayuda de una sirga pasamanos y ya estamos en la cima. 


Otra ruta también visitada unos días atrás, el Viel del Pan, la vemos parcialmente abajo.

























Una de las vistas que deseábamos conseguir era de la primera montaña que visitamos hace 5 días: la Marmolada. Las nubes se descorrieron como si fuera el telón de un gran teatro, y allí estaba